LOS DADOS HAN SALIDO A MI FAVOR
Como si fuera
esta noche la última, déjame decirte lo que reitero siempre, presintiendo que
la eternidad tiene medida y, lo más hermoso, un final, tú dirás, por qué me
empeño tanto en ti, porque quiero que esto no acabe, porque te hablo tanto del
tiempo de ambos, es que no has conocido tanto las calles de la soledad o, las
noches donde desperté solo, sin tener a quien abrazar para contemplar las
madrugadas.
Tomemos las
cosas con calma, pero a veces tengo miedo y, sabes bien a qué me refiero, es un
miedo desconocido y angustiante, es como si de pronto mis brazos ya no pudieran
dominarte o, el acento de tu voz se pierda en el olvido y no recuerde ni este
momento ni todos los compartidos,
Déjame enloquecer
otra vez esta noche, déjame en mis delirios mientras te robo violentamente esos
besos que quiero sólo para mí, como si fuera un enamorado adolescente que
siente por vez primera estas sensaciones que siento por ti. ¿Sabes que dentro
de todo lo que he vivido, siempre estarás tú como testimonio de lo más intenso?
¡Qué importa si lo salvaje se repita en otras muchachas en otras noches!, he
vivido tanto como para poder diferenciar entre lo que es verdad y lo que es
mentira, mira, sólo siento el mundo como necesidad y, a tu lado, siento que es
mío, es como volver a tener 25 años y sentirme el rey del mundo, pero no sé, no
sé si entiendas el largo alcance de mis palabras, de lo que significa para mí
ser feliz, o lo que puedas entender, para esas noches cuando recuerdes,
naturalmente, de manera mejorada, estas palabras que lo tuvieron todo contigo,
entre el silencio de los que se aman después de muchos años de guerras perdidas
y, los que abren los ojos y contemplan un firmamento donde alguien debe
decirnos qué hacer, porque ahora, en este momento, tengo las palabras para lo
que se debe hacer, pero sé que nadie las necesita, ¿tú me escuchas?, o sólo ves
mis ojos que reflejan tu rostro, mientras dejas que te hipnotice con el poder
vigoroso de estos alientos donde sólo somos tú y yo, en medio de todo este
cosmos, donde somos una razón para vivir.
Que recuerdas
mis primeros libros, que te agradaron, sinceramente no sé si los hayas
entendido, creo que nadie ha entendido todo lo que escribí, lo que busqué, lo
que torpemente quise dar al mundo de mí. ¿Mis errores fueron garrafales?, quién
puede acusarme de ello, en entornos donde sólo hay desesperanzas y temores,
mira que mientras tomo de tu caliente mano, que se estremece con la fuerza de
mis dedos presionándote, si sepas tal vez diferenciar entre lo que es sentir
hasta lo que va más allá del tiempo y, lo que serán en otros días para ti,
amores de unas pocas horas.
Las tardecitas
de hoteles con amantes desconocidos nos son comunes a muchas personas, pero no te
esperaba, no creía que volvería mi pecho a latir con tanta fuerza ni volver, a
eso que todos niegan, creer, en quien de pronto se muestra frágil ante mí, como
si no supiera de las guerras del amor, cuando todo lo que tuvo que nombrarse se
nombró, para los desdichados, los que se han visto varados en esas orillas del
adiós y los finales donde sin pasión, no hay nada más qué entregarse entre dos
cuerpos que, todo lo han compartido, si me lleve lo mejor de ti, sólo para
recordar que mis tantas maldiciones a Dios, fueron compensadas con lo que me
das de ti, algo que creí, no existía ya.
Supongo que
antes de mí, hubo sólo ensueños y esperanzas, rebeldías de la piel cuando se
quiere sentirse amada, entrañas desesperadas por querer saber qué es el amor,
labios no profanados que se llevan mis mejores besos, marcas en tu piel por la
fuerza de mis manos cuando pierdo el control y me siento otro dios, otro ser,
alguien que seguramente nació para disfrutar de estos placeres que me brindas.
Alguna noche
de éstas explotaremos de placer y, entonces no querremos decirnos más nada,
seremos las baladas más sentidas y el terror de saber que cuando tomemos
consciencia que no podemos estar el uno sin la otra, será ese espanto donde no
querremos saber de nadie, sólo de ambos, para encerrarnos de todo y entregarnos
a lo que tú y yo sabemos mejor hacer: el amor.
Y entonces,
nuestros ojos volverán sobre el tiempo y querremos saber dónde estuvimos antes,
para saber por las horas perdidas, entre hechizos mal hechos de amantes que
sólo buscaron la carne, no el contacto que va más allá, donde nada parece
acabar y, donde lo único que importa es tener una habitación para que nos
amemos, sin que nadie nos perturbe, en este estado paradisiaco, orgasmos y
locura que no cesa, risas y alegrías bien recibidas, que debes saber, pocas
personas en este mundo, tuvieron tantos privilegios, que, la carne y otros
apetitos, unieron a los amantes y no lo esencial, lo que corresponde a
consentimientos compartidos, a lo que es de mi voluntad como la tuya.
He dejado atrás
las guerras para los que ven a las mujeres como rivales, a las mujeres que nos
ven a nosotros, como verdugos.
Deja de una
vez que arrebate tu ropa con agresión perfecta, hasta tenerte desnuda bajo mi
poder, hasta sentir que estoy dentro de ti una vez más, dentro de lo más
caliente que hay en tu piel, tu cuerpo, tus ojos adormecidos, llenos de
ensoñaciones hechas realidad, deja que sea violento, sin que te pida permiso en
nada de lo que haga, porque ahora soy el demonio que te ha de poseer, en el
punto preciso de tus delirios y temores vencidos, para que vuelvas a saber por
qué me amas, porque hemos detenido el tiempo, ante el asombro de los dioses que
nos celebran con extrañeza, porque tú y yo, les hemos entendido.
©Julio Mauricio
Pacheco Polanco
Todos los
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Escritor y
Pensador Libre
Arequipa,
Perú
09 de mayo de
2024
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