CAPÍTULO XVIII NOVELA: EL ÚLTIMO RITUAL
Espera, sé que sobre esto ya he
escrito antes, pero la imagen es precisa y válida para hablar de otros rituales
donde la pérdida al temor de las mujeres a ser vistas desnudas sea definitivo
y, esto es necesario para todas como inevitable, sea para el amor o para los
goces de la vida desde el primer momento hasta cuando ya no quede nada qué
mostrar dentro de los desnudos femeninos dentro de lo que llamamos belleza.
Fue a mis 23 años cuando en un
lugar apartado de la ciudad, para ser exacto, una casa abandonada dentro de un
parque que da al río de la ciudad, que llevé a una muchacha en la edad del sexo
de inmediato, cuando no necesitas pagar para tenerlo, cuando con un solo
contacto visual ellas te hacen entender que necesitan hacer el amor, es que al
verla a los ojos, no solo me sonriera sino que me atendiera con una mirada que
no me dejaba dudas ante mi deseo sexual de hacerla mía, ya que minutos después
la tenía abrazada mientras la besaba y le pedía hacer el amor, cosa que a esa edad
yo no lo sabía y mucho menos ella, por esas razones que tienen las muchachas
para saber reconocer a los vividos y a los carentes de experiencia sexual. Sin embargo,
luego de haber sido expulsados de los baños de un centro cultural donde nos habíamos
encerrado para desnudarnos y tocar nuestros cuerpos excitados, apuramos el paso
luego del pudor enfrentado de ella por la vergüenza de haber sido sorprendida
en un lugar público, siendo esto parte del ritual donde la fantasía de la
muchacha era satisfecha dentro de sus masturbaciones nocturnas y solitarias,
donde debía ser descubierta en lugares donde se prohíbe hacer el amor, como es
que lo entiendo ahora, para luego ir al lugar que mencioné en un principio, esa
casa abandonada al pie del río de la ciudad, para que por fin lograra tenerla
desnuda en su totalidad y sentir el olor de su piel, esos poros que destilan el
olor a la excitación y las incomodidades propias de los que no conocen de las
posturas para el coito fue que un guardián apareció para pedirnos que nos
retiráramos, cosa que hicimos para luego, abrazados por las calles de la
ciudad, ella me confesara algo que no entendía bien: Mauricio, por fin perdí la
vergüenza de ser vista desnuda por los
hombres, porque eran tus ojos y los de ese guardián. Pero de esta referencia
fue cuando tuve esos años y debo volver a este presente donde al iniciar a
muchachas de senos de adolescente en el meretricio, enterado estuve siempre del
porqué ellas evitaban ser vistas desnudas entre sí para evitar comentarios
sobre implantes en el derrier o los senos, si acaso quedara duda si el cuerpo
que tienen era natural. Sin embargo, después de haberle hecho el amor a ella,
no solo alcanzó algunos orgasmos que entiendo, entre la censura de ser una puta
de 19 años que debuta en algo que es prohibido para las mujeres en la vida
real, mas no en sus fantasías o bromas comunes, al acabar la sesión, su rostro
mostraba la expresión genuina de la que logró vencer sus miedos y parecía
decirse: he podido con lo que creí nunca podría soportar, tanto así que estando
siempre desnuda, se levantara de la cama y abriera la puerta que daba a la sala
donde estaban las demás muchachas y dijera: ¡he hecho el amor!, sin que esa
fuera la razón para su proclama sino el de mostrarse desnuda ante sus ahora
colegas de trabajo ante quienes se mostraba feliz y con todo su cuerpo ante la
mirada de ellas que intimidadas reconocían a la mujer que había perdido sus
miedos, a la que es capaz de poder a partir de ese momento hacer el amor con
cuanto hombre fuera posible no solo en un día, sino, en el resto de días,
porque se había desnudado para hacer el amor y desnuda había salido de la
habitación como era esperado por sus amigas, para demostrar el ritual vencido
del miedo a la mirada, cuando en sociedad hace siglos usamos ropa para
cuidarnos de no ser vulnerables, si es que alguien desnudo es vulnerable ante
los ojos de otra persona, cuando ésta no se siente amada o aceptada por sí
misma, si es que esto me remonta a casos esquizofrénicos de mujeres que fijaban
su atención en su nariz, una nariz que les ocasionaba conflictos de aceptación
frente al espejo y el origen de todas las cirugías y terapias cuando las
personas quieren sentirse no solo aceptadas sino deseadas, desde su desnudez.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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