ENSAYO SOBRE LAS TRABAJADORAS SEXUALES, EL AMOR Y LAS VÍCTIMAS






Espera, parece que no entiendes nada de lo que escribo, ¿le he roto el corazón a alguien?, ¿has leído algo escrito de ello por mí?, porque es cierto, todo el tiempo hablo de sexo, mujeres y orgasmos, de cambiar de muchacha una y otra vez, pero no has reparado en algo, no escribo que las amo ni mucho menos que me amen. En ningún momento he hablado de entregar el corazón y de hacer promesas o votos de matrimonio, tampoco he hablado de ilusiones donde yo pretenda quedarme con una sola o que esté jugando con ellas, haciéndome el bacancito que va por ahí rompiendo corazones. No, si te fijas bien, no hablo de hacer el amor con muchachas decentes, no ando por allí escribiendo que me tire a esta o a la otra, porque si pones más atención a mis escritos, ni siquiera pongo nombres de las muchachas que a su vez, nunca me dan a conocer su nombre verdadero, cosa que ignoraré siempre y que no quiero saber. Pago por hacer el amor y en esto hay una especie de contrato, es decir, ambas partes sentimos placer y hasta podemos jugar a que nos amamos de verdad, pero sabemos las dos partes que nadie saldrá herido, que somos demasiado fuertes y de mundo como para andar rompiendo corazones, porque una cosa es que le meta letra o enamore a una muchacha decente para luego de muchas promesas, abandonarla, a estar con muchachas que saben bien lo que están haciendo y lo suyo es considerado por ellas como un trabajo. ¿Te queda claro eso? Pues no soy precisamente el tipo que acosa a una muchacha de 20 años, si quiero a una muchacha de 20 años, me voy a una casa de citas y elijo a una que esté de acuerdo conmigo y, en esto no hay nada de crueldad, porque ambas partes sabemos que es un trato que puede durar desde 15 minutos hasta las horas que queramos o convengamos.
Cuál es entonces la diferencia en todo esto, pues que las mujeres que trato están acostumbradas a hacer el amor hasta con 30 hombres en un día y, esto no es algo deshumanizante. La psicología de las trabajadoras sexuales puede resultar compleja, pero si ves con claridad las cosas, podrás entender que ellas manejan códigos distintos al de las muchachas de casa, dicho con propiedad, no son mujeres de un solo hombre ni lo quieren ser, son mujeres que necesitan mucho placer, si sabes dárselo, estarán agradecidas, sino, tampoco les importará, pero una muchacha decente que se encierre con 20 hombres para hacer el amor te aseguro, no le dejará una experiencia fácil de soportar.
Quise escribir sobre esto hace mucho tiempo y éste es el momento. De la discreción que piden para no ser reconocidas como trabajadoras sexuales parte de la discriminación que hay en esta sociedad de doble moral en torno a su trabajo. Porque así como nosotros los varones nos arrogamos el derecho de no repetir de mujer al momento de hacer el amor, las trabajadoras sexuales no solo optaron por una solución más práctica, sino que entendieron de nuestras necesidades y ganan dinero con un oficio que además les brinda placer sin mucho esfuerzo,  cuidando siempre la salud y el tener el conocimiento para reconocer a los varones que tienen enfermedades de transmisión sexual, sea usando condones semáforos o recibiendo recomendaciones por parte de quien las protege, así que si existimos mujeriegos, afirmo también que existen hombreriegas y esta definición no es para todas las muchachas o mujeres, entonces tú mujer que me lees, échate a pensar si eres una hombreriega que estaría dispuesta a hacer el amor con 30 hombres en un día y encima ganar dinero con ello o, eres de las que se entregan a un solo hombre y sienten amor solo por él, si es que puedo decir, eres monógama y no soportarías la presión mental de hacerlo con 30 en un día.
¿Hay diferencias notables, no?
Pero de allí a jactarme de romper corazones de muchachas decentes por decirlo de alguna manera ya que a las demás las califico como trabajadoras sexuales, pues no lo hago, escribo más bien sobre el placer, sobre tratos de mutua conveniencia, sobre mis elecciones de muchachas sumisas de 20 años que bajo mis reglas o normas de conducta social, están fuera del universo de muchachas que son muy menores que yo y no se dedican a este oficio, que a eso le llamo acoso y de ello no tratan mis escritos. Así que no me las doy de bacán por andar diciendo que rompo corazones o que hice mía a esta y aquella, porque ni las conoces y ni sabes cómo es su rostro o dónde viven porque eso tampoco lo pregunto yo, me basta con saber que estén sanas y que en nuestro trato cumplan con lo que hemos acordado al momento de tener sexo.
Así, eso que llaman amor, como experiencia que para mí es muy compleja, es válida en la medida que el varón pueda cumplir con sus promesas y esté consciente del daño que pueda hacer al dejar a una mujer sola, dañada por una relación que afecta su reputación, sueños, esperanzas o plan de vida.
No pues se trata de tirarse a la más bonita, jugar con sus sentimientos y luego dejarla. Eso no se hace. Que si quieres jugar con las muchachas, debes entender que tienen sentimientos. Ahora, si lo tuyo es solo por placer, te invito a conocer a las trabajadoras sexuales, ellas no se enamoran, no te piden que te enamores de ellas, solo quieren que las dejes trabajar a cambio del placer que te van a dar y, te aseguro, es mucho mejor que el dado por una muchacha de casa que ha sido criada para el matrimonio.
De la personalidad de las trabajadoras sexuales te puedo decir que son muy fuertes y capaces de soportar mucha presión mental, porque se dieron cuenta desde muy temprana edad que son diferentes a las demás mujeres, que no nacieron para pertenecer a un solo hombre, si es que el término pertenecer les causa gracia, porque ellas no son mujeres de un solo hombre ni quieren pertenecer a un solo hombre y si no entiendes esta parte, es porque no conoces bien a estos dos tipos de mujeres de quienes te escribo, así que si tienes ganas de enamorar a una muchacha de 20 años, medita bien si lo que quieres es placer o diversión y pasar el rato, porque para eso, las trabajadoras sexuales son bien profesionales, las otras, las muchachas decentes no, ellas cuando nos ven como hombres, nos están viendo como los padres de los hijos que quieren tener.
Tú decides marcar bien tu territorio y canalizar tus afectos o necesidades, pero en lo que estamos todos de acuerdo, sean las trabajadoras sexuales y yo, es que no se debe romper el corazón a muchachas cuya mentalidad ha sido descrita con claridad en este escrito, si es que hablamos de matrimonio y las promesas que se hicieron para gozar de las atenciones de las que se enamoraron.
Después no digan que todos somos unos machistas de mierda o que jugamos con las ilusiones de las mujeres. Es mi manera de pensar y proceder acotando que no pienso cambiar mi conducta, porque tampoco creo en el amor, ni hago promesas de este tipo cuando sé que me relaciono con mujeres que en lo menos que piensan es en el matrimonio, porque no pertenecerán nunca a un solo hombre, por más que lo intenten, si es que el término pertenecer les cause risa, entre sus días de trabajo y la aceptación de su personalidad sin ninguna culpa.
Nadie es más ni menos que nadie. Solo las personas más inteligentes llegan a conocerse. Y los que nos conocemos tenemos bien en claro qué es lo que queremos sin hacer daño a quienes vienen a ser bien llamadas: las víctimas.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio Pacheco Polanco



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