EL TESTIMONIO DEL ESCRITOR EN PLENA PANDEMIA

Plácido va el hombre que persevera en su sueño De tantas generaciones, convencido va con sus escritos Y cada vez que encuentra un imposible Más ahínco pone en su empresa Yo sé que Mi Señor de La Estrella de David otras enseñanzas en mi proceder debo dar Mas también sé que solo soy un hombre, nada más, Jamás un profeta ni un salvador Apenas un Escritor que arremete con las reglas dadas por ajustarse a La ley Y así feliz estoy, escribiendo palabra tras palabra Desde novelas, relatos y poemas Para su gloria y la del ser humano ¿Debo ser mezquino como otros que guardan su saber con egoísmo? ¿No es mi prédica el ser abnegado y bueno? No es solo mi sueño el escribir Conocí hombres importantes con el mismo anhelo Conocí mujeres tristes que sueñan la vida en sus novelas Poetizas que se rapan la cabeza por duelos de amor Y muchachos ansiosos de querer alcanzar su propia verdad Y así, no impongo la mía a nadie, Apenas mi deber es responderme sobre estos actos Donde el confinamiento me enseñó a ser mejor persona Y a insistir en que el Bien sea el que prevalezca Y sé, que a esta hora, este poema debería llegar a los desesperados de fe Pero los libros son caros Y no hay dinero ni para comer, ni para el medicamento, ni para el alimento de los niños ¡Bendito el que tiene un techo y puede escribir para los que aún quieren creer! Yo he visto hombres pedir la justicia divina a grito vivo Y en colas largas esperar un turno por un plato de comida del Arzobispado He visto el arrebato de las horas de los adultos mayores en tristeza Por el tiempo robado, cuando saben que son días que bien pudieron ser para vivir más Cuatro paredes sin sol, entre silencios duros y noticias aterrorizadoras El miedo a los hospitales o las deudas a las clínicas de por vida Hipotecando todo para seguir viviendo He visto a un Presidente entre la espada y la pared A consciencia que apenas deje de gobernar, irá preso Y sin embargo sigue peleando hasta donde más puede, He visto de mi boca decirle a mis padres que los amo Y he dado las gracias de corazón a mis hermanos por ver en ellos la bondad Pero el mundo no es tan perfecto me dirá mi buen lector Que cada segundo es no solo la muerte sino el no saber qué hacer al segundo siguiente Porque así, mientras agradezco a Mi Señor por el pan que llega a mi mesa Hay personas que están en las calles durmiendo, esperando la Tierra Prometida Mientras se están haciendo planes para hacer turismo en el espacio Que solo podrán pagar los ultra ricos Y ello no me parece justo No me parece que esté bien que mientras un policía muere en el hospital O un médico que probó todos los tratamientos, no pueda salvarse así mismo O que haya gente que se desentienda del dolor humano y solo quiera anarquía ¿Nada nos hace madurar ni en el extremo de la muerte? ¡Oh, Mi Señor!, qué puedo hacer si estoy confinado desde hace 90 días Y debo respetar a La Ley porque mientras unos no creen aún lo que le pasa al ser humano Otros quieren la fiesta, la orgía y el desorden Entre supremacistas blancos y hombres negros que quieren venganza ¡Ah, y sin embargo los viles siguen estafando sean del color que sean! Todos quieren sacar ventaja en este momento crucial Y en nada se enmienda el ser humano entre el engaño ante la miseria humana ¡Me he cansado de tanta mentira! Pero solo soy un hombre, nada más, ni profeta, ni sabio para tener una respuesta total. Así, mi testimonio entre clamores de un juicio final Y los que sacan cuentas para llenarse de más dinero Hallan en tu presencia, lo que otros llamados sabios Se ríen del dolor del que ahora sufre Y se jactan en sus privilegios de Rabinos Mientras el pueblo muere de inanición Y el Pueblo Escogido, por el cual he sido llamado en revelación En esta ciudad no hace nada Mientras las hermanas del Convento de Santa Catalina Amasan el pan para el olvidado Si es que me preguntes Mi Señor De qué soy testigo al decir que soy judío. Julio Mauricio Pacheco Polanco Escritor

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