EL SEXO COMO ALGO NO ESENCIAL EN PLENA PANDEMIA

Qué puedo hacer, la ciudad sigue teniendo sexo con las trabajadoras sexuales. Debo considerar que todos son asintomáticos y podría hacer lo mismo, tener sexo, eligiendo las muchachas que desee como fue hasta antes del confinamiento, que ya van varios meses, ¿eh?, pero no puedo, mi criterio de consciencia y el amor a mi familia, me impiden ser un transgresor de La Ley. ¿Alguien debe hacer caso a La Ley en este país, no? Así todo el mundo le esté sacando la vuelta a lo que ordene el Presidente, como Escritor, muy lujurioso en su momento, sé que este trance de la pandemia no durará mucho tiempo, a lo mucho, un par de años, pero, ¿privarse de sexo por un par de años no es casi como una condena? En mi caso no lo es, porque prefiero guardar castidad por un par de años, dentro de esta nueva normalidad, hasta que se dé el visto bueno a una vacuna que me permita tener la garantía que el resto de mi vida, pueda seguir haciendo el amor, con las muchachas mayores de edad que yo elija, sin temer a contagios o transgresiones ante La Ley. Es cierto, me estoy olvidando qué es el placer y, los videos porno me aburren, si es que no he tenido sexo virtual o desde video conferencias con muchachas que bien, pudieron hacerme caso ante mis solicitudes con consentimiento de ellas, porque eso me parece muy tonto o, dentro de mi experiencia mundana, me parece propio de quienes no conocen del placer que se siente cuando se hace el amor persona a persona, es decir, de varón a mujer. Estos días son esto, escribir, leer y no vivir, si es que le llamo vivir a tener sexo, así haya sido con trabajadoras sexuales sanas con quien el trato fue siempre: no ceder derechos sobre mi libertad, no ser llamado por ellas, no permitir que entren en mi vida y, estar ellas siempre dispuestas para complacerme en todo lo que yo deseara a la hora en que las llamara, teniendo así la libertad y tiempo que requiero para poder abocarme a mis estudios, lecturas, escritos y la soledad que es propia de los escritores, si acaso, todos los escritores somos solitarios por antonomasia y no queremos tener hijos ni casarnos. Si el amor dentro de nuestro aprendizaje nos encaminó hacia una libertad donde comprendimos a tiempo la necesidad de tener un espacio propio, sin tener la obligación de criar hijos o asumir un compromiso, donde a consciencia, supimos que esto implicaría renunciar a nuestras vocaciones. Que si esto le resta autoridad para que el Escritor escriba sin el conocimiento o sabiduría adecuada para hacer literatura sin tener un el soporte que da el ser padre de familia que asume sus responsabilidades, no es dable, porque muchos llegaron a ser padres o madres sin saber en qué se estaban metiendo o haber madurado, siendo ello algo que compensa desde mis vivencias el por qué he escrito tanto sobre los embarazos no deseados y el cómo evitarlos, con los alcances que da la medicina, si es que se trate de traer hijos a este mundo, cuando ya todo haya sido resuelto dentro del destino personal de cada persona, con mayor razón en un mundo que está en crisis y, el sexo, para los solteros y Escritores como yo, a voluntad ha sido dejado de lado, por no ser esencial, si es que sigo fiel a la consignan de salvar a este mundo, consigna con la cual nació mi generación y sé, si me hubiera casado, no tendría voluntad ni para cambiar con el control remoto de canal. Julio Mauricio Pacheco Polanco Escritor Todos los Derechos Reservados para Julio Mauricio Pacheco Polanco

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