EL ESCRITOR QUE ESCRIBIÓ SOBRE EL AMOR PARA SIEMPRE
Y en la noche
donde el mundo se apura para las honras a la vida
Cuando la novedad
es perdida y se espera una nueva historia
Los que observan
morir el bien preciado se agitan ante el inevitable devenir
Mientras que el
escritor le reclama a la muchacha por su don perdido
-en las calles se
suceden también las furias desatadas en los lechos-
¿Dónde está mi
don para escribir?, le pregunta el escritor a la dama temblorosa
Los rostros
voltean con miedo ante la posibilidad que el escritor deje de escribir
¿No era santa su
palabra?, ¿por qué entonces tuvo que hacerse un común hombre?
Los profetas han
muerto así cuando han abdicado a sus credos
Lo que era tuyo
ahora es mío y en mi celo no será de nadie más dijo la malvada dama
¿Qué aliento
podría resucitar al verbo cuando derrotado el hombre guardó silencio?
¿No era su voz la
de todos, por qué entonces se le concedió ser como nosotros?
¡Ah, mira cómo la
libertad tiene sus embustes para hacernos errar!
¿Será posible que
pueda volver a escribir ahora que es humano?
Corre la voz de
boca en boca hasta la media noche
Asustados los que
leían con júbilo sus poemas temieron perderlo definitivamente
¿No he escrito en
nombre del ser humano?
¿Por qué entonces
debo padecer lo que los desgraciados disfrutan en su dolor?
¡Sálveme quien me
escuche que mis palabras estarán llenas de desdicha!
¿Que no es lo
escrito el saber del hombre en todas sus reiteraciones?
Porque esos ojos
contemplaron una calle llena de muchachas que le llamaban
¡Amor, amor,
amor, venid aquí donde el amor reina!
Y en la sed de
los lujuriosos los pasos le ganaron hasta caer rendido entre los lechos de
ellas
Y dicen los
hombres sabios, así este escritor volvió a escribir con nuevas sentencias
¿No es esto común
a todos los mundanos?, repetían las muchachas que idealizan el amor,
Y en esto las
mujeres sabias ordenaron el silencio
“No debe ser
callada la voz de un profeta cuando debe entendernos”
Y así, lo que
quedó en poder de la dama que intentó arrebatar el verbo de los que escriben
Fueron dedos
acusadores que juzgaron hasta hacerla huir
Así comentan los
maestros que enseñan sobre la vida
Lo que debe ser
será, y nadie podrá impedir destinos cuyo mandato es señalado
Si es que esto
fue ya previsto, como la calle de las muchachas donde solo reina el amor.
Julio Mauricio
Pacheco Polanco
Poeta
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Julio Mauricio Pacheco
Polanco
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