MI ROMANCE CON LAS REMINGTON DE ESOS DÍAS FEBRILES
Era sentarse
todas las noches frente a la vieja Remington y escribir sin parar
Porque había
leído durante el día varios autores y pensaba que también podía hacerlo igual
Y como en estas
fechas, el cielo se nublaba y podía ver desde la puerta de mi habitación
Mientras encendía
un cigarrillo, empezar a llover
Mientras escuchaba
a Raul Diblasio y Barroco y la pasión fluía dentro de mí
Porque si bien no
sabía sobre qué iba a escribir
Vivía el sueño de
todo muchacho de 19 años que tenía una Remington
Y quería ser
Escritor. No lo supe, pero casi 30 años después
Mis libros
estarían en los estantes de mis amistades y desconocidos
Y mis escritos
constantes se llenarían de mundo, vida, historias para escribir
Sin tener que
leer a los clásicos, desde la poesía hasta el cuento o la novela
¡Tanto tiempo
escribiendo!, dirán bien mis estimados lectores
Que si bien, no
he ganado ningún premio ni vivo de la literatura
Hay oficios que
se aman tanto que no se dejan de hacerlo por más décadas que pasen
Y así era mi
soledad como lo sigue siendo hasta ahora
Ya no con esa vieja
Remington a la cual cambié muchas veces
Porque destrozaba
con mis dedos las teclas
-el ritual era
ese, salir con la Remington portátil por las calles y decir que iba a escribir-
-cosa que era
cierto, así lo escrito no tuviera coherencia a pesar de tener muchas lectoras-
-esas muchachas
que leían mis poemas o cuentos y que me repetían que no pare de escribir-
Esa juventud
donde obligadamente tuve que ser rebelde
Entre clases de
universidad donde era el diferente por no estar enterado de la corrupción
Y estar siempre
leyendo en los jardines autores que me robaban el tiempo
Entre las
muchachas a besar y las protestas contra la Dictadura.
Desde entonces
entre mis libros publicados y mis demás escritos
Ya no sé cuántas
miles de páginas voy, quizá pasé en formato A5 de las 12,000
Como si fueran
novelas de 120 páginas, es decir 100 novelas
O poemarios o
libros de relatos, ¡100 libros de 120 páginas!
Si así describo
esos inicios frente a mi mar del Puerto Bravo de Mollendo
Donde me reconocí
como Escritor al no tener a quién más preguntarle la razón de todo.
Era ese muchacho
que solo sabía hacer eso: escribir y leer
Hasta que un día
me di cuenta que solo a eso podía dedicarme
Y así, testimonio
la estancia del hombre feliz de 48 años
Que tiene una razón de ser,
un lugar dentro del mundo, su espacio propio
Y esclarecido su
propósito de vida o misión dentro del mundo
Desde los gritos
de libertad a los internamientos en los psiquiátricos
Hasta lo que es
hoy la vida para mí: un canto de celebración y agradecimiento
Cuando todos
pensaron que no pasaría de los 24 años
Por ser demasiado
bueno, si es que los demasiado buenos están siempre en la mira de todos
Porque tarde o
temprano se harán notar
En un mundo donde
el insistir en un sueño es una locura.
Julio Mauricio Pacheco
Polanco
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Julio Mauricio Pacheco
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