Todo lo vivido hasta antes de esta pandemia, fue la expresión de lo que llamo: Capital Socialismo. Antes de la pandemia, lo que caracterizó a este modelo económico mundial fue: la corrupción, la degeneración del ser humano, la mentira, el exceso de drogas y el libertinaje. Desde el comunismo de China, hasta el Capitalismo de USA y La Unión Europea, lo que primó fue el culto al poder, las riquezas compartidas con quienes vivieron de la vida fácil, sea dinero venido del narcotráfico, las ideologías de género, el terrorismo, la estafa en gran escala, el armamentismo y el silencio cómplice de un planeta que entregado a sus vicios, se desentendió desde que fuera promulgada la Declaración Universal de los Derechos Humanos, luego de la cruenta Guerra Mundial que, enunciada desde la Organización de las Naciones Unidas, promovió el modelo competitivo que encumbró a ultra ricos que dejaban miserias de dinero a quienes se conformaron con placeres propios del alcoholismo, la drogadicción, el derecho a la promiscuidad, la muerte del amor y por tanto, a disfrutar del meretricio, entre políticas pro aborto encubiertas desde la noche de los tiempos, pero de manera más frontal, donde el género femenino fue destruido y conflictuado con su naturaleza, a tal punto de hacerles perder su identidad, entre crímenes de lesa humanidad que no fueron atendidos por La Corte Interamericana de Derechos Humanos, la explotación a gran escala, la adoración al dinero por ser el nexo inmediato para tener comodidades propias de quienes se resignaron a tener un plato de comida, una mujer con hijos, en medio de la ausencia de valores y una Ética ausente en todas las Instituciones en el planeta, la ambición fue acumular riquezas, partiendo de un egoísmo donde siempre primó el “sálvese quien pueda”, haciendo notoria la falta de honradez y honestidad, bajo líderes que ambicionaron llegar al poder para enriquecerse ilícitamente, haciendo transas con el Crimen Organizado que les otorgó dinero fácil a todas las autoridades del mundo que, en vez de velar por un mundo mejor, atendieron a sus apetitos de poder y monopolios, dentro de revoluciones propias de quienes entendieron que las religiones eran un gran negocio y, que en nombre de Dios, se podía ejercer un poder sobre las conductas hipócritas de las personas a quienes, se les contentó con drogas u alcohol y, se les indujo a una degeneración sexual impulsada por un socialismo donde se toleró la homosexualidad y el lesbianismo bajo contextos criminales, donde se vulneraron los Derechos Humanos de las Personas heterosexuales. El Capital Socialismo entendió rápidamente que toda Revolución debía aplicar medidas populistas donde el ser humano no se sintiera culpable y pudiera tener libertinaje para sus abyectas pasiones. La soledad fue catalogada como una enfermedad y, la medicina, rompió su juramento hipocrático, cuando transó con las industrias farmacológicas cuando entendieron que la salud se había convertido en un negocio. En suma, La Libertad de Expresión degeneró en la lucha de causas donde más bien se defendía el libertinaje y la ausencia de criterios ante las bajas pasiones que enfermaron al mundo actual. Todos los modelos de convivencia social que intentaron ser aplicados en bien del ser humano, fracasaron, por corromperse y llegar a totalitarismos en contra parte con la supremacía blanca de los capitalistas y su racismo imperdonable, así, ese Capital Socialismo, entregó placeres para que el ser humano evadiera su hastío, dolor, sufrimiento y carencia de recursos económicos, bajo contextos sociales, donde el vicio destruyó familias enteras, siendo la base de esto: las drogas y el dinero adquirido por los carteles de drogas, para la vida fácil y, el alcoholismo impuesto como cultura, degenerando en consecuencia, hombres enfermos y desahuciados. Los intelectuales por el contrario, en vez de oponerse, apostaron por ideologías que vulneraron los Derechos Humanos, con el fin de tener un público cautivo para que se les rindiera culto, como detractores de Dios y, por ende, ser ellos, seguidores de culto, a quien para muchos, representó el pensamiento que reemplazó a Dios. Toda lucha fue destruida con el consumo de drogas muy adictivas que les destruyó su discurso y les restó autoridad moral, ante guerras constantes por razones de poder económico y hegemonías mundiales donde unos se veían más favorecidos que otros, sin que en esto, se libraran los más pobres que se conformaron a recibir dádivas para subsistir sin tener que verse sometidos a trabajos donde se ganara dinero de manera muy honrada, si acaso, este discurso sobre la moral fue rechazado, en un planeta donde todos apostaron por la pereza, la entrega a vicios y placeres, desde los que se desarrolló frustraciones que destruyeron el sentido de la vida, siendo las voces calladas o compradas para repetir discursos, en medio de personalidades que ambicionaron ser autoproclamadas como dioses vivientes, sea el caso de Mao Tse Tung, Lenin, Stalin o Hitler, quienes siendo los genocidas más grandes de la historia del siglo XX, heredaron a los nuevos líderes actuales de este siglo XXI, antes de la pandemia, ambiciones de poder, desde monopolios comerciales, donde los oprimidos no se salvaron, por ser contentados con vicios que les anuló la personalidad y les destruyó de por vida. Así, el mundo polarizado entre la derecha y la izquierda, no dejó espacio para los Pensadores Libres que fueron silenciados y callados de por vida, ante cualquier rechazo que éstos tuvieran ante todos los errores cometidos por los abanderados de la Democracia, ante regímenes totalitarios donde el pensamiento fue vertical y, impuesto a miles de millones de personas que aprendieron a convivir con una conformidad, con tal de tener sexo indiscriminado sea en todas sus desviaciones, drogas, alcohol y, líderes que fácilmente fueron yendo ganados a riquezas cuantiosas, en perjuicio de una familia humana dividida entre racismos y credos que, en vez de apostar por un mundo mejor, negociaron con un sistema corrupto para contentarse con dádivas que les permitiera tener lo necesario para vivir bajo sus abyecciones. Ningún discurso fue verdadero, todo discurso por un mundo mejor tuvo intereses mezquinos desde sus orígenes con intenciones de poder, para autoproclamarse como dioses vivientes, poseedores de la verdad absoluta, entre seguidores que rechazaron a Dios, para seguir a líderes a quienes se alinearon, con tal de tener una economía que les permitiera vivir sin trabajar a expensas de un libre mercado donde se impuso un modelo competitivo implantado desde las universidades que solo contribuyó a destruir juventudes. Toda causa revolucionaria siempre fue manipulada e impuesta con fines de poder, corrupción e intenciones de poder y riquezas fáciles de la noche a la mañana. De las personalidades mencionadas, los crímenes de lesa humanidad cometidos a la fuerza, que quedaron en el silencio de la historia, por los millones de persona inocentes que murieron, revela lo que fue el ser humano en este modelo de Capital Socialismo, donde todo valió, para llegar al poder y enfrentarse egos de líderes contrarios, basados en La Experiencia del Yo, que radica en no tener límites y ser autoproclamados como Mesías o dioses vivientes, bajo el imperio del miedo y el poder, salvadores de la humanidad, a costa de millones de personas muertas en sus afanes de expansión y dominación. Finalizo este primero capítulo con el hecho que La Ley fue comprada desde siempre y, sí ésta fue promulgada en cada Estado, fue hecha para proteger a los monopolios que acapararon todos los mercados, en una deshumanización total, donde el dinero fue y es hasta ahora, en plena pandemia, el origen de lo que llamo El Capital Socialista, si es que el socialismo fue el modelo bajo el cual, las personas, sin saberlo, nos habíamos relacionado, desde todos sus ámbitos, en deterioro del ser humano, guiado por un capitalismo que corrompió a todo el planeta.
Julio Mauricio Pacheco Polanco
Pensador Libre
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