JÓVENES POR SIEMPRE



 


¿Por qué? Ella me miró sin perturbo alguno. ¿Hablas en serio, Mauricio?, recuerda que, si nosotras no trabajáramos en esto, estarías condenado a asumir relaciones de pareja, con hijos incluidos y, sabemos y, tú sabes bien, eso no es lo que buscas en la vida. Entendí que a ambos nos gustaba lo mismo: el placer por el placer, no el tener hijos, mucho menos creer en los vínculos afectivos que, para mí, no existen entre un varón y una mujer, salvo sea si son completamente inocentes y, no saben qué es el amor. ¿Estás pensando otra vez en la mujer indicada? Contemplé sus senos de adolescente, su buen derrier, el deseo inmediato de hacerla mía en todas las poses que desee y que ella, sumisa y complaciente, las haría para mí goce, recordé en ese instante a una muchacha muy bella con quien compartía en un café en el centro de la ciudad, ella llevaba una pulsera por cuyo nombre pregunté: se llaman: “esclavas”, espera, puedo interpretarlo de manera literal, sé que hay regalos que significan algo, como un anillo, un arete, pero llamar a una pulsera, ¿esclava?, ella probó el café mirando a través de la puerta, el pasar de las personas, parecía estar tranquila, relajada, contenta con su forma de ser, hasta que me preguntó: Mauricio, ¿qué es lo que quieres de mí?, ¿hacer el amor?, ¿me has citado sólo para enterarte que soy la esclava sexual de un hombre que no conoces y me deja hacer libremente el amor con quien desee?

¿Por qué no hueles a sexo?, cuando entré a tu departamento, salía un hombre que no llevaba precisamente un rostro feliz, ¿no se supone que te visitamos los que hemos aguantado varios días de no masturbarnos, hasta tener el miembro viril muy grande, para luego llamarte, concertar una cita y luego hacerte el amor? Mauricio, ¿no te cansas de hacer preguntas?, supongo que eso siempre te dicen todas las mujeres que has conocido. Es cierto, no puedo con mis preguntas, pero no puedo evitar el querer saber por qué no huele tu apartamento a él,  ni siquiera hueles a sexo, está demás decirte que el olor de los orgasmos de nosotros los varones es muy fuerte. No preguntes por la impotencia de algunos varones que se conforman con tocar mi cuerpo y morder mis pezones. Vamos que ni siquiera te estimuló el Punto G, así no huelas a orgasmos, el olor del Punto G sí es notorio.

Ella podía tener orgasmos y no emanar ningún olor, era una trabajadora sexual que sabía bien su oficio, que gozaba de muy buena salud y se hacía lavados vaginales apenas se despertaba, sabía que los úteros que huelen fuerte, espantan a los clientes más refinados. Tú eres un problema para mí, Mauricio, porque tú hueles fuerte, así no alcances el orgasmo, naturalmente que ese olor, más allá de tu testosterona de hombre cincuentón, es porque has tenido miles de mujeres, digamos que se impregnó en tu cuerpo el olor a miles de vaginas que alcanzaron el orgasmo.

Nos recostamos sobre la cama para hacer un preliminar de pocos segundos, donde ella, echada boca abajo, se dejaba penetrar por una erección inmediata mía, para ser prolapsada por el ano, un ano que no olía tampoco a nada. Sé que las trabajadoras sexuales se preparan para el sexo contranatura, si así, se evitan enfermedades de transmisión sexual, escribiré con propiedad, sacarle la mierda a una mujer, mientras se le hace el sexo anal, no es nada agradable. Ella se echó a reír a la par que me decía: ¡sacarle la mierda a alguien!, buena manera de definir esa expresión tan propia de hombres que se van a agarrar a golpes. Creo que son costumbres romanas, ellos hacían un repase sodomita con los que iban a ser crucificados, es una costumbre que se mantiene hasta ahora, ¿te imaginas a un integrante del F.B.I. o a un coronel del ejército norteamericano, penetrando a un coronel, digamos ruso, sodomizándolo hasta sacarle la mierda? Y se hacen llamar tipos rudos. Mauricio, no deberías revelar los secretos de los hombres más rudos del mundo, mejor te pones el preservativo.

Con ella es fácil hacer el amor, no necesito de un sexo oral para estimularme, como me sucede con nuevas mujeres a conocer, dicho sea, con propiedad, trabajadoras sexuales, ella, ya hizo todo lo que quise con su boca y mi miembro viril. Miré la hora en la pantalla del celular, era una hora exacta el servicio. No me vas a interrumpir cuando esté entrando en el trance de mi orgasmo. Mauricio, si tú nunca llegas al orgasmo, ¿has olvidado que ya eres un cincuentón que tiene la eyaculación tardía?, tú sólo alcanzas el orgasmo en una noche entera, con sexo continuo y sin preservativo. Pensé en todos los de mi generación, a ellos no les gusta hacer el amor con preservativo, creo que debe ser porque al momento de ponerles el preservativo, sienten que se va a perder el deseo de penetrarlas totalmente a las mujeres. El sexo no debería ser para la procreación. Nada tan excitante como el sentir que uno va a botar su esperma dentro del útero de una mujer. Podemos inducir la menstruación, Mauricio, tú has escrito bastante sobre ello. ¿Eh?, sí, pero también hay riesgos o el temor a contraer una enfermedad de transmisión sexual, nadie quiere ser tachado para con las mujeres y el sexo y, tener una enfermedad del amor es estar condenado a no tener sexo por un buen tiempo, digamos, hasta que uno esté curado. ¿No será más bien, Mauricio, que ustedes disfrutan más al momento de botar el esperma dentro de nuestro útero, porque les excita mucho el hecho de preñarnos?, tranquilo, soy madre soltera, tengo todas las mañas para no quedar embarazada, no quiero perder mi libertad de tener sexo con todos los hombres que quiera, a cambio de criar una creatura más, no tener dinero y, encima, estar en líos con abogados, con hombres que deban pasarme pensión de alimentos, si gano más como puta, sin necesitar de ningún hombre y, teniendo todo el sexo que se me de la gana, ganando dinero encima.

Ese tema recurrente de prostituirse. Aquella tarde, cuando no quise saber más de ella, porque hallé un melanoma en su monte de Venus, luego de haberla seducido por dos noches seguidas, hasta derrotarla y poder por fin desnudarla, al recriminarle que quiso contagiarme algo, le dejé bien en claro que se fuera de mi apartamento, que no le iba a hacer el amor, que se buscara mejor un hombre al cual ella le pagara por hacerle el amor. Ella se puso la ropa de inmediato y con una mano de su brazo extendido, se apoyó de manera beligerante, al marco de la puerta de mi habitación, para decirme desenfadadamente: ¡puedo más bien cobrar!, ¡puedo tener todos los hombres que desee y cobrarles encima! Ella hablaba de tener sexo y vivir de su cuerpo, de poder ejercer el meretricio sin necesitarme. ¿Quieres ser puta?, le pregunté. ¡Puedo ser puta sin pedirle permiso a ningún hombre! Vaya manera de haberme evitado un contagio de melanoma, pero ella lo dejaba claro, podía ser puta si lo deseaba, en esto, nadie tenía autoridad sobre su cuerpo, a sus 25 años, dejaba bien en claro que no estaba para pagarle a los hombres para que le hicieran el amor, que ella más bien, estaba en condiciones de cobrar por placer, placer que ella también sentiría. Como quieras, pero debes recordar que a mí me pagan por hacerle el amor a algunas mujeres que siendo guapas, me pagan para que me vaya, ¿no es lo mismo con nosotros los varones con las trabajadoras sexuales?, pagarles para que se vayan.

Eran mis años de obstinación en permanecer soltero, no quería quedarme al lado de una sola mujer, quería saber de todas las mujeres posibles, digamos que son costumbres que nunca perdemos los varones solteros, Un Hombre Soltero, una novela que reventó los celos de hombres casados y el ardiente deseo de las muchachas y mujeres que rinden culto al miembro viril. Porque he visto a hombres octogenarios pagar en sus ochenta años inclusive, para que las mujeres se vayan. ¿Nuevas formas de soledad para mis lectores?

¿Cómo lo logras?, me preguntó un compañero de clases cuando vio algunos videos de pornostar que tengo, desde mi celular. Creo que no es lograr nada, es simplemente haberse curado del amor o, ser escritor y, por tanto, tener un lugar dónde liberar todo lo que inútilmente se dialoga con la pareja.

Es tedioso describir todo lo que hago con las mujeres que son mías, sin tener la necesidad de regalarles pulseras o esclavas, sé que les encanta ser dominadas en la cama, ser tratadas como verdaderas putas, maltratarles sus vaginas, someterlas como si fueran mis esclavas, sobre ello escribí bastantes libros y escritos desde este Blogger. Creo que hacer el amor es la mejor manera de evadir una pelea callejera donde uno tenga problemas con la Ley después y, pierda su habitual tranquilidad. Siempre me pregunto, por qué los hombres de mi generación y los muchachos que, andamos solos, se gastan fuertes cantidades de dinero, en drogas, sea el alcohol, por ejemplo, cuando el dinero podría ser destinado para tener sexo desenfrenado. Son asuntos de cada quien, lo sé, me remito a lo mío y punto, no puedo aconsejar a las demás personas sobre el cómo podrían ser felices.

Una hora de sexo, donde el tiempo desaparece, algo que me parece muy poco, una experiencia injusta por saber que sólo de eso debería tratarse la vida, hacer el amor sin temer embarazarlas a ellas, sin tener que lidiar con muchachas decentes y sus sexos, donde la amenaza es inevitable: para ellas es un peso fuerte el hacerse un aborto. Creo que las putas tienen el alma de hierro y, creo, me han contagiado su manera de sentir, del no enamorarme de ninguna mujer, de verlas sólo como objetos de placer, si es que cada vez que veo pasar a una mujer o muchacha peligrosa, sé, ellas podrían resultar embarazadas de mí, porque están endiabladamente muy sexys y, sé, dejarán que eyacule dentro de ellas, si lo que están buscando es una pareja estable y, ser madres cuanto antes posible, porque a mi entender, eso las hace mujeres completas, así se viva sólo con la pensión de alimentos que mande el padre de su hijo, o hijos, si es que algunas mujeres vieron en los hijos que tuvieron un gran negocio: atrapar a los hombres más pudientes, para que les pasen fuertes sumas de dinero por pensión de alimentos, mientras ellas ya cruzaron la línea de los abortos y, empiezan a tener sexo indiscriminado con cuanto varón sano se les antoje.

Una hora de sexo, una vez más se chorreó varias veces sin emanar ningún olor. Es una profesional para sus veintitantos años, mucho conocimiento, mucha sabiduría para las artes de los lechos. Pasé mis dedos por su sexo ardiendo en altas temperaturas, estaba muy viscoso, ella era igual que yo, podíamos parar en el instante el placer, bastaba una hora, para qué más, ni yo tenía dinero suficiente para pagarle por todas las horas que debería hacerle el amor y, ni ella debía complacerme como una esclava de a gratis, sus celulares no dejaban de sonar, otros hombres solteros las esperaban para hacer el amor fuera de su apartamento que daba a la calle.

Te llamo como siempre, me despedí luego de haberme vestido y peinado en su baño, echándome un poco de agua al rostro. Afuera, en la calle, prendí un cigarrillo mentolado, recordé en ese momento que hacía un mes atrás, hubo matrimonio comunitario por donde vivo.

Caminé con total libertad hasta casualmente, encontrarme con una conocida que radica en París, está demás escribir que nos emocionamos mucho, hacía 10 años que no nos veíamos. No le dije que los años habían pasado de golpe por ella, que sus ojos verdes brillaban, pero las arrugas en su rostro la alejaron mucho de la muchacha que conocí en la universidad, la que aún no tenía 20 años, porque después de haber mandado ambos a la mierda a París, me preguntó: ¿y qué te cuentas Mauricio?

¿Les dije que el olor de los orgasmos de ella no huele nada?, ¿también les dije que nunca logro eyacular yo? Pues vengo precisamente de hacer el amor con una veinteañera. Ella respiró con fuerza, cambió de expresión, me expresó con total rechazo que no estaba para comentarios machistas, que no le interesaba para nada saber que yo había superado las dos mil muchachas y, sin querer volver a abrazarme ni darme un beso, se despidió dándome la mano, para luego olerla sin pudor alguno e irse sin que supiera cómo reaccionar yo. Me preguntó qué te cuentas, qué debía decirle, ¿que había escrito decenas de libros sobre sexo, o que venía precisamente de hacer el amor con una muchacha?

Algo no cuadraba aquí, una era feliz y la otra quería ser feliz, pero su consciencia estaba tan parametrada que, le impedía ser feliz de la única manera en que somos felices los que nos hemos quedado jóvenes por siempre, los que nunca llegamos a la solemnidad de ser adultos, así sea yo un cincuentón incorregible.

 

©Julio Mauricio Pacheco Polanco

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

30 de diciembre de 2023

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