MARIO VARGAS LLOSA, EL ESCRITOR
Se sentaba
todas las mañanas a leer los libros que llevaban su nombre
Se preguntaba
qué escritos tan maravillosos eran esos,
Es cierto,
él jamás escribiría algo así,
A veces
estaba de acuerdo con lo leído
Otras, renegaba de su nombre
Su nombre,
el nombre de todos los escritores
El nombre
de los premiados por El Nobel.
En realidad,
él era el que se echaba llave en su estudio
Para no ser
interrumpido por nadie
Para pensar
en la historia secuestrada
En todas
las vanas horas perdidas
Cuando creyó
ciegamente en los libros, en la universidad
En la
ignorancia en los discursos de la cátedra
En los
pocos billetes que le quedaban de la gran fortuna de su madre
En los
libros publicados por Carlos Barral
En los
Poetas de quienes poco supo desde entonces
Los Poetas
del pasado, las páginas que no estaban en blanco
Las páginas
escritas por personajes negros
Por los
mercaderes de la palabra, los que usaron los nombres
Todos los
nombres de los escritores
Para vender
libros, libros que ellos no escribieron
Y que
debían presentar de ciudad en ciudad
Esperando las
preguntas sobre obras que debían estudiar
Porque, además,
ellos eran los primeros lectores de los libros escritos
Que llevaban
sus nombres,
Entre premios
otorgados, reconocimientos por obras que ellos no escribieron,
La vida
pudo ser mejor, pensó Mario,
Lo que en
realidad quiso escribir, pudo decir muchas otras cosas,
Pero no,
nunca más volvió a escribir,
Renunciaba diariamente
a escribir sus propios libros,
Apenas hubo
tiempo entre las columnas que debía defender desde los principales diarios
Las palabras
nuevas a conocer
Las críticas
por cosas que él no pensaba
Los libros
donde se defendían causas que él no defendía
La esclavitud
desde la Literatura
El sueño
destrozado del poeta
Del que
creyó poder vivir de la literatura
Del que
estaba unido a los del Boom por una misma causa
Como los, 100 años de soledad, que Gabriel García Márquez nunca escribió
Cuando desesperado,
envió un mamarracho a su editor
Y se dio
con la sorpresa que habían escrito una obra maestra con su nombre
Que tampoco
le publicarían sus libros escritos por él,
Que así fue
con todos los autores del Boom,
Que no fue
un crimen cometido contra los defensores latinoamericanos de La Palabra,
Que lo
hacían con todos,
Que nadie
en la historia se libró, esa historia reescrita cada cierto tiempo,
Cada fin
del mundo logrado,
Cada noche
oscura desde París, donde se sentaban en los cafés
Para hablar
sobre el perdido Hemingway
Por citar
un ejemplo, para especular sobre sus verdaderos escritos,
Por querer
saber, dónde estaban los verdaderos libros,
Esos que
llenaron las páginas a fuerza de vísceras y garganta silenciada,
Cuando aún
se creía en La Literatura,
Cuando las
manos ingenuas de temperamento iracundo
Dejaban los
manuscritos en las imprentas,
Para al
momento de leer sus primeros libros
Se encontrasen
con otras historias,
Con sus
Nombres.
Julio Mauricio
Pacheco Polanco
Escritor
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Julio Mauricio
Pacheco Polanco
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