DE LO QUE TUVO QUE SER






No me arrepentiría jamás de todas las veces que enamoré a las muchachas
En plenas calles, sin conocerlas, por el solo hecho de querer besarlas
Y así ocurrió,
No me arrepentiría de mi rebeldía que poca gente entendió
Tampoco entendí por qué tuve que ser rebelde
Quizás en mi generación hubo mucho silencio
Quizá siga existiendo ese silencio
Pero no me arrepentiría de mis arremetidas contra el destino
Ni de las muchachas que dejé en el camino
Por ver que ahora no están a mi lado
Cuando bien en vez de escribir este poema, debiera hacerles el amor.
De lo que tuvo que ser, fue absolutamente todo
En mis errores y mis aciertos
En lo extraordinario y lo inocente
En lo ingenuo y bravo de mi proceder.
De lo que tuvo que ser, quedan mis escritos como hasta ahora
De las contadas amistades que me quedan por mi manera de pensar
No podría retroceder en tanto camino avanzado si son mis convicciones
Ni mucho menos, mentir cuando a mi edad ya no se puede mentir.
Más bien, en mi largo evocar, estaría tentado a retroceder a las noches de la ciudad
Cuando a mi sola palabra el alboroto se armaba
O en mis gritos, algo más que un grito se sentía
Y era mucho más sonoro a como está escrito
Y si lloré, fue sinceramente y, si reí, fue espontáneamente
Y si amé, fue sin culpa alguna y, si me alejé, fue involuntariamente
Pero no me arrepentiría de las noches difíciles donde me desengaño
Ni de las noches felices donde puedo saber de las mujeres
Pues me dirá mi lector, ahora que soy un hombre de mundo
¿Es mejor escribir un poema a hacer el amor?
Puedo decir con autoridad que el sexo es frío y se desvanece después de los orgasmos
Y no necesito de repetir muchacha para insistir en el amor
El amor es eso que no cabe ni en un  poema ni en una novela ni en un tratado
Es un laberinto que se lo dejo a las atormentadas
A las rabiosas que no conocen la paz y están contra el tiempo
Y entre no saber qué quieren y qué quieren de nosotros
Prefiero sentarme a medianoche con mi cigarro a escribir
Porque varios coitos se olvidan, como he olvidado cientos de nombres de muchachas
Sus rostros que no podría identificar ya en las calles
O todas las maneras para hacer el amor cuando sé que habrán más
Porque de lo que tuvo que ser, entiendo, hay mucho que debe ser perdonado
Y he perdonado a quienes han merecido el perdón
Y no he olvidado a quienes no merecen tal gracia
Y en esto no hallo amargura ni deseos de venganza,
Tras los pasos todos caen después de todo lo que puedan haber hecho
Y eso ya no es problema mío
Lo mío es sentarme a escribir, así sea solo para mí
Hojear las páginas de mis libros impresos
Saber que existo en países del otro lado del mundo
Que una muchacha me lee y quiere entender por qué escribo de esta manera
O un hombre solitario bebe de su café mientras desde hace años me lee
Y le recuerdo la voluntad, la constancia y el sueño permanente.
De lo que tenía que ser, olvidé lo abominable
Y agradezco estos retornos de las otras noches insoportables
Pero si hay algo de lo cual no puedo arrepentirme
Es de hacer el amor sin repetir de muchachas jóvenes
Y de escribir como lo hago ahora, desde este lado del mundo
Mientras las personas aún no entienden cuál es la razón de todo esto
Es decir, del sentarse frente al mar sin estar allí
O sentir el corazón calmo, susurrando como la mejor canción oída
Justo cuando el péndulo ha vuelto hacia mi lado
Para sentirme vivo, como en este mismo momento.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco



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