EL ESCRITOR QUE FINGIÓ SU MUERTE






 

Julio Mauricio, tuvo una virtud, o la tiene, dejó novelas breves que se han convertido en novelas extensas, donde ahora escriben varias personas, para hacer Magnus Opus que son éxitos de ventas en todas las librerías del mundo, si es que superó las dos centenas de libros y, cada novela breve, abordó temas que son delicados y necesarios de ser desarrollados.

Para hacer más épica la historia de la muerte de Julio Mauricio, dentro de las biografías propias de los que pasaron a ser leyendas, se le encontró haciéndole el amor a la mujer de uno de sus amigos, quien, tenía hackeado su celular con una aplicación o app que, podía leer su WhatsApp, escuchar conversaciones inclusive a destiempo, grabar textos, redes sociales, como tener el micrófono prendido de celular para quien le rastreaba, si es que la cámara de su teléfono móvil podía grabar en una panorámica de 360 grados, no quedando nada oculto de todo lo que este sibarita hacía.

De una patada rompió la puerta el enfurecido hombre que halló a Julio Mauricio, haciéndole el amor a su mujer y, sin dudarlo, le disparó con una escopeta doble cañón en la nuca, desfigurándole el cráneo como el rostro, mientras el varón enfurecido, empezó a hacerle el amor a su mujer infiel, mientras que nuestro escritor y pensador libre, yacía desfigurado sobre el piso, en medio de un charco de sangre.

Al menos eso es lo que dijo el médico forense, en relación al hombre más cotizado de esta parte de Perú, por haber sido muy fecundo en su obra, si es que todos sabemos, un escritor muerto vende mucho, lo que no logra en vida.

De estas app podemos decir que un músico muy conocido, que estaba en condiciones casi vegetales, fue quien dio la alarma sobre lo que se podía hacer con los celulares, siendo esto motivo de preocupación para jueces que, sabiendo de los feminicidios o demandas de divorcios, hechos por mujeres enfermas de celos, o por varones que descubrían a sus mujeres, aún fuera del país, saber dónde estaban sus parejas, si es que estas app pudieran entrar a la red de las cámaras de discotecas u hoteles, calles o restaurantes, el lugar que quieras, para saberlo todo de quien se exigía confianza total.

Sé que estas apps son usadas por padres de familia que, rastrean a sus hijos, para tenerlos protegidos y estar alertas de los peligros a los que pudieran estar expuestos. Es que la muerte de un personaje muy querido en Perú, motivó a que, en Perú, se exigiera esta tecnología, para saberlo todo de los seres que uno quiere.

Esta tecnología reciente de enero del 2024, en versión mejorada, fue usada por este personaje famoso que murió de un infarto por enterarse mediante esta apps que su mujer se daba sus escapadas al extranjero, para hacer el amor con uno de sus rivales de adolescencia que, se la tuvo jurada, si es que logró su objetivo, pues sabiendo lo que la ingenua esposa no estuvo enterada, al seguirle el rastro, el infarto le sobrevino cuando les viera hacer el amor en una playa de nudistas de las Europas, mientras él pasaba Navidad solo, en un estado deplorable, donde ella prefirió hacerle caso a las demandas de su útero que, a serle fiel al hombre que siendo muy famoso y, se hizo reconocer como el semental de toda una generación, en su decrepitud, ella decidió darle rienda suelta a sus apetitos carnales, sabiendo que su esposo incapacitado, ya era inservible para el amor. El resto fue espíritu de cuerpo, que todas las personas, por más astutas que sean, siempre cometen errores, quedando desprestigiada para su entorno familiar, dentro de lo cuán sinvergüenza puede ser una mujer que ahora vive de las regalías de una fecunda obra artística que le aseguró la vida para ella y, para el amante que logró su objetivo, en ese ajuste de cuentas, por haberle quitado al amor de su vida, así hubieran pasado algunas décadas desde que él desposara a ella y se dedicara a sembrar fama por todo el mundo.

Enterado de esto, Julio Mauricio, si es que volvemos al caso del escritor y pensador libre, quien sabiendo que era famoso a nivel mundial, no hallaba manera para empezar a vivir de la literatura, hasta que tramó un plan en el que alguien debía matarle, si estas cosas en Perú no son investigadas exhaustivamente que, para cuando llegara el Fiscal, con un tufo de trago de la amanecida que se había dado con muchachas de la vida alegre, dio por concluido el caso, sin indagar más sobre el caso que, fue considerado como una emoción violenta con una pena privativa de la libertad bajo fianza, en la libertad de quienes pasan a ser inimputables y son internados en psiquiátricos para no ir a prisión.

Las regalías que dejaba, Julio Mauricio, se multiplicaron exponencialmente y, sus libros comenzaron a ser comprados de manera abrumadora, siendo heredera por derecho, su esposa, una muchacha que había seguido siempre desde el hackeo y rastrero, todas las andanzas de un mujeriego incorregible que no creía en las relaciones de pareja, mucho menos en las infidelidades, por considerar que esto forma parte de la condición humana, el ser infiel, sea cualquiera de las partes quien incurriera en el hecho.

Pero sus libros comenzaron a ser demasiado buenos, superando al fantástico García Márquez, al mismo maestro Borges, o la aburrida narrativa de Vargas Llosa. Eran masivas las compras de sus libros desde Amazon que, empezó con el permiso de la viuda, a vender libros impresos que, en sus orígenes, fueron destinados para ser sólo digitales.

Un grupo de amigotes que tenían como frustración, el no haber sido famosos como escritores, pero con mucho talento, reescribían las obras para venderlas en varias ediciones, cada vez mejoradas hasta lo superlativo, dejando astronómicas cifras de dinero que, abarrotaban los ingresos bancarios de quien fuera su esposa y a quien le hizo un hijo varón que, fue elegido como único heredero, con la salvedad que la albacea hasta que supiera valerse por sí mismo, los ingresos de la venta de libros, recaerían en manos de la viuda que, extrañamente guarda luto hasta ahora, sin que deje de mostrar un ápice de sufrimiento o pena, lo cual a nadie motivó comentario alguno, salvo que fue la única mujer que pudo darle un hijo a, Julio Mauricio, escritor pornostar que, disfrutó de miles de muchachas y por fin, sus libros se vendían en todo el mundo, traducido a todos los idiomas, siendo agotados los ejemplares de esas dos centenas de libros que, superaban toda ficción, siendo tan verosímiles y maravillosos, como una vida de ensueño.

En todo esto hacía muchos años atrás, Julio Mauricio, optó por hacer novelas breves, pero abordando temas que eran propios de libros que muy bien podían ser explayados en 500 páginas cada uno, si el interés por el público lector, hizo que la literatura se pusiera de moda de nuevo, por haber sido un personaje muy polémico, lleno de controversias, dentro de los favores que da el azar, para tener una memorable biografía.

Se comenta que donde descansan sus restos mortales, todas las noches, se sienten risas y jadeos de sexo, si es que nadie osaba meterse con la millonaria heredera del patrimonio intelectual dejado por el escritor y pensador libre, quien después de muerto, bajo las circunstancias descritas, en su memoria, era una gran mina de oro para sus deudos.

Pero su hijo crecía sonriente y feliz y no era precisamente porque fuera destinado a ser millonario, algo no cuadraba bien en esta historia. Hackeadores profesionales, un hombre que estuvo donde no debía estar, una mujer que se prestó para el que sería óbito, un asesinato donde no se podía reconocer al escritor, un crimen sin mucha investigación, un grupete de personas sentados frente al ordenador, reescribiendo la obra de, Julio Mauricio, hasta hacerlo llegar a los niveles de genio, dentro del universo Julio Mauriciano, donde hubo una librería especializada en sus obras, donde iban muchachos de todas las generaciones, como adultos ávidos de historias que sabían, cada vez eran mejores, distrajo la atención de quienes devoran libros, más aún cuando son superiores a la perfección.

Aquella mañana, se despertó con unas ganas de hacer el amor como si fuera el mismo diablo. Ella complacía esa salacidad o satiriasis, si es que se amaban y podían ser felices, lejos de los medios de comunicación que tanto mortifican a los que son famosos, mientras se servían sobre la cama, de los mejores platos, viendo las noticias de una biografía que superaba los límites de las mejores leyendas, apareciendo amantes que el escritor nunca conoció o les hizo el amor, dentro de anécdotas que comenzaron a formar un pasado que fue llevado al cine, donde se endiosaba a este escritor quien de pronto, asomó su rostro aquella mañana por la ventana, algo que se le tenía prohibido, para asomarse y ser visto por alguien que casualmente le conocía y empezó a decir que, Julio Mauricio, estaba penando, que tanta noticia por los medios de comunicación no lo dejaban descansar en paz, mientras aparecían cientos de libros más que se dice, estuvieron sin ser publicados en Amazon y que ahora, son esperados con ansias por esos lectores que, conociendo el temperamento del escritor y pensador libre, tenían alguien a quien rendirle culto, porque si bien un escritor muerto vende más, también no se le puede hacer querellas sobre lo que escriba, si esa es la condición perfecta para ser escritor, para que muchas voces inconformes con todo lo que pasa en Perú, al menos, tuvieran en el escritor a alguien que escribió sin pelos en la lengua, con brutal frontalidad, si acaso escribió sobre temas que los escritores vivos, jamás se habrían atrevido a escribir.

Porque recostados sobre la cama, después de haber hecho el amor, Julio Mauricio, acostumbrado a los confinamientos, a estar encerrado, si es que, para él, era compensable tener sexo todo el día, a recorrer el mundo, se sirvió de los mejores platos y llamando a su suegro le dijo: fue el plan perfecto, ¿no?, porque era la única manera que tenía para vivir de la literatura, porque sigo escribiendo, porque de ello no me puedo librar, si es que ahora lo hagamos con estos amigotes, con quienes hacemos libros de 500 páginas, en lo que fueran novelas breves de apenas 20 páginas, ante la ansiedad de lectores que me han convertido en el genio de inicios del siglo XXI.

Julio Mauricio se levantó de la cama y se dispuso a duchar para ver un documental que habían hecho post morten, en su in memorian, para asombrarse de las generosas palabras que recibía por todo lo que hizo en vida, ante lo cual expresó: ¡ni en vida se me quiso tanto!, bah, para lo que cuenta, que de este confinamiento y con la cabeza rapada, nadie me puede reconocer, si así por las noches, pasee en medio de callecitas silentes, donde ningún escritor escribe en vida lo que piensa, si todo es silencio, si salga con mi esposa, siendo el escritor multimillonario que tuvo que fingir su muerte, para poder recién vivir de la literatura.

 

©Julio Mauricio Pacheco Polanco

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

28 de enero de 2024

 

 

Una historia imposible, pero bien elaborada dentro de los mejores planes para ser libre y vivir de lo que uno tanto ama, sin tener que pagar el precio de la fama que quita la libertad. Julio Mauricio, en esta novela, nos adentra a un universo fantástico donde revela sólo lo que puede ser propio de un escritor y pensador libre que, lo tiene todo bien pensado, si es que desde que empezó a escribir, se dio cuenta que en vida, a las celebridades, les hacen la vida insoportable, en medio de un desenlace, donde usando de las apps que hacekan celulares que, pueden tener acceso al micrófono y pantalla, en 360 grados de vista panorámica, tramo la muerte perfecta, si en todo lo propuesto, de alguna manera podría vivir de sus obras, en un universo Julio Mauriciano, desde el que sus obras fueron reescritas una y otra vez, hasta convertirlas en la razón para que la literatura se pusiera de moda de nuevo, con una obra traducida a todos los idiomas, en la voz de un escritor que hablaba desde la muerte, lo que ningún otro escritor se atreve a decir en vida.

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