DUELOS DE AMOR Y OTROS HONGOS Y BACTERIAS pag6 NOVELA





¡toma!, es el recibo del alquiler, de la luz, el agua, y ésta es la boleta de pagos de la mensualidad del colegio de tus dos hijos mayores, porque es tu deber, ¿lo sabes, no? El hombre se levantó sin terminar la cerveza helada y se dirigió al baño para ocuparlo, ¿otra vez te vas a ir sin comer?, ¿qué tiene mi comida?, ¿no es igual a la que hace tu madre?, dime, ¿qué te hemos hecho nosotros para que nos trates así? El hombre entró al baño sin decir una sola palabra mientras sentía que ella seguía hablando insistentemente, hablaba de otros gastos, las zapatillas para el segundo de sus hijos que había sido seleccionado para el equipo de fútbol de su clase, las zapatillas, no hay dinero para más, pensó, no sé, tú te las ingeniarás, te harás un préstamo donde tu amigo el gordo de la bodega, no sé qué harás, pero el niño se lo merece, es el mejor de los 3, siempre saca buenas notas en deportes, se merece lo mejor de nosotros, no merece ser un perdedor como lo eres tú, un simple obrero sin futuro que no existe dentro de la ciudad, ¿me escuchas?, ¡no quiero que sea otro bueno para nada como tú!, ¿me escuchas?, ser un perdedor, ser un futbolista, pero si él fue la promesa de su barrio, un tipo del que todos decían llegaría lejos en el fútbol, claro que su segundo hijo debía ser bueno en la pelota, había heredado un talento que se vio truncado cuando la conoció a ella y en una noche de verano, a sus 16 años terminó por embarazarla para hacer trámites con la única ayuda que recibió por parte de sus padres, aumentarle dos años de edad para que pudiera ser agente de seguridad y tener un trabajo para sacar adelante a la muchacha alegre, decente, la indicada para tener un hogar feliz. Habían pasado por casi todos los métodos anticonceptivos, todos fracasaron, entre sus desarreglos hormonales y náuseas, vómitos, aumento de peso y crecimiento de vello facial como la aparición del acné, pero la amaba, la amaba como un recuerdo de algo que se fue desvaneciendo hasta no ser nada de lo que alguna vez fue: una dulce esposa, algo muy diferente a lo que en realidad le parecía ser cada vez que retornaba de ese trabajo pesado de obrero donde tenía problemas con sus compañeros de trabajo y donde ese mismo día se le había llamado la atención bajo amenaza de ser suspendido y luego despedido si es que volvía a hacer lo mismo: se había agarrado a golpes con un tipo fornido y abusivo que lo torturaba todo el día, tomándole de la cintura para luego puntearlo, sodomizarlo con la ropa puesta, 

Julio Mauricio Pacheco Polanco
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Julio Mauricio Pacheco Polanco  

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