MI DESCREIMIENTO EN EL SER HUMANO, ESCRITOS DE ALGUIEN QUE QUISO SALVAR AL MUNDO
Era el 28 de
julio aquí en Arequipa, y en un local céntrico del cercado de la ciudad, a todo
volumen se hacía una fiesta donde nadie usaba barbijos y se bebía alcohol. No creas
en lo que la gente te diga, cree en lo que veas. A cerca de las 8 de la noche,
vi dos puestos donde vendían comidas chatarras y adultos mayores sin barbijos. En
los días más críticos de la pandemia, cuando el oxígeno era muy puro y se podía
sentir el olor a la carne a 20 metros de distancia cuando salía cada 15 días
para hacer las compras especuladas en el precio, no entendía que la gente en
otra parte de la ciudad hacía su vida de manera normal. Antes de la pandemia,
dos efectivos policiales me dijeron bien claro: mire señor escritor, pensábamos
que había pobreza en las zonas periféricas del distrito, porque las casas que interveníamos,
tenían fachadas de bloques de sillar montados unos sobre otros y pensamos que
allí vivía gente muy pobre, pero al ingresar a los interiores, nos dimos con la
sorpresa que esas casas de fachadas muy precarias, tenían paredes interiores
marmoleadas, acabados en enchape de la mejor madera, la más cara, con
televisores que solo la clase alta puede comprar y, como puede imaginar, todas
las comodidades propias de quienes viven en bonanza, le informo esto para que
lo escriba. Y así evoco la supuesta pobreza de Arequipa, que es el referente de
la economía en Perú por ser la segunda ciudad más importante de mi país.
Mi vida no ha
cambiado, sigo saliendo como de costumbre a tomar sol, dos horas diarias, si es
que mantuve encierro voluntario porque La Ley lo ordenó para todo el país, y
fueron largos días hasta el discurso del Presidente a fines de junio. Largos días
donde no me llevaba bien con mi padre y los medios de comunicación llenaban de
terror a cada momento. Desde entonces, cuando salimos por breves minutos,
parecía que se celebraban Fiestas Patrias en la ciudad. Arequipa siempre
se ha caracterizado por tener un caos vehicular imposible de ser controlado. Eso
es igual ahora, en plena crisis sanitaria y estado de emergencia. ¿Quién conspiró
contra el ser humano?, pues el mismo ser humano. He visto adultos mayores sin
barbijo y también a personas que postean sus videos desde las redes sociales,
mostrando la soledad de la ciudad donde no hay gente, y esto ha sido hecho a
propósito, con el fin de generar miedo y hacer creer a los que hasta ahora
creen que esto es el fin del mundo, que la ciudad está desierta. Y eso no es
así. Y los escritores se prestaron para esta gran mentira mientras posteaban
fotos bebiendo cuando el confinamiento era obligado por Ley. Nadie te dice
nada, si te mueres, te mueres y a nadie le importa y, si pueden, te meten miedo
diciendo que la ciudad está vacía, que quienes están robando al pueblo son los
más ricos, pero enterarme que por donde vivo, han abierto una tienda de comida
para mascotas es pensar que la gente tiene dinero para gastarlo en algo
superfluo: dar de comer a sus perros. Entonces hay dinero, no hay crisis
económica y, todos mienten.
Cómo puedo
así salvar a un mundo que me mintió todo este tiempo.
¿La gente
tiene terror del virus?, ¿o aprovecha este para meter terror a la gente con
fines políticos? Ya el 29 de julio grabé un video donde la gente en la avenida
principal de la ciudad era de tránsito normal como vehicular. Sabía que había
gente que hacía su vida diciendo: prefiero morir del virus que de hambre y, no
murieron. No creo en la resistencia de los que enuncian ese discurso.
Mi vida no va
a cambiar, siempre fue así, salía a tomar sol a medio día a la puerta de mi apartamento, salvo que ya no
contrataré servicios de trabajadoras sexuales.
Me canso de
ver cómo critican duro al Gobernador o al Presidente y le echan la culpa. Esto es,
entiendo bien, por razones políticas, por esa repartijas propia de quienes se
meten en política solo para robar, desde los llamados líderes, hasta los que
están dentro de los partidos políticos, esperando vivir a expensas del Estado,
con trabajos donde no hacen nada, solo sentarse frente a sus escritorios y
llenar crucigramas, como lo viera una vez en el Gobierno Regional hace años
ante mi asombro: para eso apoyaron a un candidato, para no hacer nada y vivir
de nuestros impuestos que pagamos todos los contribuyentes.
Joven lector:
nunca confíes en los hombres mayores, ellos ya fueron destruidos moralmente y están
convencidos que el dinero fácil es la manera correcta de vivir, por supuesto
que te querrán dar consejo de cómo es la vida, pero te están mintiendo, porque
llegado el momento te odiarán si es que eres Impoluto, porque pocas personas
son Impolutas en este planeta.
El silencio
es algo agradable, sobre todo cuando eres un Pensador Libre que no recibió una
sola moneda del Gobierno en esta pandemia y, no escribe por consigna alguna. Uno
mismo se desengaña. Así es la pandemia en Perú, así es el terror, para las
personas que aún siguen encerradas en sus casas pensando que es el fin del
mundo, si es que son pocas, si es que fui el último, en darme cuenta de ello,
ante mis narices, sin que nadie me dijera nada.
Mi vida solo
cambió en algo: el liberarme de las trabajadoras sexuales y el vicio del placer,
porque para ser más sincero, hace tiempo que no voy al cercado de la ciudad, si
es que hablo desde antes de la pandemia, cuando no querían que viera, lo que
allí ocurre, si es que ocultaban algo, cuando en realidad, más presté atención
a mis escritos, que a sus mafias.
Julio Mauricio
Pacheco Polanco
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Pacheco Polanco
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