EL CAPITAL INFORMAL Y “LA NUEVA NORMALIDAD”

Se tomaron todas las medidas de seguridad desde el 16 de marzo del presente 2020, desde un confinamiento social obligado, hasta un toque de queda, que el pueblo peruano celebró. El Presidente de La República, Martín Vizcarra Cornejo, tomó una iniciativa audaz y fue uno de los pioneros en el mundo, ante la crisis sanitaria que se veía venir, con contados pocos casos en Perú, con el precedente que el virus se había propagado en Italia, España, Gran Bretaña y por supuesto, China. El pueblo peruano acató lo dictado por La Ley, lo cual lo consideró como una medida acertada en bien de toda la nación. Se hizo costumbre aplaudir al cuerpo médico como a las Fuerzas del Orden, desplegadas con todo El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, para unir fuerzas y enfrentar, lo que con el pasar de los días, se convertiría en lo que es hasta hoy: una Pandemia. Las Fuerzas del Orden capturaban a desadaptados sociales que infringían los toques de queda, dedicándose a beber y consumir drogas. Y esto fue recibido con aplausos por la mayoría de ciudadanos peruanos. Está demás decir que estas medidas de cuarentena fueron prolongándose en todo el país hasta este 30 de junio, donde se ha focalizado, como es en el caso de la ciudad donde radico, Arequipa, la segunda ciudad más importante en Perú, donde hay un eje de comercio que vincula a todo el sur del país, por contar con un puerto que tiene salida a todos los continentes del mundo. Fue muy penoso ver familias que en grandes caravanas, retornaban a sus pueblos de origen, desde largas caminatas de familias enteras por las carreteras, ya que se habían quedado sin dinero para afrontar sus gastos y, no contaban con lo necesario para una vida basada en lo esencial, es decir, alimentos, salud, y liquidez. Llegó la gente a dormir en las calles, al no poder contar con movilidad para retornar a sus pueblos, desde la capital de Perú, Lima, hasta pueblos muy alejados del interior de Perú. Los medios de comunicación, desde el extranjero, luego de felicitar al Perú, por haber tomado medidas preventivas de pronóstico exitoso, fueron cambiando de opinión al declarar ante la opinión mundial que: ¿cómo era posible si en Perú, todo se había hecho bien, fuera uno de los países con más infectados en el planeta? El Presidente daba bonos para auxiliar a la gente más necesitada que incurrieron en faltar normas de bioseguridad recomendadas por protocolos que pocas personas cumplían, llegándose a afirmar que mientras que el Presidente hacía uso de los recursos del Estado, para apaciguar la carencia de liquidez o dinero para que las familias más vulnerables, pudieran sustentar gastos para lo esencial, estas medidas habrían ocasionado que el foco de infección se propagara más. Lo curioso era ver que mientras unas personas hacían colas en los bancos para cobrar estos bonos que daba el Estado, otras personas hacían largas colas con cajas de cerveza en pilas, para comprar de almacenes, cerveza, para su consumo personal, siendo alertado el planeta de una gran hambruna, siendo ya no una crisis sanitaria, sino, económica, a nivel mundial, y un producto bruto interno había caído de manera aterradora y desde mi lectura, temí por actos vandálicos, saqueos, o robos, ocasionados por la falta de dinero para subsistir. Esa extrema pobreza de la cual tanto se habló desde un jueves negro en la Bolsa de Valores, dio a entender que USA estaba en una recesión tan fuerte como la que se vivió en 1929, donde USA llegó a una crisis tan fuerte, en la que, las personas, acostumbradas a una vida de lujos y todo tipo de comodidades, pasó de la noche a la mañana, a hacer largas colas en las calles principales de New York, a hacer colas, para tener un plato de comida. Así fue el panorama a nivel mundial, entre confinamientos donde la gente reclamaba airadamente contra los gobernantes por empezar a considerar que las medidas tomadas por todos los gobernantes de los países afectados, eran muy rigurosas, si es que en Perú, se restringieron las libertades y, se prohibieron reuniones grupales como el derecho a que La Ley interviniera a todo aquel que no guardara los protocolos establecidos por un bien común social. En Perú, se cerraron no solo fronteras con el extranjero, además se cerraron fronteras inter provinciales, si es que esto fue en las ciudades como Arequipa, donde no se podía salir de los distritos por ninguna razón, y las recomendaciones fueron claras: solo una persona podía salir para abastecer a su familia, para la compra de lo esencial. Las medidas tomadas por el Gobierno fueron mayores, llegando a tomarse test de 20,000 descartes del virus diarios, desde los mercados feriales, hasta los bancos, hospitales y lugares de trabajo. La recomendación que debía ser cumplida era llevar barbijos o mascarillas, guantes descartables, el uso del alcohol y, una severa limpieza diaria de los lugares de residencia donde la pulcritud en el aseo más que una costumbre, se convirtió en una disciplina a la cual nos habituamos diariamente. Pero el temor era mayor: la economía en Perú estaba en descenso, la crisis económica tendría que forzosamente afectar a los cerca de 32 millones de peruanos que perdieron sus trabajos y, los que trabajan sea para las instituciones privadas, empezaron a hacerlo desde sus casas con teletrabajos o trabajos remotos. El temor fue que el dinero escasearía y era fundado en una realidad donde todos estuvimos confinados, bajo un toque de queda que duró y sigue durando desde el 16 de marzo hasta la fecha, hoy 3 de julio, en Arequipa. El temor se hizo generalizado: todos eran portadores del virus hasta llegar a la fase 4, basada en el código de guerra donde, los médicos, podían tener la libertad de decidir a quién podían salvarles la vida, en sistemas sanitarios que colapsaron y no habían los equipos necesarios para salvar las vidas de aquellas personas infectadas con el virus y que literalmente, se ahogaban y necesitan de oxígeno desde las Unidades de Cuidados Intensivos que, carecían de especialistas intensivistas para dar un tratamiento adecuado y por demás, tortuoso. Se empezó a utilizar tratamientos alternativos por parte de médicos que rompieron con los protocolos ordenados por la Organización Mundial de la Salud, (OMS), desde la que se ordenaba un solo tratamiento a nivel mundial a seguir por todo el cuerpo médico en el planeta o los países afectados, mientras las clínicas privadas empezaron a cobrar sumas cuantiosas de dinero que eran pagadas por gente que desesperada, hacía uso de sus recursos económicos para salvar a sus familiares, levantando las voces de protesta por parte de una ciudadanía que vio en las clínicas privadas un abuso por parte de sus servicios, lucrando con las vidas de las personas. Sin embargo, la crisis económica era comentada desde los medios de comunicación, entre gente agitadora que se negaba a creer que el virus existía y, personas que morían, entre médicos, policías y cuerpo integrante del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Se llegó a pensar que este era el fin del mundo y se le dio connotaciones de un apocalipsis propio del castigo de Dios por los pecados cometidos por una sociedad peruana que se caracterizó por una vida llena de bonanza y comodidades de la cual fue privada desde sus confinamientos, cuando todos sabemos que la economía en países como Perú, México y Argentina, casi el 70% de su economía es informal, es decir, no paga impuestos y maneja dinero del mercado negro, lo cual instara al Presidente de la República, Martín Vizcarra Cornejo, emplazar medidas de formalización del comercio en Perú, cosa que no se cumplió, porque el dinero que produjo la bonanza en Perú, precisamente vino siempre del mercado negro, con dinero negro que otorgó licencias para que aquellas personas que acusaron en su momento que: no tenían otra opción, o morir de hambre, o infectarse con el virus, ante una extrema pobreza que parecía condenar al pueblo peruano a la muerte por inanición o por el virus. Así, gradualmente la gente tuvo que empezar a reinventarse, invirtiendo su capital en otros rubros siempre bajo las normas de los protocolos de bioseguridad, para mover una economía donde la gente dejó de reclamar ante una severa crisis económica por parte de los sectores vulnerables que señalaron una pobreza extrema mundial. ¿Era un plan maquiavélico para que desapareciera la gente más humilde del planeta? Las denuncias por corrupción no tardaron en llegar, entre alcaldes que no cumplían con las órdenes venidas desde el Estado, con el fin de repartir canastas familiares que asistieran a las personas más pobres, cosa que no se cumplió, pese a la exhortación de Martín Vizcarra Cornejo, quien llamó constantemente desde sus discursos diarios dados por la televisión para que fueran asistidas las personas que carecían de recursos económicos. Por el contrario, dentro de una idiosincrasia milenaria, que nos es propia de América, la gente no dejó sus hábitos alcohólicos ni del consumo de drogas o la visita diaria a los burdeles donde se hace el sexo pagado. Qué ocurrió entonces en Perú cuando de pronto, en Arequipa, la economía no se detuvo, siendo un nexo para el narcotráfico desde su puerto principal y, los informales que ya no reclamaban por la carencia de recursos económicos sino, por los confinamientos, por no poder seguir soportando el confinamiento que les impedía llevar la vida que se llevó antes, con amplias libertades para volver a la vida licenciosa llevada. El clamor se convirtió en ello de pronto:” ¡no aguantamos seguir encerrados más de 100 días en nuestras casas!”. Si bien, el cercado de la ciudad, poblado de gente, se convirtió en un foco infeccioso de personas asintomáticas que habiendo superado el virus, empezaron a hacer sus vidas, bajo los protocolos de bioseguridad, bajo confinamientos ordenados por el Estado, con el fin de proteger a las personas más vulnerables del país. Sin embargo, el virus llegó a afectar a personas que no estaban dentro del rango de personas sensibles al virus entre medidas de subvención por parte del Estado para que , las personas de bajos recursos, pudieran ser atendidas en clínicas privadas que a costos altos, daban tratamientos, en la mayoría de veces, exitoso, ante el virus. Era normal ver policías y personal del ejército en las avenidas principales de la ciudad poner orden mientras que los Malls o centros comerciales, quebraban, por no tener la cantidad de personas que normalmente eran asiduas a su comercio que iban desde súper mercados hasta boutiques de ropa de marca, como patios de comida y gimnasios. El estrés generado por parte de los empleadores a las personas que debían trabajar se incrementó al obligárseles a los empleados u obreros, ser evaluados constantemente por la medición de la temperatura, obligándoseles a trabajar bajo el rigor de quienes debían usar implementos propios de protección, para evitar que la producción fuera paralizada por el virus. Sin embargo, la economía y el peligro de una extrema pobreza no afectaron en nada los ingresos de los comerciantes que bajo los protocolos de bioseguridad, empezaron a hacer dinero, si es que se comentaba declaradamente que surgieron nuevos ricos en plena crisis sin explicarse cómo sucedía esto. ¿Que si hubo otra vía?, pues no, no la hubo, fue la informalidad la que salvó la economía de Arequipa, donde los mercados y flujos de capitales no afectó a sectores de la población que movían dinero o liquidez dentro de esta nueva normalidad que, bajo el lema de un mundo mejor, tuvo que tomar un decisión ante la crisis económica que pudo asolar a esta región del país, ocasionando un falso bienestar económico, cuando todos sabemos que el dinero que viene del Crimen Organizado, debe ser devuelto bajo condiciones severas, entre lavado de activos, blanqueo de dinero, lavado de dinero, negocios tapaderos y, la extorsión al momento de devolver el dinero que fue dado para salvar la economía en esta parte de Perú, donde las personas empezaron a comprar autos del año, a precios muy elevados, muy al hecho que todos éramos conscientes que son tiempos para ahorrar y no para despilfarrarlo. Así, el Estado peruano fue secuestrado por el Crimen Organizado que salvó la economía en esta región del país para que diera liquidez o dinero para contrarrestar la crisis económica que amenazó con una extrema pobreza que estaba señalada hasta fines del 2021, que según, los especialistas, sería el inicio de la reactivación de la economía de los grandes mercados de las grandes potencias dentro del planeta, si es que para ese entonces, la población mundial contara con una vacuna 100% comprobada que no hiciera daño con secuelas, a la humanidad y, nos devolviera, bajo los rigores de una nueva normalidad a un nuevo mundo, cuya tragedia es ahora, tener mucho dinero, pero no saber qué hacer con éste, desde los confinamientos, que siendo focalizados ahora en Perú, está propenso a rebrotes como los que hay otra vez en los países del viejo mundo o la China misma. Así, El Crimen Organizado ha creado un Estado dentro del Estado peruano, donde mueve su dinero, lo cual mueve la economía en la región, para contrarrestar esa hambruna o pobreza extrema que debía asolar a las poblaciones vulnerables que, temieron por la carencia de liquidez ante la falta de trabajo y por ende, una crisis económica que tuvo obligadamente entrar en la transa con una informalidad, donde los asintomáticos de este lado del país, han aceptado los protocolos de bioseguridad, en negocios reinventados, con la salvedad que han vendido sus vidas al Crimen Organizado, quien reconozcámoslo o no, fue la única vía para salvar a esta parte del país. Por mi parte, dentro de mi vida austera, y castidad aceptada, sin haber transado con El Crimen Organizado, guardando lo que dicta La ley, contemplo una Nación que luchó severamente contra la Corrupción y fracasó, como seguramente debe ocurrir en diferentes partes del mundo, ante la impotencia de un Presidente que se vio de manos atadas, ante no saber qué hacer, para solucionar el hambre y la liquidez necesaria para que la economía no se paralizara, ante una extrema pobreza que observo con austeridad, ante una coyuntura donde se quiso salvar al país, y no tuvo otra alternativa. 02 de julio del 2020 Julio Mauricio Pacheco Polanco Escritor y Pensador Libre Julio Mauricio Pacheco Polanco, es Pensador Libre, de vida austera, sin haber transado con la corrupción. Escritor judío peruano, nacido el 11 de octubre de 1971 en El Puerto Bravo de Mollendo, radica en la ciudad de Arequipa. Guarda confinamiento desde el 16 de marzo, acatando lo que ordena La Ley, por el bien peruano, bajo el Gobierno de, Martín Vizcarra Cornejo. En este opúsculo revela cómo el Crimen Organizado salvó la inminente pobreza a la cual se vería sometida la región donde vive, dando liquidez para que los mercados no se paralizaran y el movimiento económico siguiera fluyendo, creando un “Estado”, dentro del “Estado”. Lleva su vida bajo los protocolos de bioseguridad que sigue severamente hasta que aparezca una vacuna que demostrada, no afecte a la salud del ser humano y, se reintegre a la sociedad, bajo lo establecido de “una nueva normalidad” dentro de un mundo nuevo.

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