CAPÍTULO XXV NOVELA: EL ÚLTIMO RITUAL
Cuando un hombre ama, calla, no
va y se lo dice a todas sus amistades ni lo hace público. Así es nuestro
misterio. No decimos a otras personas lo que sentimos a pesar que se pueda
notar en el brillo de nuestra mirada o cuando las pupilas dejan de dilatarse y
se hacen claros los ojos. Así como las mujeres empiezan a sentirse sexys todo
el tiempo, el varón entra en un proceso a través del cual el organismo empieza
a segregar más y más testosterona, a tal manera que pareciera volver a tener el
vigor de un púber que recién empieza a amar, así se tenga más de 50 años, si es
que la edad de la plenitud en el vigor sexual y el desarrollo de la
personalidad en nosotros se alcance a los 55 años, nada puede reprimir lo que
se siente en el pecho que gradualmente va adaptándose a temperaturas corporales
elevadas en las que es necesario llenarse de huracanes de viento gélido para
calmar los apetitos de la carne que son el deseo constante de hacerle el amor a
su amada.
Es que esos afortunados para disfrutar
del amor en este mundo, todos sabemos, son pocos. Es bien raro soportar la
ausencia de la amada y preferimos perder la vida o las horas, cuando esperamos
a la muchacha digamos 5 horas antes de lo acordado, porque en este acto de felicidad, lo único que importa es tenerla
cerca, si es que los verdaderos
privilegiados han ido por el mundo de la mano todo el tiempo, como
cuando una muñeca está esposada a la de otra muñeca, siendo así un varón y una
mujer que a voluntad, han decidido declararle al mundo que nada podrá
separarles.
Y así sonriente escribo, mientras
hago una pausa para servirme en mi jarro mi Kola Real Limón, para luego prender
un tabaco mentolado y pensar en los que hasta ahora siguen juntos y fue porque
se amaron y descreyeron en las uniones por conveniencia o por pasiones que
desconocieron de lo insoportable que es sentir la soledad cuando apenas han
pasado 2 minutos y ella no está al lado de uno y el miedo más horrendo es que
le pueda pasar algo a ella, si es que en ese momento hemos meditado en lo
trágico del destino y la muerte repentina, cuando alguien se queda solo para
siempre y no quiere saber de ninguna
otra mujer más en lo que le reste de vida, para en su silencio, seguir lleno de
lo que ella le brindó para hacerle entender por qué debió nacer cuando todo lo
que haga falta para a partir de ese instante, sea ella.
Pero decía que los hombres que
aman, nunca revelan esto, lo guardan, lo callan y lo convierten en su mayor
secreto, porque en la vida solo una vez se dice: Te Amo, cuando se ama de
verdad. Y así, los que se aman, no necesitan preguntárselo todo el tiempo,
porque la seguridad sentida por ambos es tan fuerte que no necesita de más
rituales desde los que se tenga que demostrar lo que se ve segundo a segundo,
en cada gesto o silencio, desde donde no existe eso que se llama: soportar a
alguien por más de dos horas, ya que se
vive para ambos y ambos viven y existen, como son las historias de amor de los
que hicieron realidad su sueño antes de saber qué era el amor y, lo descubrieron
y desde entonces, no lo volvieron a decir a nadie más, sino a vivirlo, si es
que el varón ha tenido todas las mujeres que ha querido hasta antes de saber
valorar a la muchacha que le reveló lo que creyó, no existía.
Porque es triste para los que no
llegaron a esta vivencia, pasar sus días en soledad, sin haber llenado su
sabiduría de lo que miles de millones de personas en todo el planeta buscan y
solo pocos logran hallar, a lo largo de toda nuestra historia, donde casi la
mayoría llora en secreto, por ello.
Porque yo vi a una mujer con
deseos de querer conocer lo que se siente amando y me pregunté si su
aprendizaje la había preparado para algo tan perfecto y, así, vi a un hombre
bebiendo en un bar, errado y perdido, tratando de entender esas lecturas donde
se escribió lo que yo escribo apenas palabreando como un loro, sin haber
llegado al entendimiento de los que nacieron siendo producto del amor y llenos
de gracia, lo entregan constantemente sin darse cuenta y son encantadores o
encantadoras, porque fueron concebidos por hormonas propias de quienes
sintieron con mucha fuerza eso que la bioquímica hace en el varón y la mujer,
cuando su atracción es muy poderosa y en el momento del amor, nada más contó en
la entrega, más allá de los orgasmos, que lo que ellos sintieron entre
intelecto y placer.
Y así es el ritual de los que
nacieron por amor y llevan ese signo dentro del mundo.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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