NOVELA CAPÍTULO I: LOS MIL AÑOS QUE NOS ESPERAN
Cada hombre es un Profeta y,
escribo hombre y no mujer, porque la mujer una vez más es cómplice de lo que
está ocurriendo en el mundo: la degeneración del ser humano.
Son muy pocas las mujeres
femeninas que se identifican con su género y disfrutan de su sexualidad como
mujeres. A lo largo de mis 47 años veo, con jactancia y deseos de humillación,
por parte de intelectuales mujeres y sus seguidoras, cómo pretenden que la
familia humana sea destruida y, en esto soy puntual: el ser humano atraviesa por
la peor de sus crisis desde lo que fue Sodoma y Gomorra.
No todos van a sobrevivir. Veré los
cambios en vida y todo lo que ocurre con el ser humano no será permanente: un
nuevo orden mundial está cercano, más cercano de lo que piensan aquellos que
están prostituyendo La Palabra y, quieren destruir a los niños y niñas, desde
los colegios, desde las universidades y desde las ciudades perdidas, donde los
homosexuales y las lesbianas y cuanto ser aberrante existe, está imponiendo a
nivel mundial sus tragedias, sus desdichas, sus desgracias, esos estilos de
vida llenos de amarguras y soledades donde llaman a la desobediencia bajo
connotaciones distintas a las causas nobles: quieren ser desobedientes para
drogarse, ser alcohólicos, homosexuales, lesbianas, transexuales y cuanta
aberración más que desaparecerá en poco tiempo, cuando millones de personas sean
exterminadas por su conducta inmoral, indeseable y malvada.
El cambio que se viene conformará
a aquellas personas que habiendo conservado las buenas maneras y costumbres,
tengan arraigadas en sus genes, los prototipos necesarios para una sociedad
donde el hombre se identifique con su masculinidad y, la mujer, con su
feminidad. La institución de la familia habrá vencido y una Nueva Ley dominará
al mundo a voluntad y aceptación de los que pueblen este planeta, si es que se
dejará de creer en todo lo que hemos creído hasta entonces, para entrar a una
nueva verdad, en nombre de la familia humana, de lo que somos y no lo que
mentes perturbadas creen ser y, desde
sus lobbies, están distrayendo a la opinión del mundo. Y eso no es una utopía
ni una ideología, es lo que sucederá en pocos años y podré ver, para la honra
de las personas de bien, de los que en nuestros códigos genéticos conservamos
la integridad de nuestra identidad para que la descendencia del hombre sea sana,
libre de desviaciones y, perfecta, sin vicios, sin enfermedades y, entregada a
el goce de un Paraíso donde solo podrán estar hombres y mujeres y nadie más.
Y así, mientras proclaman a los 4
vientos en todo el mundo en nombre de la rebeldía, la resistencia y cuanto
discurso manoseado y prostituido exista, su orgullo gay, la ira de los Amos del
Mundo han puesto en evidencia la vileza y bajeza abyecta del ser humano
despreciable que no debe estar en el planeta y no estará, porque otro Dios
aparecerá, otro universo será el que estudiemos, con otras matemáticas o
ciencias y, con otras tecnologías, superiores a las que contamos, dentro de un
modelo de convivencia en el que las personas no serán sometidas a cruentas
experiencias por ser inocentes y, la felicidad no será una ilusión, porque los
desdichados e infelices, los que hacen todo esto por placeres desviados y
dinero, desde sus perturbaciones mentales, no estarán en este mundo, ni en los
mil años que nos esperan, donde reitero una vez más, antes de terminar este
primer capítulo: el hombre se sentirá orgulloso de ser hombre y, la mujer, se
sentirá orgullosa de ser mujer, en un medio donde el dinero no existirá, ni las
drogas ni el alcohol ni las maldades propias de los desviados.
Todo esto acabará y viviremos
1,000 años de paz y felicidad, como está anunciado, desde hace miles de años.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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