28 de junio del 2020, EL DÍA DEL ESCRITOR

Apenas tengo como compañera mi jarra de limonada sin azúcar y un pene demasiado duro y grueso, erecto, pero sin mujeres para penetrar. Hace meses que no sé qué ocurre en la ciudad, de sí en estos meses de confinamiento, dejé de hacerle el amor a cientos de muchachas que solo quieren sentir placer. He podido llamar a unas cuantas para que en la habitación de mi apartamento, el sexo fuera lo que le volviera a dar sentido a todo, pero no, no puedo, no puedo exponerme a tener sexo con quien de pronto podría estar infectada. Escucho un tema de la banda KISS, Reason to Live, y sé, sé que deberé esperar un par de años por lo menos, hasta que todo vuelva a la normalidad, si es que esto se diera, y así, escribo sin placeres, sin mis maratónicas horas dedicadas a hacerles el amor a las muchachas que elegí siempre. No me quejo, tampoco quise casarme, no soy un varón que nació para casarse ni para tener hijos, soy un hombre que eligió su destino, el ser Escritor. Pero mi sabiduría se basó siempre en todos las decenas de miles de orgasmos que tuve. ¿Es preciso vivir todo este confinamiento sin mujeres? Por el momento no tengo otra opción, salvo el heavy metal para relajarme, y la Literatura para testimoniar lo que nos pasa a una gran mayoría. Es cierto, no pensé que esto nos pasaría a todos, que llegado el momento, la vida sería como es ahora, sin sexo, sin mujeres, sin placeres, que es lo mejor de la vida. De mi libertad puedo decir que nunca estuve atado a nadie, que estoy acostumbrado a guardar días largos en silencio, sin necesidad de conversar con nadie, haciendo limpieza constante en mi apartamento, como si en ese derroche de energía, estuviera haciendo el amor a mis mujeres que ahora no puedo hacerles el amor, que debo enfocar mi vigor sexual en otras maneras para calmar el toro que llevo por dentro. Ya no tengo sol como era mi costumbre desde mi soledad, para sentarme a la puerta donde vivo y quemar mi piel hasta sentir la laxitud de los que agradecemos al sol por la calma que nos otorga. El amor no fue esa que es para todos, si hubiera decidido estar acompañado por una mujer en este confinamiento, no la habría soportado por mucho tiempo, me gusta estar solo para poder escribir, para ser dueño de mi tiempo y elegir a la hora que se me plazca al momento de llamar a la muchacha que se me antoje, para dominarla y hacerla mía, pero no se puede, el bicho existe y eso me impide hacer el amor como lo hacía antes, solo me queda escribir, si acaso, la Literatura siempre fue mi verdadera amante, como cuando en su momento, en uno de mis libros escribiera: “escribir para mí es un constante orgasmo”. Sea el tiempo que sea, tendré que esperar, las guerreras del placer estarán allí en los lechos, a la espera del retorno de los hombres que nos estamos dejando crecer el cabello, como símbolo de la castidad no elegida, del tiempo que permanecimos en confinamiento, cuando el placer, estuvo ausente. Julio Mauricio Pacheco Polanco Escritor Todos los Derechos Reservados para Julio Mauricio Pacheco Polanco

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