EL ESCRITOR QUE SIENTE CON TODAS LAS MUJERES




 

 

Así que eres el escritor que siente con todas. Ella me miró como quien ausculta a un padrillo, acariciando mi piel, mis músculos marcados, la dureza de mis piernas, rodeando con sus manos, mi miembro viril erecto. Era una nueva muchacha para mí, si consideramos que tengo 52 años y, la suerte propia de los que ya no amamos, sólo rendimos culto al placer. Sí, soy el que siente con todas, no soy como otros hombres que sólo sienten placer con una muchacha y son impotentes con las demás. Hueles a cigarrillos con aroma a menta, dime, qué me harás. Te haré llorar de felicidad.

Esos días tediosos, donde estudiar diariamente o, tratar de entablar diálogos inútiles, con mujeres que desconocen totalmente mi forma de ser, formadas bajo la errónea creencia que, los hombres nos rendimos por soledad ante ellas, esos días donde no hubo historias para escribir, donde el calor como el frío, con lluvias repentinas y resolanas, sólo hablaban de días incomprensibles, tan incomprensibles como el mismo mundo, me hizo evocar vanamente los nombres de todas las muchachas que fueron mías, fue inútil, nunca supe sus verdaderos nombres, tampoco fue necesario, sólo fue penetraciones constantes, en esas horas donde mis embestidas alcanzaban velocidades que se estrellaban en unas caderas penetradas desde la vista en un espejo, donde ellas se dejaban poseer a mi regalada gana, si esto fuera lo más cercano a la vida eterna, la verdadera eternidad o ausencia de tiempo, sabiduría para los filósofos, los que leen bastante y no hallan aún la serendipia, el valor de la vida en este aquí y ahora.

Sentir que voy a derramar mi esperma dentro de esos úteros calientes, a sabiendas que uso preservativo pero, en las fantasías de ellas, me pidan que las embarace, si es que esto sea sólo un juego excitante, donde sabemos, nos estamos jodiendo la vida, como para estar atados por un hijo que, siendo producto de la arrechura, sólo responde a lo animal, a la pasión, a lo extraños que somos como homo sapiens, si nada de sabios tengamos, que como ejemplo deje estas experiencias: orgasmos donde se derrama la leche dentro del útero de una muchacha veinteañera a la cual, se le da unos billetes, para que uno desfogue la furia acumulada de días, donde para entender, los privilegios de ser escritor, tuve que dialogar con mujeres de España o Argentina, y darme con la sorpresa que en esas partes del mundo, Google y Facebook, me hacen una increíble publicidad, como escritor y pensador libre, si esto sea un plus, para ser tratado con respeto y admiración, como se trata verdaderamente a un escritor.

No todas mis horas son fáciles, como la fiebre de estar echado en la cama casi todo el día, no sólo para cerrar mis ojos estudiando y tratando de comprender, qué hemos hecho con nuestras existencias los últimos miles de años, si en todo esto, no halle nada de coherencia, dentro de lo propuesto por los matriarcados o patriarcados.

El mundo está cada vez más de cabeza y esto no es tan tolerable como antes, años atrás, era fácil escribir y estudiar, dedicarse a caminar bajo la lluvia, por las calles de una ciudad, donde veo rostros de muchachas que me confunden, al hecho de preguntarme si me he acostado con alguna de ellas, porque aquí, todas las muchachas se parecen, si deba precisar, tienen hasta la misma personalidad.

Un buen plato de salchichas con papas fritas, arroz oriental, tallarín con salsa china, con una presa grande de pollo que ha pasado por un embadurnamiento de huevos con harina, presa bien frita para meterle el diente, diría que es lo necesario para terminar el día, si acaso me acompañe con unas tripas de cerdo ahumadas, papas doraditas y rodajas de corazón de toro pasadas a la parrilla, sea lo necesario para sentirme satisfecho, o lo que se necesite como para decir que uno escribe a placer, así no reciba ganancias por mis escritos o, los publique gratuitamente como documentos PDF que aparecen en Google.

Vaya famita de ser escritor, con el respeto que uno se gana, desde las fuerzas del orden, hasta los vecinos y gente que pasa por la puerta de mi apartamento, cuando salgo a tomar sol y, percato, soy tratado con una amabilidad propia de los que somos populares.

Así, puedo afirmar, soy bien querido donde vivo, con muchachas nuevas para hacerles el amor como se me dé la gana y, con conversaciones casuales de gentes que pasan por mi frentera.

De joven, siempre me preguntaba, cómo es la vida de un escritor, sobre todo cuando los veía en auditorios repletos de personas que, escuchándoles, se pensaba, aprendíamos algo más de la vida, porque tenemos bien en claro que los escritores son aquellas personas que viven de golpe en demasía muchas cosas y, tienen la sensibilidad necesaria de convertir en historias lo que les ocurre, si además tengan la capacidad de relatar historias vencedoras. Creo saber ahora de qué trata todo este rollo de ser escritor, al hecho de no salir mucho de mi apartamento, salvo sea por las mañanas para tomar el sol y, luego, retirarme para servirme mis alimentos y ver en la agenda de muchachas, quiénes son las nuevas trabajadoras sexuales que han llegado a la ciudad, para saber de las novedades del cuerpo, de maneras de hacer el amor diferente o, simplemente, disfrutar como Dios manda en este mundo, sin complicarse tanto la existencia.

Hace un calor muy fuerte, lo calmo con una cola negra Cool Fresh, acompañado de mis cigarrillos mentolados y, el silencio agradable desde donde puedo escribir un libro más, diré, el libro número 142, como quien va contando las muchachas que son de uno, como quien va enumerando las veces que le hace el amor a su pareja de turno, como quien sabe, hay respuestas personales que exigen a cada uno de nosotros aportar nuestras propias respuestas, para todo este caos donde hay guerras y vulneraciones de derechos humanos, hasta la corrupción y las páginas  apocalípticas de la historia, donde vemos cómo cada país se va al carajo cada cierto tiempo, siempre en la espera que aparezca un nuevo líder, alguien que tenga nuevas fórmulas para que nuestra economía no nos provoque dolores de cabeza.

He pensado en muchas cosas al momento de desvestirme y estar erecto frente a ella, como por ejemplo, en qué momento mandó todo a la mierda y se dedicó al puterío. Tiene a lo mucho 25 años y sin embargo, le vale nada que la señalen como la putitta de la cuadra, ella simplemente tiene clientes diarios variados y, sabe que debe complacerles, porque además, le gusta ese oficio, como diré, me gusta escribir sobre putas, sobre muchachas decentes, ya escribí en su momento algunos libros y, como que preferí este mundo donde me abrevio el protocolo de presentarme a su familia, hablar de mi persona, que a qué me dedico, ¿no es una buena carta de presentación ser un escritor que no vive de la literatura?, claro que no, la fama no te da de comer, a lo mucho, te da un buen nombre, pero como que eso no lo convierte a uno en un buen partido, cuando se sabe, uno es obstinado en el arte de escribir y, podría terminar por narrar los secretos hasta de la bisabuela, sea dicho con precisión, de la muchacha decente que, alarmada porque pueda revelar sus intimidades, como el olor de su vagina, o la manera que tenga para pedirle que le haga el amor, si dentro de mis experiencias como escritor, he relatado siempre con lujo de detalles, no sólo, cómo las coloco para que me hagan un verdadero sexo oral, donde sus ojos no sólo se pongan rojos y llenos de venas, sino que además, se llenen de la baba que provoque el meter y sacar de su boca, mi miembro viril que llega hasta donde acaban sus gargantas, entre atoramientos donde se sienten ahogarse, atragantarse con mi miembro viril imperdonable, si encima, las coloque boca arriba, con la cabeza colgando de la cama, como si fueran objetos sexuales a los cuales hay que usarlos porque eso les gusta a ellas, no sólo vestirse como conejas o perras, o ser encadenadas, para ser llevadas como mascotas por todo mi apartamento, para humillarlas y hacerlas tomar leche de un recipiente, o flagelarlas en las nalgas hasta que se pongan negras o azules o moradas, si sé, cada vez que veo a una muchacha, lo que está pensando al verme es: ¿cómo haré el amor yo?, y no es que todo sea sexo para mí, pero de sólo ver a una mujer, estoy pensando en todo lo que puedo hacer con ella, si se deja estar bajo mi poder, dentro de todas las demandas sádicas, rudas, salvajes y aberrantes propias de esos revolcones, donde nada queda en pie, si así es un buen amor, sexo espontáneo, el que fluye sin que lo pidamos, tomado a la vuelta de la esquina, el que no hemos pedido, como por ejemplo yo, quien sin haberlo meditado, aburrido de la vida, decido de pronto, ver la agenda del celular, escoger a las recomendadas, y mandar a la mierda a este mundo donde lo que pasa no es bueno para nadie y, entregarme completamente de lleno a los cultos del placer, donde mis orgasmos demandan horas largas, donde deba haber explorado al máximo todo lo que demande esos cuerpos hechos para la ovulación y los vientres llenos, si así, entienda qué es el amor y las mujeres, porque no respeto ni a la más bella, si deba meterle no un dedo, sino, toda mi mano o puño, sea por sus labios vaginales, la boca, o el orto, como para que se dé cuenta qué es ser un buen amante, qué es llevarlas hasta esos extremos donde, sus fantasías, sí, sus fantasías, sean invitadas a verdaderos universos, donde el placer es real, más allá de masturbaciones o frotaciones al clítoris, entre intentos esforzados de hallar a varones con miembros viriles muy gruesos, cabezones, erectos y, con sabiduría para saber qué hacer con eso que nos hace machos.

No pensé tanto al momento de jugar con los espejos, al momento de perderme entre su ceñida cintura, dominar con palmadas fuertes sus nalgas y caderas, profanar todo lo que nadie antes se atrevió profanar, y hacerla sentir como nadie antes la hizo sentir.

Sí, soy yo el que siente con todas, volví a afirmar como respuesta a la expectativa que ella tuvo conmigo, si mi fama es así, si nada puede hacer ella ante ello, mas que dejarse penetrar y dejarse marcar en el alma, por un tipo alto, de un metro ochenta y cuatro y, cien kilogramos de peso, cuerpo inmenso como para que me aguante en poses exigidas para que sepa lo que es bueno y quiera repetirlo una y otra vez, con los nuevos amantes que tenga, si dentro de mis virtudes notables es, que las comparta, pase la voz a mis amigos más allegados, comentando las novedades para con las muchachas para el amor, en el análisis de los expertos del sexo, si demos calificaciones por los videos que grabe dicho sea de paso, al momento de poseerlas, y en todo esto, el ritual del sexo, se consume como un homenaje a los que vencemos, a los que somos felices, a los que escribimos historias como éstas, muy lejanas a aquellos libros extensos donde sólo hay páginas llenas de aprendizajes errados, fallidos o, proclives a decisiones equivocadas.

Alguna vez quise saber cómo era la vida de un escritor, han pasado algunas décadas desde entonces, así escribo y vivo, así sé, es así, la vida, de un escritor.

 

©Julio Mauricio Pacheco Polanco

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

16 de enero de 2024




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