EL HOMBRE QUE LLEGÓ A SER FELIZ
Pareciera que mi
vida siempre fue simple
Sin saber de los
problemas cotidianos de los hombres comunes
Como si
desconociera de los rigores de los buenos hombres que trabajan duro.
De aquellos años
recuerdo mis tempranas renuncias
En contra de mi
voluntad y, aquí, soy todos los hombres
Cuando los sueños
se desvanecen ante la vista de uno
Y el llano es el
único camino que queda, si es que seguir vivo es un martirio
Mas en esto debo
puntualizar que el destino se empeñó en que fuera siempre el último
Luego de mis
deserciones en la universidad
Y el dejar atrás
proyectos que fueron proclamados con mucha alegría y entusiasmo
Para aquellos
días donde me revelara contra Nuestro Señor
Y me preguntara
por qué no podía estar en el mundo como todas las personas
Si acaso empezara
a refugiarme en las Bibliotecas
Para saber del
testimonio de los que vivieron mucho
Y tuvieron la
generosidad de escribir lo que les ocurrió
Así, de esta
manera, me ocupo en decirles a mis lectores cómo fueron aquellas noches
Sin amigos para
no sentirme solo o sin muchachas para hacer el amor
Si es que es duro
llegar a los 20 años y no haber disfrutado de ellas
Y llegar a ser un
hombre de 27 años e ignorar todo sobre el sexo
Desde la
menstruación hasta los días de ovulación
Debía reconocerme
como un hombre sin futuro y sin presente para vivirlo
Si es que la
felicidad me fue esquiva por mucho tiempo
Y solo podía
abocarme a leer o escribir
Luego de haber
pasado como operario de fábricas donde el trato era cruel, inhumano
Para luego pasar
a ser agente de seguridad portando arma
Y comprender que
desde hacía mucho tiempo la vida se les fue hecha mierda a las personas
Que me tocó presenciar
la realidad de los que están desamparados
De los que al
caminar por las calles no tienen esperanza
Y no saben cómo
defenderse en la vida grupal
Porque desde las
alturas de Perú, a 4,100 m.s.n.m. supe qué era la soledad
El resentimiento
de los incas por ser mestizo y llevar un apellido español y otro eslavo
Para dejar ir mi
juventud vendiendo libros casa por casa
O vender
periódicos como lo hace el más humilde de la ciudad
O repartir entre
peleas con perros en callejones de mala muerte recibos de luz y agua
Era que mi retorno
contante a los libros me permitía seguir vivo
Para no morir de
tristeza si acaso cuando no soportara más la vida
Llegara a alzarme
en esta ciudad en nombre del Discurso que debía dar
Para luego perder
mi libertad 5 veces entre tratamientos psiquiátricos crueles
Que empezaron a
mis 19 años con electrochoques
Porque la ciudad
no quiso aceptar sus errores y era mejor decir que el loco era yo
Apenas con 65 kg
y 1,80 mts para defenderme de un entorno donde desconocía mis derechos
Y los expuse en
los hospitales cuando estuve internado
Para entender que
la justicia la controla el que tiene el poder
Y que los
rebeldes deben ser silenciados de cualquier manera cuando se alzan contra el
poder
Que a mis 48
años, he llegado con una taza con café y un cigarrillo mentolado
Escribiendo como
lo hago todos los días
Para curiosidad
de aquellos que me leen y se preguntan: ¿por qué escribo tanto sobre sexo?
¿Qué mujeres
aliviaron mis penas?
En qué momento me
hice tan fuerte como para amar con tanta fuerza e intensidad a la vida
Que así
testimonio, no fue fácil, no fue nada fácil llegar hasta donde estoy
Donde escribo
sonriente, sin liberar lágrima alguna
Porque así he
vencido y, quiero seguir venciendo,
Para el odio de
los que no pueden ser felices, como lo soy yo.
Julio Mauricio Pacheco
Polanco
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Julio Mauricio Pacheco
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