HAZME EL AMOR Y TE DIRÉ CUÁNTO VALES






Y qué hacemos con las que se creen bonitas sin serlo, las que están condenadas a quedarse con su gato de por vida, las no elegibles para el matrimonio, si es que hay hombre de mundo que quiera casarse; hablo de mujeres sin dote, sin patrimonio  a contribuir al del varón y, no hablo de lotes en una invasión por un cerro o un auto del año o la casa donde todavía vive la que vendría a ser la suegra o la que tenga un trabajo, hablo de las que no se han visto en el espejo o se ven mucho y creen que porque 4 gatos tristes y sin suerte le hablan, pues son unas divinas, que por lo visto, no han salido al mundo o su entorno es tan reducido que debe limitarse solo a varones y no a mujeres, varones que por cierto si es que tienen experiencia, dejan de lado a las vanidosas si es que encima son feas, las destinadas a tener un vientre inservible o para llenarse de polvo y arañas, un útero que solo se contraerá los días de la ovulación cuando se estimule con el dedo que le da placer cuando se masturba.
Alguna vez alguien me dijo que hasta Frankestein tenía novia, lo cual me dejó pensando en que tenía poca suerte yo para el amor, eso fue hace más de 15 años atrás. Los resultados fueron haber superado las 700 muchachas veinteañeras sin haberme enamorado de ninguna de ellas y haber sido complacido absolutamente en todo, siendo ellas, sumisas, esclavas y muy femeninas en la cama al momento de hacer el amor y el ritual donde en plenos orgasmos me entregaran el alma previa oración que he creado y se llama: El Mauricio Nuestro. Pasa que la mujer que me dijo esto de la novia de Frankestein, envejeció, se llenó de arrugas, y por supuesto, se volvió amargada y sin amor, que en su momento, podía salir hasta con 5 hombres en un día y hacer el amor si quisiera con ellos en ese mismo día, sin embargo ahora, está sola, en alguna ciudad del viejo mundo, donde por cierto, para sus casi 50 años, es una mujer que salió de competencia hace varias décadas, si es que debo acotar que era de mi talla, de un metro ochenta, rubia, blanca, de ojos azules y de buen cuerpo y sí, precisa para ser reconocida como muy linda, no como el caso de ciertas mujercitas que no serían elegibles para el matrimonio, si acaso fueran en el rigor de los católicos, vírgenes, cosa que las madres de los novios saben verificar al momento de reconocer la membrana del himen intacta o, en el caso de las bodas judías, donde la honorabilidad es algo que no se puede poner en duda por tratarse de mujeres virtuosas, es decir, capaces de sobrellevar al píe de la letra los más de 600 mandamientos que tienen los judíos, pero bueno, para eso hay que tener formación de muchas generaciones anteriores, que se enseña lo que se practica, y lo que se practica con naturalidad, no lo aprendes ni en 5 universidades distintas o recorriendo todo el mundo, cosas que no vienen al caso, lo cual me hace retomar el inicio de este escrito, al sorprenderme por ciertas mujercitas con las cuales debe ser insoportable su primera menstruación en convivencia, si es que es educada y hace excretas o mierda sin olor, si tiene el cuidado de no ensuciar sus calzones blancos con descensos o mucho menos usar cremas para matar los hongos vaginales o la cistitis que emana un olor muy desagradable y que solo sirve para matar las pasiones, diría bien, mujercitas con poca suerte, si es que no se han dado cuenta que  las madres de los pretendientes le bajarán el dedo al primer momento de tenerlas en sus casas por saber de inmediato qué es lo mejor para la familia, si es que se quiere a alguien así en el hogar donde las buenas maneras y costumbres deben ser afines y no alteradas. Pero bueno, qué puedo decir, esta es otra generación, no es como la mía donde los varones éramos ingenuos y carentes de mundo, hoy en día los hombres valoramos nuestra soledad, nuestra independencia que no la queremos perder por nadie, ni siquiera por una rubia de ojos azules de mi talla, porque bien podemos pagar por una de esas características, porque las hay, y darnos el gusto, para luego volver a la tranquilidad de nuestra libertad, sin pensar en tener hijos o temerle a la vejez en soledad, cosas superfluas que pasaron de moda hace generaciones atrás. Que si bien, solo los tontos quieren tener pareja, si acaso sabemos que no conocen bien a las mujeres, a punta de perder la salud a discusiones y reclamos, perturbaciones que pueden hacer perder los trabajos, que le vaya mal a uno en sus proyectos o en el peor de los casos, termine uno ante el juez exigiendo la prueba del ADN porque sabemos que el hijo que se nos quiera atribuir no es nuestro, sobre todo, cuando de la mujer lo sabemos todo de su intimidad y, ya no estamos en esos tiempos, donde era fácil atraparnos y hasta creíamos que ese lunar tan bello en la frente era sexy, sin saber que era el rastro de un papiloma que su madre le heredó, por tener la vagina llena de éstos. En fin, me pregunto, en qué pensarán esas muchachitas que se creen muy bellas sin serlo, cuando las más hermosas, están haciendo el amor con los más ricos, sacándoles todo el dinero posible, porque se dedicaron  al puterío, ya que se dieron cuenta que así se ganaba dinero más rápido, que haciendo carrera sea en la diplomacia o en la gerencia de un banco. Siempre una vagina veinteañera sacó mucha ventaja, a las que se sacan la mugre trabajando, sobre todo si la que la usa, es realmente bella y fina, con 1,000 libros de por medio leídos, 4 idiomas hablados a la perfección, y los modales que vienen de esas familias de abolengo, desde donde le enseñaron cómo usar el hueso pélvico, antes de olerle los pies al gerente de aduanas donde gana en un año, lo que bien le saca a un magnate en un día, dicho sea con veracidad.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
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Julio Mauricio Pacheco Polanco

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