EL HOMBRE QUE HALLÓ LA VIDA



 

No puede ser completo el pensador, si no ha disfrutado de los placeres de la carne y, en el deleite del goce común de todas las personas, las pasiones humanas, dentro de su erudición, no le sean ajenas. Por eso, haber entregado toda una existencia al estudio, sin haber conocido el sexo, o digamos, haber tenido intimidad intensa, con más de dos mil mujeres, habiendo superado el ritual del amor y su convivencia, como los demás rituales donde uno se enfrenta ante vicios igual de adictivos, todos inclinados a derrotar al ser humano, en la evasión de una realidad donde, por más que algunas personas quieran afirmar: atraemos lo que pensamos, si fueran muy nobles nuestros pensamientos o, desde la palabra clara, se proponga la virtud del bien o la bondad, deben entender mis lectores, las mentes más despiertas y claras, han de encontrar en su camino a personas de inteligencia inferior quienes, conscientes de su condición, han de maldecir sus destinos, entre errores irreparables, cuando se siente la presencia de un intelectual libre, un varón que tiene experiencia de mundo, alguien que está muy por encima de los mediocres, los que le detestan por instintos narcisistas, narcisismos mínimos, en la comparación del: por qué son inferiores, si al ver a un intelectual, comprenda horriblemente sus limitaciones, en el desprecio de la vida que lleve. Y esto no atrae alguien que piensa siempre bien de las demás personas. Lo sorprendente de la diferencia entre un hombre superior y uno que no fue favorecido por su genética es, el odio espontáneo hacia quien se le ve como alguien que está por sobre los demás y, no pudo ser derrotado, si acaso, las biografías de los hombres notables, aquellos que superaron rigores no antes superados o, martirios que marcan diferencias, en la comprobación de ver en el intelectual, alguien que es incapaz de odiar, verifique quien escribe: una gran mayoría de personas se odian a sí mismas, si deseen que el resto de personas se allanen a condiciones similares, dentro de contextos donde sólo se puede ser infeliz, si en su criterio crean, ésa es la norma para todos.

Ya escarmentado, hablando ahora de mi experiencia universitaria, donde dejado llevar por la fiebre propia de los años mozos, cuando creemos que lo podemos todo, sin percatar, a cada uno de nosotros se nos da, la oportunidad para dar a conocer lo que propongamos a la sociedad, sea esto más bien un show o un circo infame, con el que se divierten los flojos de talento, ante órdenes establecidos, desde donde intelectuales que ejercen el poder, advierten en los castigos ejecutados con los idealistas, qué no se debe hacer, si así, es el ejercicio del poder, ante el silencio de los que sólo les toca reírse de los héroes, para luego, volver a condiciones de acatadores, personas de decisión esclava y, sin fuerza para decir no, ante lo que están en contra.

Así, a bien o a mal, llámese, experiencia, resistirse a ser un alcohólico o drogadicto, un corrupto o alguien que ame el dinero, ser totalmente saludable y dedicado al estudio a consciencia, implique ser un contracorriente, en la forma más admirable posible, dentro de entornos donde se reniega de todo lo mencionado y, sin poder liberarse de vicios esclavizantes, contemplen en la derrota de los fuertes, la obligada esperanza con la cual, negamos el fin del mundo, esperamos con fe dolorosa, alguien más fuerte que, pueda derrotar a mercados mundiales que, los mantienen cautivos, en contra de su voluntad, si unidos en la causa del que ignore su destino, cada uno de nosotros es una promesa e intentos, desde que se borró de la historia, la sentencia de Dante Alighieri, en su obra: La Divina Comedia, cuando en el último infierno que recorrió el personaje principal, leyera una leyenda donde estuviera escrito: “todo aquel que entre aquí, pierda toda esperanza”, si pocos siglos después, el vigor y afortunado legado de Immanuel Kant fuera claro: “la esperanza es una obligación nuestra ante la vida”, dejando en claro que, los escritos malvados, siempre son derrotados por otros héroes del pensamiento, en nombre de eso llamado existencia y, el derecho a ser feliz, sin hacer daño a nadie.

Dentro de esta experiencia, queda claro que los defensores de los derechos humanos, nada pueden hacer cuando se impone el poder, ante la decisión de ser libre en este mundo y, esto corresponde a intereses muy mayores, donde fortunas inmensas no toleran, hombres de 27 años que, demuestre, la vida es buena, sin tener que necesitar de lo que la sociedad impone a las generaciones de cada época.

Modelos referentes así, pagan caro su derecho a vivir, dentro de un mundo donde se lucra con el daño hecho al ser humano, sin que nada se pueda hacer. No existe titán fuerte y bondadoso que, dentro de su enfrentamiento ante realidades arrastradas por centurias, hayan logrado alcanzar la liberación del ser humano, ante los males que les hacen daño.

Sólo somos hombres, falibles, llenos de buenas intenciones que, vemos delante de nosotros, el mismo infierno, como enseñanza de la cautela, el ser prudentes y aceptar lo que no se puede cambiar.

Es cierto que hay momentos en nuestras vidas, en esas etapas de deslumbramiento, cuando creemos que la muerte no existe o, seremos eternos sin duda alguna, si ésa es la impronta con la que, en occidente, se educó a los niños, desde libros sagrados donde se afirma, hay un árbol que es de la ciencia del bien y del mal y, otro, que es un lugar común y de inquietud constante en cada generación: el árbol de la vida, que pertenece a los que se hacen llamar dioses, cuando en realidad, ni hemos visto a Dios, ni sabemos cómo es él, si fuera una imposición de la Iglesia Católica, desde El Renacimiento, declarar que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, como si éste fuera como nosotros, cuando nada de lo anteriormente escrito, está demostrado.

¿Para qué se quiere tener fortunas inmensas en este mundo? ¿Puede resistirse el ser humano, a estar tentado a ser un tirano? Porque contra ello se luchó después de la Revolución Francesa: La República donde los hombres y mujeres sean iguales, merezcan respeto y fuesen libres de la esclavitud como explotación, si en ese momento de la historia, los reyes que gobernaban por mandato divino, aduciendo que podían dialogar con Dios y, toda palabra suya que fuera Ley, debía acatarse. Ése fue el éxito de Napoleón ante muchedumbres que se le unieran bajo esa causa. No fue un hombre extraordinario, fue sólo alguien que pensó en sus inicios, como todo hombre que es intelectual y cree en los libros, debía hacer caso a sus ideales, si lo que el mundo no perdona es la traición, como lo fuera en el caso de Napoleón que, envilecido en su gloria, perdió la razón y quiso ser el emperador de Europa Continental, negando el ideal de La República, en el propósito de desaparecer las monarquías absolutistas, para que el mundo fuera mejor, a lo que siglos anteriores fue.

De pensadores y hombres de batalla, de intelectuales con cualidad de hombres de mundo, la historia está llena y, seguimos avanzando, entre cambios inciertos, desde donde hace casi 250 años atrás, Kant, afirmara que el fin del mundo es una creación religiosa y, debe ser desechada con el uso de la razón. Naturalmente, estos alcances, sólo están otorgados a quienes estudiamos constantemente, para esclarecer qué somos y hacia dónde vamos, si ese saber hacia dónde, está determinado por ultra ricos que anteponen sus riquezas, a una humanidad atrapada en visiones del mundo que arrastran generacionalmente, si es que en su despertar a la realidad, entendemos porque me incluyo, nada se puede hacer sin dinero y, son los amos del mundo, los que otorgan ese dinero que, es necesario para poder tener lo mínimo, sea el peor de los casos, para poder subsistir.

El mundo, en este momento de la historia, postpandémico, ve con asombro la Alemania feliz, antes de la segunda guerra mundial, donde los germanos fueron tan felices que, las familias tuvieron hasta 8 hijos por cada pareja de esposos, si ahora, los jóvenes se nieguen a tener hijos, dentro de sus relaciones de pareja, por observar una realidad espantosa: sin dinero, no se puede comprar una casa, un auto, etc., que siendo más claro, no se puede hacer realidad el amor que se siente, si dentro de la madurez de la pareja, el sexo pase a un segundo plano, cuando se tiene hijos y, se comprende, las responsabilidades son mayores y, los ideales, un remoto recuerdo, desde la ingenuidad e ignorancia.

¿Se imagina usted que, siendo Presidente de un país, le reclame cada habitante, por lo que siente, es injusto?, porque si el Presidente expusiera su número de celular a todo el país que gobierna, enloquecería con sólo escucharlo timbrar a cada segundo, ante los reclamos de cada uno de los habitantes, digamos, de un estado que incluya a 33 millones de habitantes. Imaginar que los 33 millones de habitantes le llamen a cada momento, para que les resuelvan sus problemas que sienten, son graves, hace tomar consciencia que es imposible resolver la vida de todos, si en la experiencia de pareja, los pensadores que tuvieron mucha intimidad y dejaron la inocencia, digamos que tuvo, Kant, quien nunca se casó, pero expresó que la práctica del bien y el mal, son decisiones personales, de seguro le habría venido a bien, para su sabiduría, conocer el esfuerzo que se hace, para ganar el dinero que se requiere, para comprar un pan y, llevarlos a la mesa de su familia.

Acomodados pensadores que desde condiciones privilegiadas, especularon apenas sobre el hombre, como en el caso de, Marx, quien habló de El Capital y, la lucha de clases, como la realidad obrera, sin nunca haber trabajado como obrero o, haber tenido un oficio, desde el que hubiera sentido los malestares en el cuerpo de, quienes trabajan duramente y, saben del cansancio de jornadas largas. ¿Tuvo razón? El comunismo es el ideal propuesto de El Paraíso en este mundo, donde todos comparten lo que tienen, donde no existe la propiedad privada, porque todos son hermanos entre sí y, se desprecia al dinero, siendo las personas sociables entre sí, como iguales de condición e intelecto, pero esto es una utopía dentro de este mundo, Lenin, quien tomó el poder a la caída del Zar, Nicolás II, jamás pensó que en ese mundo que esperaba la felicidad, Rusia fuera asolada por una helada tan fuerte que, los eslavos se quedaran sin sus cosechas para comer, en la desesperación de no saber qué hacer para sustentar a sus familias, siendo la ironía de esto en la decisión de Lenin, se usara el modelo capitalista para poder salir de la calamidad no esperada por el clima: vendan lo que tengan y, con ese dinero, compren alimentos para ustedes, si es que eso era el final del comunismo y el triunfo del capitalismo ante los bolcheviques, porque todo resulta irónico, el lema de, Hitler, fue: “el trabajo libera”, tratando de enmendar los errores de la República de Weimar, donde el honor de la raza germana fue destruido, entre hombres travestidos en cabarets nocturnos y, mujeres embarazadas que se prostituían, siendo su tarifa mayor a más meses de embarazo. Todo es propio de una interrogante que quiso ser resuelta por el filósofo, Leibniz, quien, en el siglo XVIII, aprobara desde su influencia como pensador y hombre de diplomacia que, el progresismo era bueno y, la vida tenía sentido, pese a las guerras y la peste de la cual aún no salían, siendo todo propio de un Plan Divino para una Gran Obra, donde la voluntad de Dios era buena, si es que en ese entonces, para males mayores de Europa, hubo un terremoto en Portugal, donde murieran cerca de noventa mil personas, ante lo cual, los europeos pensaron: ¡es un castigo divino!, ¡más castigos!, si es que al día siguiente, fueran centenas de personas a rescatar a los sobrevivientes de ese terremoto y, murieran con un maremoto, dilapidando la fama de, Leibniz, y llenando de incertidumbre a un Europa que desde todos sus errores, jamás imaginó el destino venidero siglos después.

Si, Leibniz, sin embargo, afirmara que a pesar de ello, éste es el mejor de los mundos posibles, nos queda aún el recuerdo del Mesías, Jesús El Cristo, quien anunció de manera terrorista, el fin del mundo, quedando como culpa por su muerte en la cruz, a la humanidad, el temor a que en cualquier momento, sea realidad su juicio final, si a mis casi 53 años, he vivido muchos fines del mundo, algunos que fueron psicosociales y, otros, donde sentí ese lugar común que sienten las personas antes de morir e, instintivamente, necesitan de un Dios, ante el miedo de lo desconocido, la muerte.

En la consigna generacional de: “salvar al mundo”, a tiempo comprendí, si en una relación de pareja, veo que estoy con una mujer inmadura que, no puede cambiar por el bien de la relación, es decir, madurar, ¿cómo carajos pueden las personas creer que se puede salvar a más de ocho mil millones de habitantes, si no se pudo con alguien a quien el vínculo era más fuerte, porque se trató de amor?

Es insensato creer que lo podemos todo. Es necio pensar que los amos del mundo un día pensarán en el bien de la humanidad. Repartir la riqueza que tiene El Vaticano entre todos los pobres del mundo, sólo ocasionaría una orgía o un despilfarro grosero, porque como escribí en las primeras páginas de este opúsculo, las personas están muy enganchadas con sus vicios, que el hambre puede esperar cuando hay dinero para beber o consumir otras drogas, que en términos más claros, es necesario que las personas entiendan, un solo hombre, jamás podrá salvar a la humanidad, porque no todos pensamos igual, a no todos las respuestas les satisfacen y, no todos quieren lo mismo, si esto explique los totalitarismos, los dogmas, las doctrinas o ideologías, como la imposición del poder para que todos estén dentro del mismo llano, eso que es llamado como: “rebaño de ovejas”.

Me contento con la austeridad que llevo, con haber vivido a mis anchas, más allá de los rituales de mártir que sobrellevé, más por razones que no fueron mías, sino, de los libros que leí, dentro de la idea de querer alcanzar la gloria o, ser un gran hombre dentro de la historia, cuando sé, dentro del ejemplo que he dado del Presidente que debe responder a su celular, treinta y tres millones de llamadas a su celular a la vez, de una población que pide a gritos, les resuelvan sus vidas.

Sé que existen personas hiperinteligentes en el mundo y, en cualquier momento de la historia, sé que soy consecuencia del pensamiento occidental, con el cual he sido formado y, sé que las personas a las cuales no les agrado, odian que siga estudiando, que haya superado la experiencia del amor y, haya tenido más de dos mil mujeres y, como intelectual, no desee o ambicione riquezas. La paz es eso que todos buscamos y, la paz es eso que otras personas observan en otros, con odio gratuito, si es que ese odio no se puede resolver con la palabra, porque existe mucha gente que lleva pesares desde muchas generaciones anteriores a las suyas, sin que se pueda resolver la vida de todos, si la literatura comprometida, mal interpretada como comunista, sea ante uno mismo, porque el resto de personas, apenas tienen consciencia de algo claro: no se comprenden, así tengan más de ochenta años.

Todo lo escrito, niega la ley de atracción. ¿Crees que tienes buena vibración o emanas cierta energía que atrae hacia ti, gente semejante? Ignoras que esperan pacientemente tu derrota, porque a todos nos dejan ser, nos hacen creer que lo podemos todo, que podemos ser como titanes fuertes y bondadosos que, pueden proponer un mejor mundo, cuando en realidad, la vida de las personas es una rutina insoportable y, necesitan de personas que les den un show, ante sus aburridas vidas, porque el amarse a uno mismo son sólo palabras bonitas que, en la realidad, no se verifica, más aún, cuando el descontento es generalizado, bajo el temor de un orden establecido que puede ser muy cruel, como lo fue conmigo y mis seres queridos, sólo por querer haber hecho mi vida, a mi manera.

 

 

 

 

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