EL ESCRITOR PORNOSTAR




CAPÍTULO II

De lo que es propio en la naturaleza de las mujeres, la excitación de ver sangre en rostros de muchachos que se peleen por ellas, la relación del morbo sea con la menstruación, conflicto vinculado con las hormonas desde la menarquía o primera menstruación, hasta los requerimientos para ser enamoradas por muchachos que ignoran qué sienten ellas, cuando ven salir de sus entrañas sangre, si esto sea motivo de alarma y muerte, algo incongruente para con lo que están señaladas como destinos: ser madres.

Así empiezo este segundo capítulo donde centrado en las mujeres, explique la psicología femenina con la regla y, por qué sus conductas estén relacionadas con la violencia, si decidieran seguir las de cabello muy claro, con piel muy nacarada y ojos de colores, a Adolfo Hitler, quien despreciaba la muerte y, se apegaba a los valores ultraconservadores, donde el varón era el jefe del hogar, dedicándose a proveer, abastecer y proteger a la familia, numerosa por cierto, en homenajes donde se premió a las que tuvieran más de 6 hijos, por ser buenas femeninas y madres de familia, en contradicción a lo que ocurrió en los años 30 del siglo pasado en Berlín, donde el ícono del cine de la República de Weimar fuera una lesbiana, de muy baja estatura y poco talento, dentro de la mayor de las desviaciones sexuales dadas en ese pueblo germano que, olvidó rápido sus tiempos de gloria y honor, si es que la palabra: honor, volviera a ponerse de moda con Hitler, en el surgimiento de un Tercer Reich, desde donde los varones fueran elegidos por su hombría, no aquellos que trabajaron en fábricas y cubiertos con sobre todos, apenas terminaban sus duras labores, iban a cabarets, para travestirse y hacer de vedetes en un momento de la historia, que sucedía a los locos años veinte, cuando Europa estaba destruida moralmente y, surgiera el Fascismo, como respuesta a valores similares, donde se exaltaba el pasado glorioso de un imperio de hombres sabios y, mujeres muy femeninas, si es que todo lo que se propuso en nombre de la familia, desencadenara en la gran segunda guerra mundial, dentro de la mayor de las contradicciones de la historia humana.

Puedo decir que crecí alejado de realidades donde travestis y lesbianas, en mi presencia, hicieran sus vidas, si desconociera cómo es el mundo, si siga apartado a voluntad de los lugares de ambiente, donde los que prefirieron otro estilo de vida, hagan cosas que me sean extrañas o desconocidas.

Y tengo casi 53 años y, no pienso formar parte de esos círculos donde entiendo por conocimiento social, ni son felices, ni son tampoco sanos mentalmente.

Que, de estas cosas, rara vez escribo, si sólo me remita a los placeres de la carne con las muchachas de la vida alegre, por considerar que no sirvo para el amor, que he fracasado en éste, como la mayoría de personas que le buscaron, para sentir que fueron timados de la manera más cruel, si es que algunos se volvieron bebedores consuetudinarios y otros, drogadictos que perdieron el norte de sus vidas para siempre.

¿Puedo afirmar que el ser humano es muy débil, mentalmente hablando? Pues por lo que he visto en toda mi vida, afirmo que sí, que si bien, no todas las personas son iguales, el culto a la soltería es tan normal, como el anhelo de tener sexo con muchachas sanas que no nos exijan algún compromiso con ellas. Es un tiempo donde las mujeres se acompañan con perros o gatos y, en los que el amor está muy devaluado y, exista mucho descreimiento en los sentimientos, si todo gire de manera interesada en el sexo, porque lo que se propuso para el amor, no sirve y, temo que esta propuesta sea milenaria, una trampa donde no se ha podido dar alcances mayores, un aprendizaje que se renueva generacionalmente, desde el seguir a los famosos o estrellas de cine, por no saber cómo se asuma una relación de pareja, si empezara escribiendo sobre la relación entre la muerte y la menstruación, propio de las creencias femeninas, entre lo que es dar vida, como menstruar o expulsar un óvulo muerto, con coágulos de sangre y materias fétidas que nada tienen que ver con los perfumes más dulces y atrayentes.

Llegado el momento, para los que tienen mundo, se usó como fragancia, los aromas a sexo húmedo de mujer, como a orgasmos o el mismo olor al ano, siendo esto muy celebrado por nosotros los varones, quienes respondíamos de inmediato a la demanda de los deseos, desde la expresión más franca expuesta sobre el sexo entre varón y mujer.

Está demás decir que el sexo da vigor, fortalecimiento del sistema inmunológico, agilidad mental y una salud mental estable.

Hasta que de pronto, las mujeres terminaron por declararnos la guerra, evitando hablarnos, lanzando vociferaciones contra el patriarcado, empoderadas en sí mismas, con frases como: a mí nadie me manda, hago lo que quiero, yo me mando, soy independiente tanto económica como emocionalmente, posturas radicales muy graves y débiles, ante realidades donde las que defendieron el lenguaje inclusivo, terminaron por postrarse de rodillas para pedir matrimonio a esos varones que las penetraban, si no se puede ir contra la naturaleza, por más que las inteligencias o percepciones femeninas de la realidad, se vean alteradas, por discursos de gente infame quienes sólo desearon la destrucción, para un mundo, donde desde hace centurias, nos estamos yendo hacia la destrucción masiva total.

¿Queda algo como lección generacional de esto? Pues puedo decir que no queda nada, porque lo que se aprende en una década, es olvidado por las mismas personas en la siguiente década, si es que padezcamos de tener memoria de 7 días, lo necesario como para entramparnos en los errores que nos hacen sufrir, si esto sea el amor: un manual de pocas páginas que no ayude en nada a las relaciones de pareja.

¿Algo más que el sexo casual con una mujer, nos pueda salvar como sociedad? Lo veo imposible, porque existe algo llamado: soledad, algo que pocas personas con mucho mundo, elegimos como estilo de vida, antes de convivir en un infierno, donde encima de tener hijos, se tenga como compañera a una enemiga que, en plena guerra declarada, niegue el amor y los mismos placeres sexuales.

Visto así, las alternativas son criar perros o gatos, si es que esto es muy recurrente en cada generación, por el registro dejado en la memoria de archivos, donde en vez de amar a un ser humano, se termine por adorar a un animal al cual, se le atenderá como a un ser humano, con connotaciones superiores, si es que esto forma parte del aprendizaje de las muchachas, cuando han jurado nunca más amar a hombre alguno, echándonos con todo el odio posible, la culpa de que el mundo esté mal y no tenga remedio, si vemos, que en el pasado, desde tiempos inmemoriales, hasta la fecha, hay una delicada línea donde dejamos de ser seres humanos, para volver a ser lo que creo, siempre somos en realidad: animales sofisticados, a quienes se nos enseñó modales y a hablar, si en el estado degradado del ser humano, ése que es capaz de crucificar a Dios o, hacer todo el daño posible a los débiles, se manifiesta una naturaleza que queremos negar, al hecho que eso somos, si lo evidencien las guerras como negocios y pretextos para cambiar las tecnologías, como el fortalecimiento de los más ricos o, el surgimiento de nuevos potentados que dominen el mundo.

¿Algo podemos hacer ante ello para evitar elegir la soledad? Creo que nada. Si ese fue el dilema de Hitler, quien llegó a descalificar a las mujeres germanas, por considerarlas degradadas, siendo lesbianas, alcohólicas o drogadictas, si no dudara en elegir a muchachas eslavas, polacas, checas, o sean quienes fueran, siempre con el biotipo de la raza aria, para que la nueva generación que poblara el mundo, se ciñera a lo masculino y lo femenino, muy lejos de la degradación humana, si este plan fue tan radical para Hitler, que pensó en exterminar a todos aquellos que no reunieran estas características, siendo así reconocido por lo más retorcido del mundo, como la representación del mal.

Así termino este segundo capítulo, donde he expresado la condición humana que, más allá del color de ojos o piel, sea las formaciones o educaciones que hayan tenido, siempre el ser humano estará propenso a la degradación, semblanza del rostro del verdadero mal, donde se llega a cometer atrocidades que son borradas de las páginas de la historia, por ser muy crueles e indignas ante la defensa de lo que llamamos: humanismo, algo que no existe a mi entender.

 

 

 

©Julio Mauricio Pacheco Polanco

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

28 de enero de 2024

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