EL HOMBRE QUE QUISO LLEGAR A LAS 1,000 MUCHACHAS ANTES DE LA PANDEMIA





No entiendo a qué juegas nena
Mira que eso que tú llamas amor
Son unos billetes menos para mí
A toda mi voluntad
El jardín está lleno de flores
Y cada estación nacen nuevas para las que ya están muertas
Por qué tendría que cuidar una que se marchitará
Si cada estación la vida fluye donde hay muchachas felices
No sé a qué juegas
Cuando no tengo tiempo ni deseos de estar con una sola
Mira que no me perdí en este confinamiento
Entiendo que muchos no lo soportaron
Pero yo no doy paso sobre el mismo camino
Un día podré salir de casa para volver a ser feliz
¿Alguien puede obligarme a quedarme con una sola?
El amor, eso que ustedes llaman amor
Es algo que me aburre
El placer, eso que las muchachas felices dan
Es eso en lo que creo
Mira que son 5 meses donde no he hablado con mujeres
Apenas un hola y un adiós
Qué es un varón libre que sonríe
Así esté encerrado en su apartamento
¿No conozco los lechos donde habrá vida otra vez?
Pruebo de mi limonada mientras escribo
Quizás alguien esté dispuesto a aguantarte
Las paredes de mi habitación han sido perforadas
Por la soledad y erecciones muy duras y calientes
Y en ningún momento he pedido amor
Solo he extrañado el sexo continuo
Y los deseos de hacer el amor con todas
Sin repetir de ninguna
¿No es mejor hacer el amor con la mujer de quien nada sabes?
Segundos apenas para desvestirme y penetrar
No me interesan historias de ex
Ni cómo fue tu vida
Solo quiero orgasmos tras orgasmos
Donde los rostros de ellas lo dicen todo
Úteros que botan fuego
Y horas de horas sin parar
Sin querer tener hijos
Sin querer perpetuar mis apellidos
Otro será el día cuando pueda salir de mi apartamento
Estoy esperando ese día
Porque lo único que extraño son las vaginas
Nada más tiene importancia
Nada.

Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor
Todos los Derechos Reservados para
Julio Mauricio Pacheco Polanco





Comentarios

Entradas populares de este blog

MANUAL PARA NO DESPERDICIAR LAS NOCHES

EL POEMA QUE HONRÓ AL MUNDO

EL CORAZÓN QUE VOLVIÓ A SU DUEÑO