NOVELA CAPÍTULO II: LOS MIL AÑOS QUE NOS ESPERAN
Para aquellas personas que echan
la culpa al Diablo por todos los males que dominan a este mundo y reclaman en su
santa ira, la presencia de Nuestro Señor, siendo ésta la razón de los pocos
creyentes en Él, antes que tenga que cumplirse mi vida, si es que pase al mundo
prometido, mis ojos verán a Dios bajar a este planeta desde todos los cielos y,
a los suyos, protegerá, en estado de apartados, para separarnos de los
corrompidos, exterminando a contemplación de los practicantes del mal, a aquel
que destruye vidas y es el culpable del origen del dinero en este mundo, como
de las peores tristezas, soledades e infamias que desvirtuaron el mejor don que
se nos ha dado: la vida.
Y es que Dios tomará con sus
manos y su poder infinito al Maligno y nada quedará de este, por mil años, en
los cuales, el Bien dominará y nada perturbará a los fieles, los que siendo
humanos, en la sabiduría del arrepentimiento, le conocerán para hacer un nuevo
pacto con la inmensidad, donde la inocencia perdurará y Dios presente, estará
con nosotros, para hacernos compañía y Él mismo resolverá desde su sabiduría
inmarcesible, esos problemas propios de nuestra convivencia, mientras medite en
otra forma de vida para el hombre, la mujer y, los niños, en esos mil años de
que nos esperan, donde los conocimientos que se nos entreguen harán totalmente
plena nuestra existencia, sin dañar a los animales y al medio ambiente, donde
no habrán oprimidos ni sacrificios o rituales ante Nuestro Señor, porque nos
devolverá la bondad a nuestros corazones y, en ese nuevo tiempo, las personas
serán felices y darán con alegría el gracias por el estar vivos, donde serán
resueltos nuestros apetitos carnales y toda pregunta que el ser humano busque
para consuelo y su tristeza, Él resolverá, porque reinará a nuestro lado,
entregando una era excepcional desde su presencia para los que deban estar en
el planeta, los elegidos por sus acciones, para que la familia humana siga viva
según los propósitos de su creación, dentro de su amor evidenciado donde el
hombre y la mujer conocerán de la paz y los misterios que le embargaron a lo
largo de siglos de nuestra historia cruenta y malvada y, así lo veré, mientras
vea crecer a los nuevos niños yendo de la mano de Dios, hasta convertirse en
hombres fuertes y con inteligencias no antes conocidas y, mujeres demasiado
bellas y puras, libres de perturbaciones de la carne y amorosas dentro de la
gracia de lo propuesto desde el inicio de todos los tiempos, por Nuestro Señor.
Porque el nuevo hombre y la nueva
mujer verán como yo también, el poder de Dios que en sus manos, ha de matar al
Diablo, en medio de sensaciones donde el ser humano se sienta libre de toda
tentación de pecado.
Porque este mundo es un Paraíso
que nadie puede disfrutar por todos los males que son propios del dinero, por
todo lo que hacen los hombres y mujeres por tener dinero y, en consecuencia,
las injusticias y tragedias que ocasionó a lo largo de nuestra historia. Porque
un Dios bueno y santo bajará a estar por mil años a nuestro lado y, no nos
dejará en el desamparo y, el planeta que poblamos, podrá por fin ser visto con
esperanza y agradecimiento, porque el miedo será erradicado y la libertad de
nuestros pensamientos será algo muy dulce, como la exterminación de la
desesperación, angustias, ansiedades y locuras como enfermedades que Él
aliviará totalmente, porque nos ama y de esa manera, quiere que disfrutemos de
su creación, para la edificación de testimonios imperecederos que han de quedar
como memoria para los que precedan a esos mil años de los fieles, los que
temieron y sufrieron mas no cedieron su voluntad a las vilezas del Diablo quien
ante nuestros ojos morirá, para estar solo al lado de Dios y el bien, como Él
lo propuso, en un mundo, donde ya no estaremos solos y, al ver el firmamento,
Él nos acompañará, entre las miles de millones de preguntas expuestas que Él
resolverá, estando en su gracia, quiero decir, en la alegría de saber que se
está vivo en un planeta que es, el verdadero Paraíso.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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