ESCRIBIR Y LEER PARA NO PENSAR
Escribir y leer para no pensar. Hacer el amor con furia y suicidamente. Tomar
café cargado para flotar, fumando un cigarrillo mentolado. Evitar pensar en
política o religión. Escribir y leer para no pensar. Evadirse como cuando eras
niño y creías ser Superman, con súper poderes. Las muchachas que quisieron que
las bese y no besé, las muchachas que no sabían que las iba a besar, tampoco yo
y, las besé inesperadamente, como cuando sales a sumergirte en la ciudad a tus
18 años y no sabes qué pasará, hasta que ves creaturas con mucho magnetismo,
rostros bellos, muchachas moviéndose dentro de las calles, ¿amor, deseo,
atracción, curiosidad?, besos simplemente, besos para resistir, sin saber a
qué, sin saber hasta cuando, sin saber por qué. Entonces juegas con sus dedos,
juegas con sus largas cabelleras, no sabes lo que dices, no sabes lo que haces,
ellas están vulnerables, no hay tiempo para pensar en otras cosas, faltar a la
universidad, no ir a esa cita que acabas de romper sin que lo sepas, llegar
demasiado tarde a casa, contemplar el atardecer sin haberlo previsto, escuchar
poesía, el muchacho de las poesías, el que quiere ser escritor, el que un día
será escritor, las muchachas que deberían darle muchas historias para que las
escriba a sus 18 años, pero él es sólo besos, erecciones que desconocen cómo
profanar esas vulvas hasta llegar a lo más profundo de su útero, erecciones
peligrosas, esperma, embarazos no deseados o sí deseados, es el deseo, es el amor,
son los días precedentes de tristeza, no la volviste a ver, llamaste al número
que te dio y no es de ella, contesta otra persona, un extraño, alguien que
rompe el sueño, la ilusión, eso que se aproximaba demasiado al amor, algo que
te gustó, como para dominar las calles, como para querer saber de una y otra,
en los cafés, en las discotecas, en las bibliotecas, en el bus, caminando hacia
los centros culturales, presintiendo sin saber, el poder que tiene la juventud,
pasos rápidos, alguien busca el amor entre personas desconocidas, alguien
quiere saber de aquello que le hizo feliz, alguien es tan afortunado que cada
día es complacido siempre, testarudez, terquedad de los inocentes, no sabe que
son encuentros definitivos, como las hojas de las flores arrancadas que llevan
nombres que no existen, entre relatos y poemas que fluyen como derrame de
imágenes donde estar loco es lo más lindo que les puede pasar, a dos extraños,
quienes intuyen que todo pasa rápido, que el muchacho de las poesías tiene
razón, entonces el bus termina en un lugar diferente para cada una de ellas,
sin saber dónde termina la aventura, la hora, el día, la noche, el querer que eso
nunca acabe, como si el “me amas” fuera cierto, como si el poeta ignorara que
nunca más las volvería a ver, que fueron sólo ángeles encarnados en muchachas,
tiernos labios que se dejaron llevar por lo más tierno, dulces aromas a cuerpos
sin experiencia, tiempo a favor, tiempo en contra, siempre el atardecer, una
historia extraída de un libro para relatar como si fuera de uno, las manos
jugaban con dedos largos, dedos tibios que empezaban a calentarse sin que el
muchacho de los poemas supiera qué significaba eso, manos apretadas, la Luna
para ser testigo de historias donde lo presenciable era distinto a todo lo
acontecido: guerras mundiales, dictaduras, terrorismo, contratos sociales,
revoluciones, años de silencios tensos, días llenos de rutinas agobiantes,
noticias siempre falsas que estropeaban el inicio de cada día, apagar la
televisión, no volver a prender la radio, heavy metal en inglés, de cuya letra
no se sabe nada porque el poeta sólo habla español, pero el corazón late como
los tambores, como la batería que se destroza a golpes furiosos, como las
interrogantes que exigen ser resueltas, nadie sabe cómo será el futuro, nadie
quiere saberlo tampoco, alguien ha detenido el tiempo, alguien sabe cómo romper
las manijas del reloj, alguien ha propuesto un diálogo aparte, diferente a los
muchachos serios que no huelen a masturbaciones afiebradas y, son tan solemnes
como su impotencia, una canción para cantarla abrazados por las avenidas
principales, ¿sabes que el rock en esos entonces, dio razones para enamorar?, y
los poemas hablaban de reinos extraños y atrayentes, sus lectoras preguntaron
en qué momento aparecerían, mas no aparecían, otros mundos, otras
visiones, locura inédita, ¡carajo que
este huevón escribe de lo más lindo!, exclaman las muchachas, no sabe él que un
día será un guerrero, ignora las causas que defenderá, son tardes que terminan
en frases como: “no sabes lo que dices, ¿cómo puedes amarme sin no me conoces?”,
100,000 amores para resistir, para regresar satisfecho y sentarse frente a los
libros en las bibliotecas y, hallarlas confundidas entre los personajes de las
novelas, ceder a la derrota de buscarlas en las cientos de páginas escritas,
donde las palabras no las nombraban, tomar una taza con café, bien dulce, fumar
un cigarrillo, recostarse cansado sobre la cama, escuchar algo de música en el
programa radial donde ponen temas en inglés que suenan bien, creer en el
mañana, el día siguiente debería llamarla, dormir, ducharse bien temprano,
ponerse el jean nuevo, la polera bien lavada, las zapatillas puma por estrenar,
no hay barba en el rostro, oler a champú y bastante jabón para adolescentes,
tomar unos rines o monedas para llamarla desde un teléfono público: “lo siento,
número equivocado- volver a marcar- le dije que es número equivocado”, sentir
que algo se quiebra dentro de uno, dirigir los pasos hacia la biblioteca,
buscarla en los libros, buscarlas a una por una, páginas tras páginas, no
entiende el muchacho de las poesías las historias, sólo busca personajes reales
que deben hablar como ellas le hablaron. Escribir para no pensar, leer para no
pensar. Han pasado más de 3 décadas desde esos entonces, ahora las mujeres me
dan sexo por horas y el cuerpo de uno se siente bien, pero esas frases, esas
palabras, ¿dónde están?, dónde están los atardeceres de la inocencia, el tiempo
ha dejado un rastro con merecidos recuerdos. No hay nada de qué arrepentirse,
sólo celebrar los cojones que se tuvo en una década donde, amar estaba
prohibido, amar era un pecado, amores de un solo día, amores sin coito, amores
verdaderos, muchachas cuyos nombres no fueron reales, muchachas a las cuales
nunca más volvió a ver, estancias en los ciertos cielos. Escribir y leer para
no pensar, sólo eso. Nada más.
©Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor y Pensador Libre
Arequipa, Perú
28 de diciembre de 2023
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