LAS MUCHACHAS EN LA
UNIVERSIDAD
A mis 25 años no solo
me sentía el rey del mundo
Arrastraba la fama de
haber leído a esa edad, nada menos que 500 gruesos libros
Si bien se me
consideraba un hombre de mundo
Era alguien totalmente
inexperto con las mujeres
A pesar de tener éxito
con los besos espontáneos
El libre acceso a todas
las muchachas que deseara conocer
-una mirada sonriente
que se fijara en mí era una conquista segura-
-o lo que creía era una
conquista para mí en esos entonces-
Debo ser preciso: amé
tantas veces con tanta intensidad que
Me veía obligado a
escribir para encontrar las palabras que quería decirles.
Escribir era un oficio
para enamorar, un oficio en el que he fracasado siempre
Entre besos y lo que es
ahora, sexo casual, sin compromisos
O ánimos de tener
compromiso con mujer alguna,
Solo una mirada
tranquila hacia el cielo de esta ciudad
Fumando un cigarrillo
mentolado, tomando café en jarras de 3 litros
Y guardando silencio
hasta esclarecer lo que es inútil
Y sin embargo me
fascina.
Veo a todas partes y sé
que todos nos damos cuenta de lo mismo
No existen soluciones
para nada ni para nadie
Mientras vemos cambiar
al mundo a la fuerza
Sin que se nos
consulte, sin que nada podamos hacer
Solo observar, perder
la fe en Dios, u orarle para pasar el tiempo
Para no sucumbir ante
la locura de un vacío que se siente en todas partes
Ausencias donde vemos
en el tiempo hacia atrás, hacia este momento
O hacia un futuro que
nos da vértigo
Y así transcurrimos
mientras sonrío en silencio
Porque las muchachas de
la universidad eran todo menos ingratas
Frases que ya no
recuerdo pero que aún las siento
Diálogos perdidos que
ellas han convertido en leyendas o en poemas
Que atribuyen mi
autoría, sin precisar si sea verdadero o falso
He escrito tanto y de
tantas cosas que podría decir que todo eso es cierto.
¿Experiencias duras?,
en su misma medida todos hemos pasado por ellas
Ante Dios nadie ha
sufrido más ni menos
Y ante Dios, nadie ha
logrado hallar las palabras perfectas para que el milagro se de
Y las horas marchan en
paz, en quietud
Como el viento que
frota mis narices y me repite que no estaré aquí para siempre
Que estas palabras
detienen en la historia urbana
Los años universitarios
donde fui feliz
Mientras sentado en la
puerta de mi apartamento
Calmo de espíritu, sé
de las empresas de los de destino difícil
Y entre un poco de café
y una calada de cigarrillo mentolado
Mis pensamientos viajan
a voluntad por todo el tiempo
A como me dé la gana
Mientras los niños
siguen poblando este mundo
Y las bellas muchachas
que no serán ya mías
Pasan dejando aromas
propios de sus años
Entre las palabras que
no diré, y mis ojos brillando por haber sido muy feliz,
Como siempre he
pretendido escribir
Y así lo afirmo, como
también escribo.
®Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor y Pensador
Libre
Arequipa, Perú
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