LITERATURA DESDE EL CONFINAMIENTO

Trato de pensar en cómo serán o fueron estos días de los que son alcohólicos, o padecieron de otras adicciones que sabemos, no tienen cura. ¿Refugiaron el estrés o si lo hubo, depresiones, tomando compulsivamente? Las calles en los primeros días estuvieron vacías y, el comercio se supeditó a lo esencial, sea desde farmacias o boticas, hasta bodegas y bancos, nada más, si es que se sentía una paranoia donde todos eran potenciales portadores del virus. No fue nada fácil, mucho menos el adaptarse a estar más de 100 días en casa. ¿Cómo la pasaron las familias que vivían en espacios reducidos donde apenas cabían camas y un espacio muy pequeño donde cerca de 5 personas pudieron muy bien matarse, no solo por estar confinadas, sino, por no poder soportarse día a día, mientras los confinamientos se prolongaban cada vez que el Presidente de la República aplazaba la cuarenta. Los jóvenes de vida liberal, no soportaron estos confinamientos y buscaron la menor excusa para reunirse con sus amistades y beber. Algunos Escritores perdieron sus valores como fe en el ser humano y dieron a conocer qué hay dentro de sus corazones, se les había acabado su discurso bonito de escritores. Las calles despobladas, eran reclamadas por bellas muchachas que querían que se levantara la cuarentena para irse de juerga o farra, para beber desenfrenadamente, drogarse y, en consecuencia, tener sexo con el hombre de turno. De una u otra manera, desde las redes sociales, la gente expulsó odio y diatribas contra el gobierno, no por carencias económicas, que eso ya lo he escrito en uno de mis recientes libros, reclamaban poder hacer de sus vidas lo que quisieran, desde un libertinaje ya conocido por todos, donde hay enfermedades de transmisión sexual, alcohol, drogas y discursos anarquistas que solo respondieron a sus propósitos o planes de vida frustrados por venir de contextos donde se había transado con la corrupción y, bajo consignas, estaban y están obligados a promover el caos, porque, de algo deben comer, si es que las ONG que avalaron la ideología de género, los colectivos LGTB y no sé qué más, con las pro-aborto, recibían dinero para sus vicios ya mencionados, donde todo principio moral fue destruido, desde ciertos sectores de la intelectualidad que encima, reclamó para sí, el apoyo de un Ministerio de Cultura que debía destinar una cantidad de dinero que, iba a ser despilfarrado por los anti-valores que promueve el arte en esta parte del país. Fuera de ello, la gente empezó a perder gradualmente la razón, hasta que se adaptó y resignadamente, empezó a vivir esta nueva normalidad, contemplando un mundo nuevo, desde donde no daban credibilidad no al hecho que en esta región el dinero no faltara, sino, que no supieran qué hacer con éste, cuando sabían bien que las reuniones están prohibidas y no pudieron hacer sus orgías, todo en nombre de una Literatura que el mundo no necesita. El resto de universo de personas, se desentendió como hasta ahora de los protocolos de bioseguridad y, asintomáticos o no, sin importar que sean madres de familia o adultos mayores, vienen haciendo lo que les da la gana, sin respetar a La Ley, que desde que empezó la cuarentena, veló por el Bien del pueblo peruano. Así, mucha gente, con el dinero fácil, se enriqueció rápidamente, sin considerar que El Crimen Organizado da una cantidad de dinero para que sea blanqueado, pero cada vez entrega más y cada vez, exige más. Así, en estos contextos donde el Estado, buscó todas las formas posibles para salvar la país, se vio involucrado en casos de corrupción donde daba la impresión que el Presidente, por más que insistiera en decir que estaba rodeado de gente de su confianza, le traicionaban, robándole al pueblo peruano, entre despidos constantes, de cargos de confianza, que empezaron a restar credibilidad en los confinamientos que fueron hechos para evitar la propagación del virus. No es una idiosincrasia solo peruana, a las personas no les gusta que les controlen, eso es cultural, sobre todo, cuando saben que el estar vigiladas, implique enterarse de sus intimidades que por cierto, no fueron tan decentes. Mucha gente por el contrario, se refugió en la religión o el espiritualismo, cosa que no vi por malo, lo que sí me llamó la atención fueron los primeros comentarios desde las redes sociales, donde, gente perversa y llena de maldad, proclamaban que debíamos humillarnos ante Dios, porque esto era un castigo divino y, tal vez la gente hizo caso a esto, por los excesos cometidos, propios de un Capital Socialismo, donde el que tenía dinero, podía hacer lo que le diera la gana, dejando de lado la ilustración o, leyendo textos que nada bueno aportaban a sus lectores, salvo sean libros de obligada compra, para tenerlos en sus estantes de libros, sin que se les ojeara, porque la gente estaba tan llena de vida mundana, que prefirieron las noches de desenfreno bajo la premisa: “más se aprende hablando que leyendo”, dejando en evidencia que profesionales egresados de carreras de mucho prestigio, fueran analfabetos disfuncionales, es decir, personas que no sabían escribir, si es que el hábito de la buena redacción es algo que se hereda o se corrige con la lectura de libros y un estudio constante. Así, la sociedad estuvo llena de personas que repetían lo que otros decían, aumentando con palabras suyas a lo que según, ocurrió desde una anécdota. Nunca hubo tanto dinero al alcance de personas poco letradas que usaron el sexo como medio para obtener sus objetivos, objetivos que por cierto, siempre fueron consignas obligadas para estar en una tribu o grupo de personas, donde se debía hacer lo que los demás hicieran, para no ser excluidos y condenados a un ostracismo que en la cuarentena les enloqueció, si es que fue lo más temido, estar en soledad y no tener con quien cometer los excesos mencionados, sin para nada, preocuparse si es que eran portadores asintomáticos y, que el Perú necesitaba del esfuerzo de cada uno de nosotros. Finalizando que fue el mismo pueblo peruano el que concluyó que el verdadero virus era el peruano, cuando en realidad, fue el ser humano en general que quiso hacer de las suyas, sin tomar consciencia en que la gente moría diariamente, entre ideas conspirativas de un virus inventado o, que no tuvo el alcance que si tienen otras enfermedades, cosa que por cierto, eso le tocará juzgar a la Historia y no a nosotros, que el relieve de las verdades, es algo que nunca se pudo ocultar en ninguna etapa de nuestra estancia en el mundo. Julio Mauricio Pacheco Polanco Escritor Todos los Derechos Reservados para Julio Mauricio Pacheco Polanco

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