CAPÍTULO XIV NOVELA: EL ÚTIMO RITUAL






No lo tomes a mal, pero las mujeres, Mauricio, te van a hacer renegar demasiado a tal manera que tus lectoras van a pensar que eres un misógino por antonomasia. Ella había salido de su casa y estaba desde la puerta en buzo, sin arreglarse, bueno, en  realidad ella nunca se arreglaba y eso era lo que más me atraía en ella, porque sus ojos verdes, más allá de mi fascinación por los ojos verdes, si acaso mis ojos cambian de color con la luz del sol, me hacían sentir más cómodo a su lado. Es que perderme en esa mirada suya era todo lo que pedía en esos años. ¿No te importa que huela a cocina?, estuve cocinando. Al contrario, me encanta haberte encontrado con ese olor tan natural y femenino propio de las muchachas que han estado cocinando. ¿Te agrada la idea de que alguna vez nos casemos y huela así todo el tiempo, no? Espera, ¿qué has dicho? ¿Ves?, eres tal cual como lo he pensado y dicho hace un momento, las mujeres te van a hacer renegar todo el tiempo de nada, no creo que dures mucho en un matrimonio y, eso no quiero para ti. Ella estaba de rosado con zapatillas tenis celeste y el cabello sin haberlo aseado. Sé qué estás pensando, la vez pasada te dije que me aseo con jabón de lavar ropa, me gusta ese olor en mi piel, ¿sabes que hay muchachas como yo que no nos aseamos todos los días?, además me gusta leer los libros desde el final, no soy de abrir un libro y empezar desde la primera página, tengo esa costumbre, leer el libro cogiéndolo desde cualquier parte, como si fuera Rayuela de Cortazar, pero sabes que ese no es mi autor favorito, dime, Mauricio, cuánto tiempo más vas a perseverar en esto que no tiene caso, a mí me da asco compartir la comida de la misma boca con otra persona, mucho menos si es de un hombre, por más amigo que sea, ¿no has pensado que me dan asco de igual manera los besos? Y no, no tienes aún olfato para el amor, no te das cuenta de lo que me está pasando, es mejor así, ¿no?, por eso dejé que me acompañaras hasta mi casa la noche pasada, sabía que vendrías a visitarme, solo tú tienes la autoestima para visitar a una muchacha de ojos verdes que no le hace caso a nadie y, ese es tu peor defecto, porque así como lo haces conmigo, lo harás con todas las muchachas que conozcas, nunca te privas las ganas de ver a las que más te atraen así no tengas erecciones, eres de los que aman solo la belleza. ¿Erecciones?, ¿me estás diciendo impotente? ¿Ves?, no tienes olfato para el amor, pero eso lo entenderás en su momento, aún te falta mucho para conocer la edad del deseo, mientras tanto, besarás muchas muchachas bellas y vírgenes que solo querrán tener tus fotos de recuerdo y una historia romántica antes de saber de lo desastroso que es el amor.
Y es que era cierto todo lo que me decía ella. Años después, cuando ya había madurado para el amor, una de mis mujeres hizo que la recordara, sus cabellera olía a cocina y eso no me pareció sexy y en el momento del sexo la recordé y me pregunté por qué con ella sí era lindo sentirla con olor a cocina. La mujer que poseía era muy bella como complaciente. Quizá lo que me dijo otra mujer era cierto, tuve mucho desgaste en todos estos años y, ya habían cosas que no me conmovían, a pesar de tener entre mis brazos la cabeza de ella que estaba muy caliente, señal que su útero latía con más fuerza hasta hacerlo parecer un corazón aparte dentro de su cuerpo que  por razones biológicas se ve reflejado en el calor de la cabeza de la mujer.
No, no me gustó que oliera esa vez a cocina cuando me había acostumbrado a tenerla siempre oliendo a colonias de perfumerías exclusivas.
Pensé sin embargo en ello, en lo que me dijera cuando estaba destinado a ser un hombre que las mujeres lo harían renegar demasiado, qué me quiso decir con eso. Lo cierto es que tuvo razón en muchas cosas, en el olfato para el amor, porque seguramente la muchacha de ojos verdes estaba muy excitada y eso no me producía erecciones a mis 21 años. ¿Tan diferente era cuando los muchachos son ya hombres a los 19 años y están en su apogeo?
Los rituales no son iguales para todos, no hay edades que marquen una norma para todos los varones en general. Unos empiezan antes, otros después. Así de claro es.


Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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