EL SEXO Y LA LITERATURA
Y sí, hay días en los que no
escribo nada, no sé si sea por la laxitud de los orgasmos tenidos o porque
necesito darme un alto entre lo que escribo y vivo. Retornar por ejemplo a mi
escritorio para sentarme frente al ordenador y pasarme las horas enteras
escribiendo es otra manera de proclamarme vivo. Si me preguntarán cuál es mi
afán detrás del escribir diariamente, respondería sin dudar que solo así me
siento lleno, satisfecho, vivo en el mismo acto de escribir como lo es en este
mismo momento, esclarecido y entendido bajo mi voluntad, porque después de cada
escrito acabado, siento que he dejado algo de mí que ya no retornará jamás,
como un capítulo cerrado en mi vida que ya no me pertenece y que forma parte de
mis lectores y lectoras. Ese vacío o desprendimiento luego de postrarme en mi
cama para meditar lo que ahora sale espontáneamente de mí es algo que en su
momento sabré explicar, porque a veces, tengo esa extraña costumbre de leer lo
que hace digamos 20 o 30 años atrás escribí y, siento que hay muchos Mauricios
en cada escrito y, las diferencias entre los primeros Mauricios con los más
recientes, es algo que habla más de mi constancia al momento de escribir, o tal
vez de mi deseo de estar aquí, para quienes a través de lo que escribo,
comparten mi visión del mundo y mi optimismo. No sé hasta qué punto prefiera
más mi literatura a las mujeres o, las mujeres logren apartarme de mi
literatura, lo cierto es que con ambas me nutro, si acaso esto motiva a que mi
organismo con las adecuadas reacciones propias del sexo victorioso correspondan
a lo que brota de mí sin esfuerzo alguno. Porque sé de otros escritores que no
salen de sus contados poemas o relatos y los siguen presentando hasta el
hartazgo donde fuesen invitados, cuando para mí, un día donde he terminado de
escribir es, un Discurso aparte, si es que de esta manera voy más rápido entre
poema y poema, relato y relato, novela y novela, si es que estoy a tiempo entre
cada día para alcanzarme en el Discurso que se renueva, evoluciona, cambia para
más o, se hace más intenso. ¿Pasión? Creo que sí, pasión propia de los que
tenemos mucho qué decir y en el camino nos damos cuenta que el Discurso varía,
su hace más agudo o, se reafirma con más respuestas o se hace más claro.
Por ejemplo, el hecho de sentarme
a esta medianoche, para expresarme con tanta libertad y soltura, demuestra que
es posible ser un librepensador, alguien que no tiene su literatura supeditada
a nadie si es que así es mi consciencia o mi intención al momento de escribir. ¿Alcanzar
una nueva propuesta? No está dentro de mis objetivos el querer ya resolver al
mundo, la gente no quiere un mundo mejor, solo quiere pasarla bien y, sabe
encontrarse o hacerse de amigos para pasar momentos agradables, claro está, más
allá de sus discursos. Que si con sus discursos salvan o mejoran al mundo, eso
ya no me compete cuestionar, otra forma de hacer Ética es querer imponer mi
estilo de vida monacal, a veces muy parecido a la de los presos, que solo hacen
el amor dos veces por semana y se pasan los días en sus celdas, en silencio,
meditando y en soledad.
De esas viejas luchas con las que
me mantengo firme cuando me expreso con autoridad de mis convicciones, sé, no
tienen cabida dentro de mi contexto, porque no puedo imponer reglas que son muy
personales, si acaso, cada quien tenga sus propias reglas o aún no las ha
encontrado, para poner un orden necesario que se requiere para cada vida.
¿Ser prolífico me hace un
Escritor diferente?, no lo creo, creo que lo que me hace diferente es el hecho
que justo en este momento, en vez de estar perdiendo el tiempo con los
bebedores que son más charlatanes que cualquier otra cosa desde las calles o
los bares, prefiera a las prostitutas o esta soledad desde donde me permito
escribir sin censura alguna.
Y sí, es cierto, me quejo ante mí
mismo por no tener más presupuesto para hacer el amor más seguido, que por
cierto, es la única manera que entiendo al amor, porque pierdo mucho mi tiempo
o lo perdería si me vinculara sentimentalmente con alguna muchacha o mujer,
primero porque el sexo me deja en un estado nirvánico tanto, que se me hace
imposible desde tanta felicidad, escribir sobre lo que creo es inefable y no
puede ser trascrito en palabras o textos y, segundo, porque las relaciones de
pareja son un dolor de cabeza aparte que evito, salvo sea bajo las condiciones
que he explicado en otros escritos, como relaciones abiertas donde sea yo el
que decida qué día y a qué hora me plazca hacer el amor, pero insistiendo sobre
esto, tener sexo muy seguido me aparta de mis escritos y, cuando como ahora
vuelco a escribir, siento que es lo único en mi vida que puede merecer
comparaciones y compensaciones, que de ambas me valgo para ejercer mi libertad
y estar apartado de cualquier tipo de pensamiento enfermo, si es que deba
volver a afirmar que el sexo y la literatura para mí, es un prolongado orgasmo
como queda ahora para la posteridad escrito desde aquí.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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