EL HOMBRE QUE SE ADUEÑÓ DEL FUEGO
De aquella parte aquí, relata el señor de los tiempos
Vio en sus ojos el reflejo de la llama, el fuego que no cesa
y,
Pensó que tal vez habrían nuevas palabras para enseñarnos
cómo es la vida
Y se le dejó vivir a pesar de haber visto la primera llama
de donde nace el deseo
-unos dedos frenéticos intentando poner un orden donde todo
es vano e inútil-
¿Será éste El Profeta que nos entregue evangelios superiores
a nuestra mediocre sabiduría?
La llama fluía en colores y la fascinación le perturbaba
como a un joven enamorado
¿Querrás decirme que él tendrá la poesía que es ignorada?
Para las barbas del anciano llegaron muchachas vírgenes
asustadas y llenas de pudor
Mira que solo sabemos hacer el amor y él persiste en querer
hallar otra simbología en el fuego
-esos dedos hurgando melodías llenas de adición a lo
inevitable-
¿No es un peligro que nuestros secretos el hombre que ama al
fuego los descifre?
-la calle parece desierta a medianoche-
-pasos tras pasos alguien parece haber intuido todo pero
carece de las palabras
Esas palabras para decir lo que se siente y es preciso
nombrar-
He visto en sus ojos las llamas del fuego que debe
permanecer
Y temo que sea lúcido, ¿hay alguien lúcido que sepa por fin
para qué se vive?
Detrás de lo hermoso del caos siempre habrá una muchacha que
desconozca lo que es el amor
Las manos temblorosas temen ser invadidas, profanadas
Esas manos solo saben de vaginas y masturbaciones
Quizás alguien pueda leer algo diferente que se parezca a lo
que sentimos
Los ancianos desde el siempre voltearon desde donde todo
vuelve a empezar
¿Y si va más allá de las teorías permitidas?
-no es más hermoso saber que alguien le halle sentido a la
existencia-
¿Y si lo conminamos a la soledad?
Hubo un tiempo donde el saber era inalcanzable para los
demás hombres
Hubo eras donde nadie sabía dónde quedaba la vida
-los dedos apresurados escriben lo que solo puede consumirse
con fuego
Y el fuego es una memoria que le seduce-
-la puerta ha sido abierta, esa puerta que no debía ser
conocida-
El camino de los que son los primeros atraen la atención de
los buscadores
Es imposible no ceder a la tentación de recorrerlo
Y allí está la puerta, donde el fuego no cesa.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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