EL LIBRO DORADO






 

©Julio Mauricio Pacheco Polanco

Todos los derechos reservados

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

28 de abril de 2024

 

 

 

 

 

I PARTE

 

La lectura de los libros, me hacían sentir culpable y, no porque no los entendiera, a mis 17 años, los autores sólo sabían relatar historias muy deprimentes, demasiado confusas. ¿No se suponía que, leyendo, sería una mejor persona? Sin embargo, no hallé los textos buscados, los dejaba a las pocas páginas del libro que sentía, no merecía ser terminado de leer.  La costumbre era: tienes que terminar el libro que lees, pero, cómo iba a terminar de leer un libro que, sin ser de terror, me arrojaba con violencia a una realidad de la cual huía.

Me sentía culpable de demostrar que, los grandes maestros de la literatura, sólo servían para enloquecer a los jóvenes lectores.

Era uno de ellos.

Porfíe por décadas como es hasta entonces, en hallar los libros que me hablaran de un mundo diferente y posible. Tengo ahora casi 53 años y he dejado de leer, me dedico a ver documentales desde YouTube, sin confiar plenamente en lo que estos revelan, por saber que la información no es imparcial, que todo lo que vea, no tiene la visión panorámica de 360 grados o, mejor dicho, son imágenes y relatos inducidos por sus creadores. Sin embargo, no tengo más opciones a mi alcance. No fui educado para aprender otros idiomas, tampoco tuve la ventaja de aprender latín o, conjugar verbos en inglés desde niño, como otras personas en mi país pueden hacerlo. Sólo tenía la obstinación de ser el perseguidor de los libros que dijeran las verdades que todos necesitamos. Con el ir madurando y quemando etapas en mi vida, mientras el mundo a la par cambiaba con una locura inaudita para mi asombro, comprendí que estaba empezando a escribir los libros que me hubiera gustado leer y, vaya que llevo ya 161 libros escritos, sin que viva de la literatura, siendo éste quizá mi único privilegio, poder escribir y estudiar sin apremio alguno, como ahora, en que espontáneamente, me he sentado frente a mi escritorio, para escribir lo que pienso, merece ser escrito.

Preciso que, a las personas en su mayoría, les agrada el morbo, aquello que es enfermo y hace daño. Dejé o, mejor dicho, me aparté de todo texto que contamine estos pensamientos donde elijo qué pensar y qué escribir, si considerara mi lector que, no soy editado ni comparto mis textos, antes que los publique. No soy pues un autor al cual le escriben libros excepcionales, frustrados personajes que alguna vez quisieron también ser escritores, pero, no pueden sostener lo que escriben o, para ser exacto, le escriben a quien se maraville por un texto que lleve sus nombres y crea, es un excelente autor.

Pero mencioné el morbo, como algo corrosivo y que hace daño a la salud mental de algunos lectores. Cada libro cerrado, me evocó la experiencia de una sala de audiovisuales, a la cual acudía todas las noches, para tratar también de ver una buena película. Naturalmente a los pocos minutos de empezada la película, me levantaba de mi asiento, para luego retirarme y caminar por las calles de una ciudad a la cual, contemplaba con los ojos llenos de miserias, propios de los autores a quienes dejaba de leer o, las películas que dejaba de ver.

Tardé muchos años en deliberar si ser ignorante era una solución para quienes, quieren estar dentro del mundo, sin tener miedo a fantasmagorías hechas consciencia y, sólo servían para aterrarme ante un mundo, donde las personas iban y venían, sin temor a nada.

Los libros me llenaban de terror. Algo estaba fracasando en la literatura, filosofía, historia y demás disciplinas abocadas al estudio del ser humano. A mis 30 años, lleno de guerras internas por lecturas de libros recomendados que, sólo me atormentaron más, respondí que los verdaderos libros, eran los de derecho, que esos textos eran los que se debían leer, si mi lector se dé cuenta, leer textos de derecho es estar a la defensiva, si hable de leyes para que uno se sienta protegido ante inminentes enemigos que debían estar en todas partes.

Qué debía hacer entonces, si mi apetito por el conocimiento, me encaminaba por las tragedias, las desgracias, las penas, guerras, enfermedades y vesanias de autores que, nunca fueron felices y, desde sus testimonios, parecían querer convencerme que nada valía la pena.

Para esos años, a mis 32, cuando fuera publicado en la ciudad donde radico, en un reportaje que se me hizo para un programa cultural, declaré que había abandonado las bibliotecas para leer otra realidad, si fueron muchos años los que día a día, perseveraba en encontrar el libro dorado, el que fuera como un tesoro y del cual, nunca me apartaría, siendo mis palabras ante el entrevistador: he decidido leer la realidad, dejar los libros a un lado y, ver qué ocurre en mi entorno, para sacar de allí, mi propia literatura.

Maduraría así luego de muchos años de ostracismo, décadas después, en escribir lo que realmente pensé, era lo mejor para mí y mis lectores, si es que vanamente, creía, viviría de la literatura, es decir, me podría comprar, con la venta de mis libros, una casa, un auto, tener una familia, viajar por el mundo, ser alguien que fuera reconocido como un intelectual, alguien a quien se le considerara sus opiniones y, estuviera dentro de la élite, como invitado especial, al lado de personas interesantes y, atractivas mujeres famosas.

Nada de eso ocurrió.

Sigo en la misma labor, estudiando diariamente, ciertamente, a la hora que deseé, con comodidades que me permitan, por ejemplo, haber escrito la astronómica cantidad de libros que mencioné: 161, algunos con varios miles de páginas, sin haber recorrido el mundo, convencido que los medios de comunicación donde fui entrevistado innumerables veces, nadie los ve ni hace caso, sea alguien que sólo exista para pocas personas desde mi Blogger o, las redes sociales, en un panorama que no imaginé cuando tuve 17 años y, en la orilla de un mar bravo, gris, con fuertes olas reventando, escribiera con genuina fuerza, lo que me definiera como un escritor en ciernes, alguien que para los entendidos, tendría indudablemente el destino que ahora tengo, si en ese entonces, sólo tenía máquinas de escribir portátiles, a las cuales paseaba por la ciudad, sólo para que las personas que me observaran con ellas, pensaran que era yo un escritor. En realidad, no supe nunca qué era ser un escritor o un poeta. La verdad es que si mi lector, desea ser escritor o poeta, pero de los verdaderos, debe saber que la vida, le dará enseñanzas muy duras y de golpe, como para que aprenda día a día lo que se necesita, para escribir, libros de miles de páginas, con historias reales o verosímiles, en un largo vivir demasiado, sin que uno tenga tregua de descanso, o la garantía de haber triunfado dentro del mundo. Tal vez mis contados triunfos sean que, escribo los libros que quiero escribir, sin que nadie escriba usando mis nombres, novelas donde las palabras puestas, hayan sido cambiadas una y otra vez, hasta hallar un texto muy diferente a originales que, se pensó, serían grandes obras maestras. Tal vez mi éxito sea que siga escribiendo sin haberme vendido o, que mantenga mi discurso sin afanes de fama o riquezas, si enterado estoy, la literatura no ha hecho rico a ninguno de los maestros de la literatura, si recibieran becas o gastos pagados, para recorrer el mundo, si tuvieran un protector o mecenas, eso es diferente en mi caso, escribo por voluntad propia, sin creerme lo que digan de un autor o de sus libros que, para comprarse un libro, si es que este texto esté en modo de lectura gratuito en Amazon, las personas prefieren invertir o gastar su dinero en aficiones menos pesadas como, leer un libro, cuando bien, puede encontrar a los clásicos en internet y, gratis, o en modo de audiolibro, desde YouTube, si acaso, una página llena de palabras, nunca podrá superar, así sean imágenes sesgadas, a documentales que contienen hechos remitidos a su momento histórico.

¿Un escritor comprometido?, pues sé de fábricas, minas, sé de trabajos rudos y muy duros, como el tener consciencia cuánto esfuerzo se requiere, no para ganar unos billetes por un trabajo sino, aguantar mes a mes, día a día, un trabajo, en un contexto donde hay personas que nacieron recomendadas a hacer realidad sus sueños, si fuera necesario decirlo así: con protectores, preocupados en inculcarles talentos donde sólo hay ambiciosos padres que, esperan, hacerse ricos, con un hijo cineasta o artistas plásticos, o un escritor que sea un best sellers, si eso diera renombre a los apellidos o, permita a los padres afirmar en sociedad: mi hijo es un intelectual, pertenece a la inteligencia, es un notable, alguien muy influyente en temas delicadamente serios, si acaso sepa, los que nacieron con esa protección, fueron formados con otros fines: obedecer dogmas, doctrinas, ideologías, esclavitudes mentales diré, donde sólo se posa para la fotografía de recuerdos donde las noches son vacías, como los presentes en esos eventos, donde se les rinde homenajes o reconocimientos, sin que dejen de sentirse estafados, porque a cierta edad, sabemos, todo eso es falso, como cuando el catedrático les dice a sus alumnos: a los que asistan a la presentación de mi reciente libro y, lo compren, les daré una nota aprobatoria válida como un examen, si mentiras mayores fueran el comprar un libro descontado desde las planillas y, se asista a un auditorio lleno, para recoger en una larga cola de espera, el texto con el autógrafo y dedicatoria, por parte de alguien que sabe, todo es mentira. Pero, ¿escritor comprometido? ¿Y quién estuvo conmigo en los momentos donde estuve en total desamparo?, hablo de desamparos extremos, donde estuve cercano a perder la vida, junto con la de mis familiares. ¿Ser un mártir para la causa de quiénes? Los beodos que hablan solos entre sí, saben mucho sobre estas cosas, hay noches muy oscuras y tristes, donde duele la verdad y se escribe, como lo hicieron esos autores, con los maestros de la literatura, por puro morbo, con insana actitud, en contextos donde se promueve la lectura y se afirma que nadie lee, que los muchachos no quieren leer libros. Éste es mi testimonio, llevo décadas estudiando, tampoco he hallado yo el libro de oro y, quizá, los muchachos que tomaron un libro por vez primera, al dejarlo, se dieran cuenta muchas cosas, por ejemplo: leer una página de cualquier libro, es como una invitación a un universo que sabemos existe, pero debemos comprender. Todos vemos ese universo, otra cosa es explicarlo y entenderlo, si así, una página mencione todo el conocimiento acumulado por el ser humano por siglos, si hasta allí llegue la comprensión del joven que toma un libro por vez primera y renuncie al conocimiento, por saber que un libro abarca la totalidad de saberes y, eso es demasiado para alguien que tiene digamos, 13 años, si pueda ser consciente que, a mi edad, entienda en un 50% los documentales que estudie, pausadamente, por horas de horas, porque les recuerdo, llevo décadas estudiando y esto, me permite entender lo que otras personas de mi edad, supongamos, abandonarían en dos minutos algo que les interesa saber, pero comprenden, se requiere ser un erudito, para entender lo que se ve.

He sido superficial y profundo a la vez, sin haber mencionado a nadie como tampoco, un momento específico de la historia, si de esta manera, he escrito sobre el libro que nunca hallé y, por ello, me dedique a escribir constantemente, porque a pesar que éste sea mi libro número 162, aún no he hallado el libro dorado, ni siquiera dentro de mis libros escritos.

 

II PARTE

 

Ah, pero no olvidas las tardes del silencio, donde las muchachas te ignoraron y, las putas querían sólo hacerte creer que eras impotente. ¿Recuerdas tus 17 años?, ¿no caminabas todo el día porque sentías la desesperación?, ¿hubo muchacha que se apiadara de ti?, no hubo, ¿recuerdas?, y claro, los amigos sólo sabían beber mucho y andaban con las mismas derrotas. Peor aún, temías oler mal, ignorando que a las mujeres les apesta su sexo cuando tienen intimidad, ¿pero es que no te pudo hablar con claridad alguien cercano a ti? Y te masturbabas 7 veces al día y, olías a esperma y, no sabías qué hacer, porque todo era silencio, ausencia de muchachas, muchachas que resultaron embarazadas y abandonadas por quienes ellas creyeron, eran buenos partidos. ¿Escogiste como todos los muchachos de esa generación, también los libros, mientras te preguntabas, quiénes son los que tienen derecho a ser feliz?, es decir, a tener pareja, sexo en grandes cantidades, sentirse con buena autoestima, seguros de sí mismos, muy plenos a los 18 años, pero no, no sabías o no te hablaron de lo que significa embarazar a una muchacha, alguien te hizo creer que tener niños era una Ley de vida, que eso formaba parte de nuestra condición humana, pero luego mirabas a quienes criaban gatos y perros, ¿no eran mujeres las que criaron animales desde entonces?, ¿tan difícil es confiar y entregar los sentimientos? Y luego ibas donde la muchacha que te gustaba y, no sabías que no eras el único, que la visitaban muchos muchachos a los que complacía, pero menos a ti, porque tú eras el elegido para creerle que ella era virgen. Así de ignorante creciste, en medio de tardes solitarias, donde las muchachas te negaban el habla, porque la prometida estaba haciendo mientras tanto el amor con cuanto muchacho quería, haciéndote pasar soledades insoportables, donde al final terminarías rindiéndote y quedándote con la muchacha que fue de todos. Pero te saliste de la norma, no te quedaste con ella, la mandaste al carajo cuando te enteraste de las cosas que ella creyó, jamás te enterarías, y avanzaste tus pasos hacia la dureza de la soledad, mientras ella se quedaba sola también, pero por haber abusado de derechos que jamás debieron otorgárseles.

Ah, pero también recuerdas los años de las putas, cuando el dinero se te iba en menos de una semana, por hacer el amor hasta 3 chicas diferentes en un día, fueron buenos tiempos, ¿no?, pero cuando se te acababa el dinero, comprendías la falsedad de esas relaciones, porque ellas sólo te darían placer y felicidad por dinero, jamás por algún derecho. Y entonces estabas erecto todo el día y no te gustaba masturbarte, porque esa etapa de la autocomplacencia, ya no te brindaba placer y, estabas tan excitado que sólo pensabas en penetrar, tan lleno de testosterona que, al mirar a las paredes, algo atávico en ti te instaba a querer destrozar las paredes de tu habitación con tu miembro viril. Estabas muy lleno de deseos, porque hasta llegaste a ofrecerte como Terapeuta Sexual, colocando anuncios en las redes sociales, porque creías que las mujeres podían pagar por tener sexo, pero sólo te llamaban viejos homosexuales o ancianas. Pensaste que no era justo que las mujeres sí pudieran cobrar por dar placer y, nosotros los hombres, a lo mucho pudiéramos pagarlo, porque una vez conocido el amor, supiste que éste era un mal que sólo te sirvió para no querer tener otra relación de pareja más. Es cierto, percataste que podías hacerle el amor a todas las muchachas que quisieras, que podías con todas, pero no previste que un día tu dinero ya no valdría para ellas, que las economías cambian con el tiempo y, que tus ahorros no te alcanzarían no para hacerle el amor a tres muchachas por día, ni a dos, ni a una, ni para durar tus 4 horas de sexo continuo, apenas para estafadoras que ya no podías elegir, porque en tus tiempos, entrabas a las casas de citas y ellas desfilaban para que escogieras con quien querías estar, pero en otros tiempos, te llevabas desagradables decepciones, por citarte con muchachas que publicaban anuncios con fotos falsas, para encontrarte con mujeres que en nada podrían despertar tu apetito sexual, si las que se quedaron para ti, fueron mujeres a quienes les hiciste el amor más de 100 veces y, estaban muy gastadas para ti, es decir, nada que despertara el deseo o entusiasmo de hacerles el amor, porque con ellas, ya nada más quedaba por conocer o satisfacer.

En suma, ¿nuevas trabajadoras sexuales? No, esa etapa en tu vida, había acabado y, tampoco está dentro de tus planes, tener una relación de pareja, conoces demasiado bien a las mujeres, hasta a las más decentes, no eras pues precisamente el hombre soltero que antes consentía compartir sus mujeres, ahora que estás disfrutando de una nueva manera de soledad, sabes bien, esas aparentes muchachas decentes que, tienen tanta experiencia sexual como la que tú tienes, si es que has pasado de las dos mil mujeres, no te dejan ánimo alguno para querer estar con quienes no piensan renunciar a sus mañas o costumbres de solteras o señoras. Tampoco piensas trabajar para mantener a ninguna de ellas. Lo tuyo es escribir y estudiar que, de tus comodidades, los que te conocemos, sabemos, eres alguien elegido para el arte, la literatura y el estudio, no para perder la vida con amargura, desempeñando oficios que sólo te harían maldecir a la existencia, si sabes bien, la pasión puede durar un tiempo, pero ningún método anticonceptivo es seguro, a no ser que la muchacha se haya hecho arrancar el útero o hecho la histerectomía, pero bueno, normalmente, eso se da, cuando las mujeres son demasiado promiscuas y, tienen que decidir entre el sexo con diferentes hombres o, tener más hijos, de los que ya se tiene. Naturalmente, las golosas se hacen arrancar el útero, porque quieren tener más hombres para biografías que son tan extensas como el libro de cinco mil novecientas páginas que has escrito, dentro de los 161 libros escritos que llevas, en relación a lo que nos hace felices a varones como mujeres, porque si te dieran a elegir, pedirías tener mucho dinero, para volver a disfrutar de los goces de la carne, con muchachas de 18 años que ya son madres solteras, con cesárea incluida, para tener aún las paredes vaginales estrechas, si deba precisar, antes que una muchacha de 18 años termine siendo madre soltera, ésta ya ha tenido un record de amantes casi como el tuyo y, en un arranque de desesperación, por saberse ya no elegible, se embarazó por alguien que le pasa una pensión por alimentos, mientras ella se hace ayudar por su madre en la crianza de la creatura, mientras sigue de fiesta en fiesta si, hoy en día, se diga: “el que se queda con ella, pierde” y, no es frase precisamente mía, es una frase tan común aquí en Perú, donde la soltería que va de la mano con las putas, a las que ahora se les llama: cariñosas, se ha hecho una costumbre para, esos muchachos que trabajan en minas informales y, ganan tanto dinero que, jamás podrías competir con ellos, con tus miserables billetes, cuando ellas, reciben cien veces más, si es que el puterío es algo que va de la mano con el dinero, algo que ya no tienes, como lo tuviste en su momento, cuando tu dinero valía para ellas, o alcanzaba para hacer el amor hasta con tres muchachas en un solo día, si es que estuviste de moda, por durar horas de horas y, cambiar de muchachas en una sola tarde, así en este momento, los muchachos eyaculen en menos de diez minutos y, no sepan llevarlas a los orgasmos a los cuales las tenías acostumbradas, pero debo dejar bien en claro, a las mujeres les place más el dinero que el buen sexo y, me refiero a las cariñosas, las de la vida alegre, si es que en este momento de la historia, lo único que pueda aportar una muchacha de menos de veinte años, en una relación de pareja, sea su vagina, mientras que el resto sea gastar, gastar y gastar, mientras no te permiten que revises sus celulares, porque saben que tu dinero se va acabar en menos de una semana y, ya tienen alguien que te reemplace, hasta que vuelvas a tener dinero, que para las mentiras, en eso sí que son unas campeonas y tú, un pobre tonto que pensó, toda su vida se resumiría a tener sexo libre, con putas que, te han dado una lección: podías llevarlas a la gloria en la cama, pero nada más glorioso es para ellas que, el dinero.

Entonces te dedicas a escribir, con el nombre de, Mauricio, mientras que ves pasar a las muchachas que no serán tuyas jamás, porque el dinero que tienes, no te va a alcanzar para mantenerlas, si acaso, hayas renunciado a trabajar para mantener a alguna, porque sabes que eso es perder la salud, por alguien que seguro demandará mucho dinero para los gastos, si es que hay alguien en el mundo que, me pueda afirmar que es hermosa la convivencia, cuando se percata uno que no todo es placer, que además hay que cubrir con gastos que van desde la electricidad, el agua, internet, alquiler o tributos si se tuviera casa propia, gasolina para el auto, si es que se tuviera auto, ropa, no sólo para ella, sino para los niños, porque además deben ir al colegio y, hay que pagar todos los gastos que demanda tener uno, dos, tres hijos, en el colegio, si es que además, debes ahorrar para el estudio universitario, si te has tomado la molestia de alimentarlos bien y sabes que los alimentos de cada día son una buena cantidad de dinero, si cuando conozcan la universidad, ésta te demande una cantidad considerable de gastos, considerando que sea pública o del estado, porque si vas a meter a tus hijos a una universidad privada, allí sí vas a tener que tener tanto dinero como un millonario, si es que tus hijos o tu mujer o tú, nunca se enfermen, o el trabajo nunca te falte, o las malas amistades no vuelvan alcohólicos o drogadictos a tus hijos, si es que tú no eres alcohólico o drogadicto, porque sabes que son vicios muy caros, como para gastarse todo un sueldo mínimo en una sola noche, como si ya has pensado no sólo en quiénes deberían ser las amistades de tus hijos, si es que tus hijos fueran populares o, cómo serán las parejas de tus hijos, si temas que te pase lo que te pasó a ti, por meterte con una mujer sabida que vivió a récords de distancia, la vida, el placer, lo que llamamos en Perú: kilometraje, si midamos a un miembro viril en centímetros y un kilómetro sean mil metros, bueno, calcula tú solo. Porque después de todo ello, si es que cayeras atrapado, extrañarás las tardes de soledad y de silencio, increíblemente, donde no hubo amigas para dialogar o besar, o sólo hubo amigos que te exigían beber para estar con ellos, si es que también se drogaban, si he dado detalles mínimos de todo lo que evitas, porque ahora fumas un cigarrillo mentolado desde tu habitación estudio y, bebes tranquilamente de tu Cool Fresh, comprendiendo que, te has librado de una mujer que te iba a joder hasta por lo que respiras, porque a ellas no sólo les da la menstruación, o la ovulación y los cambios de estados de ánimos, además, algunas se quedan calvas, otras cuando envejecen, odian a todo el mundo, o cuando les viene el cambio de vida o menopausia, entran en crisis, por saber que ya no sirven para el amor y, deben cambiar de estilo de vida obligadamente, si es que envejecer en las mujeres es para ellas el peor de los crímenes, si así evocaran cuando tuvieron trece años, cuando tuvieron más de 15 enamorados y, la vida recién empezaba para ti y para ella, tú, en tu mundo lleno de una soledad insoportable que te hizo enloquecer y, ella, haciéndose más y más abortos, hasta cuando el ginecólogo le terminó por advertir: otro más, y pierdes el útero.

Entonces, fumas de tu cigarrillo, te ves como un hombre soltero y, meditas en el libro dorado, el que siempre quisiste hallar, el que te dijera las verdades que tu padre y tu madre nunca se atrevieron a decirte, en sus putas vidas.

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