EL CONDÓN SEMÁFORO Y LA PRUEBA DE FUEGO

De Julio Mauricio Pacheco Polanco noviembre 18, 2019 No en vano he superado las 700 veinteañeras con las cuales mis escritos son base para una ciencia de la mujer o mujeriología, sus orgasmos y maneras de menstruar, desde sus ovulaciones hasta el saber reconocer sobre la marcha qué posturas le están llevando al clímax, si acaso un buen amante, nunca termina sin que éstas hayan alcanzado unos 10 a 15 orgasmos que ya en otros escritos he detallado cómo reconocerlos para hacer más intensos y prolongados los orgasmos femeninos en todas sus variedades que conozco. Pero había llegado el día en que debía ser juzgado. Tanta veinteañera que ha sido mía debía generar suspicacia alguna ante un semental que ha superado a Andrés García o a Julio Iglesias, si acaso en mi primera juventud fui un revolucionario que abrazó la causa de la libertad y la lucha por la paz mundial, entre internamientos en psiquiátricos donde tuve que conocer los abismos de la mente, los chivos expiatorios de la sociedad y, los que rebeldes como yo, no pudimos controlar o sobre llevar la fama o el torrente de pensamientos que comunican con El Umbral o desarrollo del Lóbulo Frontal, experiencia similar al Aleph de Borges. Acostumbrado a que las muchachas me colocaran los preservativos fue que en esta ocasión, sin prestarle importancia, la muchacha en mención sacó unos preservativos de color naranja sin decirme nada mientras con su boca colocaba este condón en mi miembro viril a la vez que me hacía un sexo oral acostumbrado para mí, lo que no sabía era que estaba siendo sometido a la prueba final, es decir, a que en ese momento, terminara mis años de felicidad con las mujeres ya que me estaba colocando un condón semáforo o preservativo inteligente, es decir, un condón que inmediatamente iba a cambiar de color según la enfermedad de transmisión sexual que se presumiera por mi fama de cachero compulsivo. Así, si se cambiaba a verde el color del condón semáforo, era porque tenía la infección de clamidia, infección propia de varones y mujeres que pueden aparecer en el recto, el útero o la garganta. No lo sabía, pero hasta en la prueba del beso estaba siendo sometido. Si el condón se ponía amarillo, sin duda tenía herpes y sé, este no se va del organismo y se deja en herencia tanto a los hijos varones como mujeres, mas el preservativo no se tornó amarillo. El VHP o virus de papiloma humano se reflejaba en un color morado y si bien, un 65 % de la población que tiene vida sexual continua lo padece, sean heterosexuales varones o mujeres, tampoco se manifestó en el color de este condón semáforo que seguía de color naranja, ni el volverse morado que era el de la prueba de tener VIH o SIDA. En realidad no sabía qué estaba ocurriendo mientras me hacía el sexo oral esta buena muchacha, ya que cuando verificó que el condón semáforo no se volvió azul que reflejaba la sífilis, de inmediato empezó a hacerme el amor sin que yo me diera cuenta, hasta terminar la sección de 2 horas en las que se terminó conversando mientras fumaba mis tabacos mentolados y ella empezada a hablarme de su vida privada, cosa que me extrañó, porque se quedó una hora más dialogando conmigo como si quisiera ser mi pareja. Días después me llamó para volver a hacer el amor, tratando en lo posible de volver a hacerlo conmigo, hasta que me dijo que lo habíamos hecho con un condón semáforo, detallándome lo que he escrito en este relato, si es que me decía que no solo era un Padrillo inmune a las enfermedades venéreas o el VIH sino que era un tipo muy afortunado, ya que le había hecho el amor a más de 700 muchachas sanas, sin ninguna enfermedad y que prácticamente era virgen para el amor y, que ahora enterado del condón semáforo, cuidara de mi gran suerte, si es que quería seguir en mi carrera de las mujeres, sobre todo por conocérseme por ser aficionado a no repetir de muchachas al momento de tener intimidad. Y así puedo dar fe de mi testimonio sobre el cómo sin saberlo, fui evaluado por el condón semáforo, el preservativo inteligente que detecta en sus cambios de color a las ETS y el VIH. Julio Mauricio Pacheco Polanco Escritor Todos los Derechos Reservados para Julio Mauricio Pacheco Polanco

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