EL LIBRO DEL DÍA AUSENTE

  


Luminarias incesantes que se mueven en el firmamento como mares constantes y sin rumbo fijo. - Me gustaría creer en todo aquello que se nos ha prometido desde hace poco que es tanto, porque cabe en la mirada que dibuja el abismo y ese lugar sagrado donde has sido feliz pero no se lo dices a nadie - Nos podemos poner de acuerdo para repartir el mundo, por ejemplo, todo es para mí y a ti no te toca nada, ¿te suena algo la palabra: guerra? - Qué hace un hombre de piel de ébano en Manhattan o París, no importa en qué época, siempre será algo raro que no encaje en ninguna calle: las mujeres quieren tener sólo hijos rubios y de ojos azules. Después inventarán muchas razones para odiar a los judíos. - Llegando al final del camino, te darás cuenta que sobró tiempo y ganas, así empieza toda historia, porque sobró el tiempo o, porque la vida se hizo muy larga para tan corto recorrido. Ahora, en este ahora que es en cualquier momento, las preguntas no se orientarán hacia el amor, los platos preferidos sobre la mesa y los contratos en orden, ¿quién nos regala un poco de ilusión ante tanta solemnidad? - Dio fruto la tierra que era estéril, mis ojos han visto lo increíble, el anciano del lugar me dice que espere un poco más, que eso no es lo increíble, porque él además de centenario, ya ha vivido lo que yo vivo. De los arcanos y otros misterios encerrados dentro de ese reloj, hay un universo aparte donde no podemos ingresar, está en paralelo a nuestros sueños o lo que sentimos, dice la dama que está en el umbral, ese mundo no nos pertenece. Y aquí estamos destruyéndolo todo sin saber por qué. Se supone que una minoría debería ser despreciada y despojada de todo, esas son las costumbres en todas partes, así es el ser humano, lleno de malas intenciones ante los que son pocos como los dedos de las manos. El mundo al revés. La minoría domina el mundo, gritan desde sus palacios: ¡o son ustedes o somos nosotros! Lo demás es tedioso de contar, sin embargo, para que cambie la historia, hace falta algo más que una revolución francesa, algo superior a lo que ocurrió en el neolítico, donde dejamos de ser errantes para quedarnos en un solo lugar, digamos, hace falta, una nueva desconfiguración planetaria o, que aceptemos que hay 3 astros solares en este mundo. Ninguna de estas opciones se harán realidad. - Entre mis dedos cabe el océano si fuera yo un gigante de manos inmensas que pudieran retener el todo, los mares, el mismo mundo. Se llama impotencia de amar. Sabemos que esto es imposible, pero igual se persevera en amar, por más imposible que sea retener todas las aguas de los mares en unas manos que no son ni gigantes, como tampoco perdurables los sentimientos. Otra vez el anciano que vivió más que todos nosotros habla: los dulces sueñosson breves, para que así su recuerdo sea permanente cuando aparezca la soledad y las horas que no cesan de estar estáticas. - Huellas más allá de donde estoy, huellas que quiero y no debo seguir. Poemas escritos para que me sirvan como manuales para saber interpretar esos pasos. Huellas grabadas sobre las rocas, duro caminar sobre pisos empedrados. Me pregunto por qué debo seguir estos caminos. Los poemas me advierten que no hay otros. Acabo de darme cuenta que los poetas me han estado mintiendo todo el tiempo. He seguido un camino aparte. Me gusta lo desconocido, pese a todas las advertencias. Ha llovido sólo para mi rostro, eso es algo que no sé explicar, porque veo que sólo mi rostro está mojado, no mi cabello ni mi cuello ni el cuerpo de las demás personas que van mirando de frente. La leyenda reza que esto sólo suele ocurrir cuando se contempla por mucho tiempo el firmamento: dicen que suelen ocurrir estas cosas extrañas como las que me acaban de pasar, que llueva sólo para mi rostro. Un poema suelto en la ciudad es una seria advertencia de que alguien está muy vivo. - Un poema suelto y girando con la ayuda del viento habla del alma, de lo que no podemos entender y palpita en el pecho hasta del más avaro y hombre cruel. La multitud de niños hacen caso del vaivén del poema que oscila hacia ninguna parte, creo que son los únicos que entienden de qué trata esto, por eso me acerco a ellos para preguntarles cuál es el misterio, ellos gritan con desmesurada alegría, hay voces fuertes que nadie escucha mientras apuran el paso a las fábricas o las oficinas, muchos autos en las vías de la ciudad, parece que nadie salvo los niños, percatan de la magia del poema. Un poema que seguramente debe encerrar algo que debo yo saber, los niños no saben hablar aún. Me he quedado parado en plena calle, entre las personas que vienen y van. No logré saber qué sagrado propósito tiene el poema, siento que eso mismo me pasa con mi vida, eso mismo. Para despertar contento hay que haber hecho un pacto con El Señor, agradables horas donde el Sol sabe de mis alianzas y mis triunfos sobre los genios del mal. Té caliente, pan con dulces de frutas. Sentado espero otro amanecer, antes que la Luna me refleje como un espejo en medio de silentes casas donde sólo se pide paz, orden y nada de esperanzas, ¿qué tienen en contra de las esperanzas?, pregunto a las hadas, ellas que saben de todas estas invocaciones y deseos, con su milenaria sabiduría me dicen: no dejes enfriar el té, eso es lo único que importa. Y he probado del té, renunciando a otra pregunta más. Creo que eso somos: hombres que renunciamos a las preguntas más importantes, a medida que pasan los años. - Si mis dedos tuvieran talento y pudiera trazar entre lo que observo y lo que hablo, con evocaciones a la utopía, sería poeta y escribiría magníficos versos para dar dicha a mis lectores. Si mis dedos danzaran con el teclado de los ordenadores y mi alma se pusiera en contacto con los seres de dimensiones perfectas, escribiría lo que ahora deseas leer, estimado lector, sólo, y si mis dedos, tocaran el corazón de donde nacen los prodigios, donde reina algo que es superior al amor y otras emociones pasajeras, sólo, si mis dedos fueran capaces de ir más allá, si en ese trance, dialogara con dioses benignos que curan todo y agradecen que uno les converse, entonces, hablaría las lenguas incomprensibles de embrujos o encantamientos felices, para detenerme frente al mar más hermoso y escuchar el reventar de olas, mientras observo desde una bola de cristal, cómo las hojas se van hacia ninguna parte, encerradas dentro de este mundo. - Tuve a bien, probar de unos labios de buen sabor y enloquecer de placer, de estas decisiones fortuitas donde el bien hallado supo hacerme dichoso, escribí en alguna parte del tiempo, para saber de esas certezas que cuando pasan los años, no sabemos si nos hicieron daño o felices. - El gigante que es responsable de todo lo creado, ha volteado a verme y sorpresivamente me ha confesado: soy el hacedor de las montañas, sólo espero que ustedes no las hagan volar en mil pedazos. Tiene razón, pero nosotros no. Vaya conclusión. - En el espejo donde cabemos todos, hallé un objeto extraño con virtudes extraordinarias y una seria advertencia: “no debe ser usado por nadie que sepa dominar al bien y al mal”. En el espejo donde cabemos todos, ante el hallazgo, he tenido miedo, no por mí, que estoy libre de tales tentaciones, sino, de cualquier otra persona que, entre todo lo infinito, halle el objeto extraño. Lo he tomado y he ido donde Dios para que él lo atesore mejor que nadie. Y Dios me ha hablado: “encantadora creatura que sabes bien mis deseos para con los seres humanos, han pasado muchas eternidades y eres el primero en haber renunciado a ser un dios”. Y luego todo ha sido silencio, silencio tierno y manso como el cuerpo de una muchacha que aún no sabe, ignora, todo lo que un hombre con experiencia mundana, puede hacer con su cuerpo. ¿Saben mis lectores que fui extremadamente feliz? - Las luminarias de danza imperecedera acompañan mis escritos, a veces parecen tener vida propia, a veces sólo parecen ser voluntades divinas. Luminarias donde no hay más nada, salvo otro cosmos donde no se nos permite ir. ¿Fue la venganza del hombre, inventar la ciencia para ponerle nombre a lo que no existe? Y sé que los astrónomos me deben odiar mucho en este momento, en sus errores no logro entender la frustración de todos. Se han puesto de acuerdo así no esté conforme. Han dado otras explicaciones a pesar que nadie las crea. Así aceptamos muchas cosas en la vida, así. Las creaturas salvajes ríen y no saben de la culpa, bestias feroces juegan con ellas y pareciera todo estar creado para que sea así. Los ojos vivaces de estos entes no preguntan, sólo saben copular, dormir y comer. Así fue El Paraíso alguna vez y eso sí lo sabemos todos. Y entonces se han bifurcado hacia la derecha con su izquierda el cielo, por un lado, está en reflejo lo que por el otro se ve a los ojos de los que sólo hacemos eso: contemplar el firmamento. ¡Vaya en mi eureka!, cuál es la versión de la realidad me he preguntado, desde entonces, cada vez que debo tomar una decisión, volteo mi mirada hacia el cielo, donde se bifurca hacia sí mismo y me doy cuenta que mejor es no hacer nada, a veces dejando pasar las cosas, en el detenimiento, el destino halla las respuestas que, por defecto, daremos indudablemente nosotros. Dios me ha dicho que mi postura es la ideal, por eso soy la utopía aislada. - De los beneficios para alcanzar un sueño, me abstengo de escribir más por sobre todo lo que ya he escrito. Sé fuerte estimado lector y, cuando sientas que estás perdido, no temas, tu instinto es superior a todo, te sorprenderá como sorprendido estuve en su momento. - Si el Sol ama a la Luna, entonces el amor debería ser una enseñanza de ellos, porque no se cansan de amar, o será que queremos ser como ellos, imitando lo que no nos corresponde, por celos o añoranzas a ser como los astros divinos, que en el repaso de mis estudios, el hombre siempre quiso ser dios y, dentro de todo lo que propone, hay silencios tristes de sabernos incapaces de guiar a la humanidad, a pesar de nuestras buenas voluntades, si alguien supiera realmente, qué es una buena voluntad. Así evolucionamos. - Hallé el manual donde está escrito: “éste es el oráculo que enseña todo lo que debes saber”. Feliz en mi hallazgo, en lo valioso de mi serendipia, me he ocultado con mucho cuidado en lo alto de una montaña, sabiéndome ya dueño de todo lo que debo saber para entender la existencia y, en el ritual de los que damos gracias ante los tesoros de cuantía inconmensurable, prendí fuego para agradecer al cielo, fumé un tabaco para entender con inspiración el pesado libro que, sin duda, resolvería todo para mí, y con aguas de 7 mares que fueron provistos para ese instante, por antepasados que me avisaron, esto me ocurriría, decidí con mis manos emocionadas y temblorosas, abrir el libro de encuadernación de los tiempos cuando se usaba cuero de mamut, y comprendí que hubieron otras gentes antes que nosotros. El libro estaba escrito en una lengua indescifrable para mí, lleno de dibujos imposibles de entender. Quieto ante lo que no imaginé, hice cocer las carnes que eran para el sacrificio y me las serví. Porque todo lo que debemos saber para vivir, antes, hace milenios, fue escrito en una lengua muerta que no sé interpretar y entiendo, ésa fue la última vez que alguien ambicionó a las verdades totales, antes que sucediera el fin del mundo para ellos. No, siendo el escritor yo, no escribiría ese oráculo que enseña a vivir. - De lo inverosímil conozco bastante, me preguntan por qué no escribo sobre ello, les respondo: es inverosímil lo que sé, por lo tanto, no me van a creer y, en compensación a lo solicitado, escribo poesía, es lo más cercano a lo imposible, a la belleza de lo que mis lectores quieren entender, de lo inverosímil que sé y, nadie me va a creer. Prefiero ser Poeta a ser tildado de loco. Entiendo al mundo, afirmo así nuestra condición. Más allá de donde debemos estar, fuera de todo mito o creencias, algunas personas vuelven sin ser mesías, algunas traen entre sus manos objetos que no son de este mundo, dicen los que más han visto y vivido, es con el fin de que sepamos, ellos están en un mundo muy diferente al nuestro y, los objetos que traen, son sólo evidencias que hay más vida, porque luego se marchan rápido, seguramente deben ser muy felices, porque ya no vuelven, hasta que nos olvidamos de ellas y volvemos a este mundo ultraterrenal, del cual queremos irnos, por todas las razones que ustedes y yo conocemos, si es que no conozca a nadie que haya afirmado: “¡me gustaría volver a vivir mi vida otra vez!”, no, estimado lector, hay que haber vivido muy poco para afirmar tan necio testimonio o voluntad. - Se supone que no está permitido, porque se puede, pero no está permitido, volar por ejemplo por los cielos, o respirar bajo el agua. Se supone que hemos crecido con muchos miedos, que antes, los hombres volaban por los cielos o respiraban bajo los mares. ¿Fue por nuestro bien? Sólo imagínese una guerra bajo el mar, o sobre nuestros cielos. ¿Seremos los errores de Dios? Vaya usted a verificarlo en los manicomios, otras verdades escalofriantes hallarán. - Y de pronto ocurrió algo insólito, porque del reloj que nadie debe saber, de estos erráticos pasos trashumantes, donde pende el destino de la humanidad, como pasa con cada hombre, en su momento grave, en una ocurrencia egoísta y muy desafortunada, detuve las manecillas del aparato que va en contra de todos y es cierto, el tiempo se detuvo de golpe, pero algo terrorífico hizo que lo hiciera andar de nuevo: en la ausencia del tiempo, todo empezó a desvanecerse hasta hacerse borroso y luego sólo sombras. Desde entonces nunca más hablo sobre el tiempo ni me inmiscuyo en sus serios asuntos. Con la solemnidad que el caso requiere, he escrito en aforismos, sobre el día ausente, el día que todos hemos vivido, entre la locura y otros delirios más bellos, si hubiera pregunta sobre cómo llegué hasta aquí con tanta sabiduría, está demás decir que es un fenómeno del alma o de mis pensamientos, si en el pasado algunos genios acusaron de ser interlocutores o médiums, si en mi caso, entienda, desde que empezamos a nombrar todo lo existente con palabras, algunos ejercitaron tanto a éstas que, se dedicaron a escribir extensos libros para decir todo lo que sienten o piensan, que en esta aventura de leer, alguien exprese con claridad, falta mucho para que como humanos, lleguemos a nuestra edad de la razón y así, sepamos qué es la palabra, la imaginación, la certeza de los sabios que saben que no saben nada o, el placer de sentir los sonidos del teclado de un ordenador, mientras se escribe un libro como éste, en memoria del día ausente, el que es común y de todos. 


©Julio Mauricio Pacheco Polanco 
Escritor y Pensador Libre 
Arequipa, Perú 
20 de enero de 2024

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