EL HOMBRE QUE NO CEDIÓ ANTE EL FIN DEL MUNDO


 


Después de todo, no compré compulsivamente papel higiénico para desearle la muerte a nadie desde los malls.

No le arruiné la vida a nadie ni jugué siendo, tampoco mentí, creo que fui un poco más lejos, creo que me tomé en serio el compromiso con el ser humano, hasta darme cuenta que este siempre va en picada y no espera héroes.

Tuve tiempo para meditar en todo lo bueno y lo malo, ¿alguna vez dentro de mí deseé el mal a alguien? Solo extrañé a las nuevas muchachas para hacer el amor, en esto debo ser sincero, estoy solo, porque las que conozco me han aburrido y, no estoy para nada dispuesto a amar, creo que esos problemas los evito a mis 51 años porque ya estoy viejo como para andar, dando lo mejor de mí, por mujeres que sé, solo querrán dominar y hacer que trabaje para ellas.

Es mejor dormir por la tarde y escuchar música, sin haber dejado hijos, sin tener que aguantar la voz de una mujer que jamás logrará entenderse y querrá desfogar su frustración conmigo.

Espero la quincena para hacer el amor con una muchacha veinteañera y sé, mientras en este momento hay hombres bebiendo y drogándose, nunca llegó la nueva normalidad, murió mucha gente, es cierto, y en ello no guardo culpa alguna, no soy Dios para ordenar y disponer en este mundo, pese a que en su momento, cuando el ser humano a mi entender, estuvo desamparado, sin dios vivo, mi voz que ahora está en el futuro que creí no llegaría, afirmó que no seríamos derrotados.

Y así es.

Me he quedado sin fe en ningún dios, creo que estamos y estaremos aquí sin saber la razón, no creo en ningún Dios que nos haga experimentar crueles vivencias para destruir al ser humano.

Es tan fácil enloquecer a las personas, es tan fácil volver infame a cualquiera, cuando te hacen creer que o eres tú o son los demás, sean quienes fueran.

Lo que hace el animal que habla por unos cuantos billetes, cuál animal que habla, me dirán mis lectores, me refiero a eso que ustedes llamaron homo sapiens y ahora a involucionado, es solo un animal que habla, porque si me van a decir que ustedes tienen consciencia, demostraron que no la tienen con los años que transcurrieron. Matan a quien sea por el insano placer de matar, sea quien sea, y nunca sienten culpa alguna.

Qué han ganado con todo esto, prefiero apartarme, no conozco mujer alguna que no esté vinculada a una muerte que no debió suceder, así, ¿alguna deba merecer eso que desapareció y nadie halló llamado: amor?

Felizmente puedo pagar por sexo cuando me sea necesario. No siento odio por nadie, los conozco muy bien y sé de sus flaquezas y miedos, sé de lo que son capaces cuando todos pierden el norte, y el tiempo ha pasado más rápido de lo que pensé. No creo en los viajes astrales, no creo en lo que pueda proponer una mente de alguien que ha estado encerrado mucho tiempo en una habitación. No me parece propio de un dios bueno que tenga el animal que habla, pasar por experiencias tan crueles, ¿le llaman juicio divino? Mira para lo que ha servido, la gente sigue bebiendo, siguen reproduciéndose y drogándose, más destruidos que antes, peores en su esencia, ¿estas lecciones debimos tener para ser peores personas? ¿Quién habla de derechos humanos?, si estos fueron vulnerados en todo el mundo.

Los crímenes perfectos tuvieron su tiempo y los animales que hablan los aprovecharon, ¿para qué?, para beber ahora en ausencia de seres que debían ser queridos y están ahora muertos.

Podría tomar una botella para embriagarme o llamar desesperadamente a una mujer del pasado, podría rogar por un poco de afecto, buscar a quien debió casarse conmigo a la fuerza y ahora se ha quedado sola, pero no, no haré eso, porque me parece muy tonto, no soy de las personas que buscan el sufrimiento, soy de los que buscan la felicidad y, si ésta no existe, pues me conformaré a escribir mientras tanto, porque sé que la hallé, haciéndole el amor a muchachas veinteañeras que les encanta el sexo y lo hacen por placer, desde las más hermosas, las que solo te piden unos cuantos billetes, porque las decentes, están muy locas, y ninguna merece la pena de ser soportada, si mi mundo es paz, tranquilidad, y dentro de mi libertad, a la cual disfruto, afirmo soy, el hombre que no cedió, el hombre que no se rindió.

 

Todos los Derechos Reservados para

Julio Mauricio Pacheco Polanco

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

 

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