CAPÍTULO XX NOVELA: EL ÚLTIMO RITUAL
He conocido en lo largo de mi
vida, escritores o poetas de un solo libro y, no por razones carentes de
talento u oportunidades para ser publicados. Todos terminamos por ser ávidos
lectores en alguna etapa de nuestras vidas y, el conocimiento es algo que nos
seduce cuando el libro que tenemos en mano o, esos artículos que salen desde
las redes sociales o la web, aportan a nuestra curiosidad, aquello que deseamos
conocer o aprender. Pero capítulos atrás hablé del privilegio de ser un elegido
para Escritor o Poeta.
Es que hay personas que se
sientan frente a su escritorio y pueden pasarse horas enteras escribiendo,
mientras van llenando páginas tras páginas y nunca terminan contentos,
atribuyendo a que sus vocaciones carecen de sentido cuando no se ha entendido
que ser Escritor no es una profesión que demande tener fortunas o fama. El Escritor
o el Poeta es aquella persona a la cual deberá pasarle de todo para que pueda
ahondar en las características de su generación, con lo que implica esto, la
consigna con la que vino su generación al mundo.
La soledad de los que escriben
parte siempre de trágicas experiencias donde se desarrolla la sensibilidad y la
empatía hasta llegar a entender a todos los hombres de su entorno y, eso los
convierte en escritores rebeldes o peligrosos. Conocer bien a la generación a
la cual pertenece el que escribe, le da sabiduría, ser intérprete de su luchas
a fuerza visceral que lo insten a estar presentes en las experiencia vitales
que nunca las elige el Poeta o Escritor, consagra la elección hecha sobre él
cuando entiende que su labor es ser la voz constante que así como al música y
la pintura, sean mucho más que la memoria de lo ocurrido en la etapa de la
historia que les tocó vivir.
Esas crisis cuando el que escribe
siente que no tiene ya nada qué aportar son siniestras, si acaso algunos
terminan por suicidarse, sea por rituales no superados donde la mayoría de
veces tienen relación con el sexo y desviaciones o aberraciones desde la fama o
popularidad, hace que su leyenda o gloria sea mayor así nunca se hayan revelado
las inconfesables causas de su paso a la saga de los inmortales.
De la soledad de los que escriben
no se ha aportado la necesidad de ésta para la creación. Un Poeta o Escritor
que no ha padecido el aburrimiento y por ende la desesperación, no ha logrado
tocar las profundidades del dolor humano que experimenta ello desde diferente
esferas, sea en el trabajo, la universidad, el campo o los pueblos alejados
como las clases más refinadas.
Todo escribiente que se haya
formulado la pregunta: ¿por qué yo?, ignora que es una persona bendita, alguien
que está señalado dentro de las miles de promesas que pueda tener una región de
un país, para alcanzar nuevas respuestas dentro de cotidianidades donde el
diferente es el que escribe y nos acompaña desde su propio universo con su rica
imaginación o creatividad, sea esquizofrénica o muy lúcida, porque todos nos
aburrimos llegado el momento y ni las redes sociales o el cine tiene solución
ante ello, si es que la música también cansa y, es allí cuando el libro escrito
por alguien que arrastra la atracción por lo trágico y tenebroso, destinos
imposibles que nos hacen meditar sobre las luchas humanas por querer seguir
vivos y detallan esfuerzos inmensos para ser felices, en medio de encrucijadas
donde nada sale bien y, sin embargo, queda esa vivencia como un poemario o
libro, nos seduce el querer saber qué le pasó al escribiente, cuando creemos
que ya lo sabemos todo de nosotros mismos y del ser humano y, nos damos con la
sorpresa que la escritura es infinita y que aún hay mucho más de todo lo que
nos ocurre, o le ocurre a las demás personas.
A este ritual le llamo el ritual
de la aceptación del destino.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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