UNA TAZA CON CAFÉ, CIGARROS MENTOLADOS Y UN ABORTO
Sé que es duro, que el amor puede
más que la razón, que nuestros instintos son muy superiores a lo que
planifiquemos para la vida. Mauricio, la ginecóloga debe recetarle cytotec,
cada pastilla cuesta 8 soles y debe ser administrada dos veces por día, una vía
vaginal y otra oral, pero debe ser asistida por una ginecóloga y una amiga
suya, de preferencia su mejor amiga. Pero Mauricio, ella está enamorada, no
sabe si tenerlo o no tenerlo. Qué edad tiene. 26 años. Bueno, ya vivió
bastante, que lo tenga. No, Mauricio, ella es pobre, no tiene unos padres que
la apoyen en este momento y no sé qué hacer, tengo miedo, siento como si me
estuviera pasando a mí. Me quedé pensando en los cientos de escritos donde
detallo cómo evitar embarazos no deseados y cómo aquí nadie presta atención a
mis escritos, donde se prefiere leer a narradores que nunca tocan estos temas o
escriben sobre maricones. Mauricio, podemos ayudarla, podemos ir con ella para
que la asistan. La psicoanalista escuchaba las palabras de ella, ella solo
hablaba de amor, amor y nada más que amor. Recordaba cuando mis ex parejas
abortaban sin que lo supiera yo. No la dejes sola, se puede quitar la vida. Lo sé,
Mauricio, pero no sé qué hacer, no quisiera que esto me pase a mí también. Que nos
puede pasar a todos. Recordé hace años cuando crucé la línea he hice que una de
mis ex tomara la pastilla del día siguiente, me sentí un criminal, alguien que
estaba matando a un nuevo ser. Quizá sea porque tu estilo sea muy crudo para
que sean publicados tus escritos, quizá por eso no te publican cuando detallas
sobre el cómo evitar los embarazos no deseados, Mauricio. Pero qué, ¿debo
escribir cronopios o usar el lenguaje del pajero de Borges que nunca supo qué
es el sexo, para que la gente me lea?, no estimada, tiene que pasarle esto a
uno y a su pareja para saber qué angustia es la que se vive cuando hay atrasos
menstruales y al no bajar la regla se tenga que asumir el papel de Dios, es
decir, decidir si alguien debe nacer o no.
Me serví otra taza con café
mientras calaba de mi cigarro mentolado y pensaba en todas las muchachas que
abortaron y en las que no lo hicieron, pensaba en la economía, en el dinero que
se requiere para ser hasta madre soltera, en las trabajadoras sexuales que por
descuidos, usan el cytotec de la manera en que he escrito, porque no
pueden tener hijos y, también pensé en
el amor, otra vez el amor, o ese impulso de botar la leche dentro del útero de
la mujer, o en las muchachas que saben que están en días fértiles y se exponen
a resultar embarazadas, sobre todo si se tiene 26 años y de la calle se sabe
todo, si es que es allí donde más se habla sobre esto o, en esas muchachas que
se enamoraron y para amarrar a un hombre tuvieron un embarazo.
Porque una cosa es que lo esté
escribiendo ahora, pero otra es saber que en el vientre hay alguien que un día
verá al mundo o bien, de manera feliz, o lo maldecirá hasta su muerte.
Mauricio, las pastillas deben ser
recetadas por una ginecóloga, ella dará una receta para que las compren en la
farmacia, ella por sí sola no puede ir y pedir estas pastillas, además de ser
asistida por una ginecóloga que tenga experiencia en esto.
Quiénes tienen derecho a ser
padres. Quiénes son los que pueden traer hijos a este mundo. Pero sobre todo,
quiénes son los que dicen no cuando están en estas experiencias extremas,
quiénes son las muchachas que dan un paso atrás y deciden no ser madres.
¿El amor puede comprar pañales,
dar de comer, proteger con vivienda, salud, un futuro donde la creatura no
sufra ninguna carencia? ¿Quién decide sobre la vida? Porque la mujer está sola
en el mundo y delibera una decisión que creo ya fue tomada hace más de un mes
atrás, cuando supo que estaba ovulando y podía resultar embarazada, ¿todo en
nombre de qué?, de eso que llamamos: amor.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco
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