LOS SERES HUMANOS ASEXUADOS, LA TRISTEZA Y OTROS CONFLICTOS
A ver, como que no la pasaremos
bien, ¿eh? Porque afirmo categóricamente que el sexo es la mejor evasión que
tiene el ser humano para ser feliz en este mundo. Si el mundo marcha bien o no,
tiene importancia dentro de lo que he de escribir, porque el placer muy
vinculado al amor no solo nos quita el estrés y nos motiva para enfrentar los
rigores del día a día desde todos los ámbitos. Las personas, tanto varones como
mujeres son felices con el sexo y, en ese disfrute, es imposible negar una
visión liberal sobre la vida. Disfrutar por ejemplo de una muchacha bella en la
intimidad es a mi entender, lo mejor que nos puede pasar en la vida a nosotros
los varones y, sé, esto les pasa en forma viceversa a las mujeres.
El máximo clímax para la mujer es
cuando alcanza el embarazo en pleno orgasmo.
Penetrar y eyacular dentro de una
mujer es ceder a la fuerza y dominio de la pasión.
Pero estimados lectores y
lectoras, ¿se han preguntado cómo es la visión de los varones y mujeres que ya
no pueden tener sexo o, ya no quieren tenerlo como en el caso de las mujeres
que ya no segregan progesterona? Desde la impotencia en los varones hasta la
desaparición del apetito sexual de las mujeres a ciertas edades, ¿no
se entregarían a la tristeza de los que saben dónde está la felicidad y saben que ya
nunca más podrán probar de ésta?
A esto le llamo la tristeza.
Entonces, para qué vivir, para
qué contemplar el universo y sus estrellas, dónde queda la alegría que nos
llena de vitalidad y hace empezar un nuevo día con muchas ganas para volver a
tener sexo y ser felices.
Los asexuados en contra de su
voluntad, personas de ambos sexos que fueron muy felices con el sexo, terminan
por perder el gusto por la vida. Los recuerdos no son suficientes, ¿vale de
algo jactarse de lo vivido cuando ya no se puede volver a vivir?
¿Y qué se hace con los
pensamientos?, ¿filosofar no era algo maravilloso en la intimidad con el sexo
opuesto?, ¿a qué entonces dedicar el tiempo cuando el sexo ha dejado de ser la
evasión perfecta ante el tedio, el hastío o cuanta mortificación que perturbara
fuera sanada con orgasmos?
¿Qué conflictos pueda tener una
persona que es impotente, o una mujer que sabe que ya no es joven y bella y que
encima, ya no siente atracción hacia los varones?
La ciencia tiene soluciones para
ello, tanto con la pastilla azul para los varones como, la pastilla rosada para
las mujeres, pero, en el trauma de entender que el placer ya no brindará la
seguridad, autoestima y aplomo propio de los que tienen una vida sexual intensa
y, por ende segregan la hormona de la felicidad, ¿los conllevará a pensar si
acaso la vida tiene sentido?
¿Qué hombre o mujer querría vivir
más de 100 años si ya no puede tener orgasmos? ¡Vaya condición para más
frustrante! Felizmente la ciencia ha avanzado bastante y, los que escribimos,
damos alcance de soluciones para aquellas personas que quieren aún seguir
sintiendo esos placeres propios de la felicidad. Pero, ¿se ha puesto a pensar
cómo fue la vida de los seres humanos de generaciones anteriores, donde ya no
hubo disfrute del sexo?
La amargura tanto en varones o
mujeres alcanza su explicación en estos escritos, su tristeza también, como el
pensamiento pesimista o el deseo de vivir la vida como la vive en su visión un
adolescente. Porque las mujeres se preparan para tener 30 años, luego 40 años,
para la menopausia, para tener 50 años, para tener 60 años y, luego, decidir
vivir más de 100 años.
El elíxir de la eterna juventud
es el sexo y, no porque nos quite años de encima como si fuera una cirugía
estética perfecta, sino porque el ánimo obtenido a través del placer nos hace
joviales, alegres y enérgicos y, a la vez viriles y seguros dentro del mundo a
los varones, como sexys y femeninas a las mujeres de igual forma. Pero sin el
sexo, ¿cómo iría la autoestima y salud mental de las personas, cómo serían sus
conflictos interiores al momento de definirse sin son hombres o mujeres o, si
ya no sirven para ser hombres o mujeres?
Piensen un poco en ello, piensen
en una consciencia que conoció el placer al máximo y que con certeza un día de
pronto se supo arrebatado de ésta, si el sexo es el amor o el amor es el sexo,
sin importar la monogamia o poligamia.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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