BOMBA DE VACÍO O, SECRETOS QUE ERAN DE MANDINGO
Sepan mis lectores que, cuando la muchacha de la vida alegre, me confesó
que yo era el hombre número 50 del día, no me quedara sorprendido sino,
pensara, aquí pasa algo, fue que ella me confesara: “es a voluntad, tomo una
taza de té con unas gotas de Yumbina de USA y, eso hace que tenga deseos de
hacer el amor todo el día, indiscriminadamente sea el varón que me toque, así
muchas hacemos dinero, mi estimado ingenuo escritor, porque una mujer en
condiciones normales, no aguantan a 50 hombres por día, más aún si es con
orgasmos o una maratón de sexo de tal envergadura”.
Al salir del hotel, caminé plácidamente por las calles de la ciudad, era
ya noche, era el día del hombre, estaba enterado que ellas estaban
predispuestas ese día a tener orgasmos con más facilidad, por el alcaloide que
ingerían, es decir, estaría yo muy excitado y, ellas, tendrían orgasmos, placer
o, sentirían con más intensidad la sesión de sexo conmigo, si es que apurase
por dos horas más con una muchacha que había ingerido Yumbina.
Tomé dos cuadras hacia la Plaza de Armas, para darme una pausa y en un
café concurrido por tertuliadores, desde los altos, para ver todo el panorama
de la Plaza, ordenara una Coca Cola de a litro, con cubos de hielo y, un
cenicero, para meditar en lo que se me había confesado, si es que en su
momento, escribí mucho sobre mujeres multiorgásmicas, algo que mis lectoras no
creían, por ser o bien frígidas, estar sometidas a mucho estrés o, atravesar la
menopausia, sea según el caso, cuando ya sentado sobre la mesa, saludé a un
conocido de unos ochenta años, rubio, de ojos celestes y aún agraciado señor
que, suele ir siempre a ese café, para reunirse con sus amigotes, para tomar
unas cervezas y tertuliar sobre sus propios asuntos.
Lo menciono, porque tiene relación con lo que debo revelarles a ustedes
mis lectores y lectoras que, siendo el día del hombre, como reitero, él señor
demostró ser otro cacherito ochentón que conservaba siempre en base a mañas o
remedios, su compartida afición por las mujeres, como la de tantos octagenarios
y nonagenarios de la ciudad, si lean mis lectores que no hablo de vigorosos muchachos
en busca de sexo, sino de adultos muy mayores que disfrutan de los placeres de
la carne, como si fueran muchachos de 14 años.
Y es que sentados a la mesa con este señor, mientras yo veía en mi
agenda, a qué muchacha elegiría por ser mi día, el día del hombre, para hacer
el amor, sabiendo que ellas, estaban bajo el efecto de la Yumbina, percaté que
este señor estaba con dos muchachas de algo de 16 años cada una y, otro
muchacho de unos 18 años, riéndose como quienes hacen la previa, para el trío
que se daría este buen parroquiano, con estas dos menores de edad que, ya se
conocían todas las mañas de las que llevan vida de señoras y, optaron por el
camino más fácil para hacer dinero, ante estos buenos pagadores que, siempre
prefieren a las muy menores.
De pronto me llegó un mensaje a mi WhatsApp y vi un artefacto extraño
llamado: Bomba de Vacío, decía: “impresiona a la mejor muchacha de la ciudad
con un miembro viril de 35cm de largo y 15cm de grosor”. Pensé que era una
broma de mal gusto de alguna de las muchachas que, querían sacarme dinero o
hacerme pasar un mal rato, vi el precio y un pequeño video donde estaban las
indicaciones sobre el cómo usarlo y una nota final: “¡sé el más macho en el día
del hombre, esta noche!”.
Probé de mi Coca Cola con hielos, tomé unos cubos de hielo para sentirla
más helada, el calor o la calentura hacía que demandara mi cuerpo, fuertes
ráfagas de viento gélido o bebidas refrescantes bien heladas, para calmar la
testosterona que expelía por todas partes que, si bien, sé, cuando una mujer
entra a una casa donde viven otras mujeres, su olfato les hace reconocer si hay
ahí mujeres con hongos vaginales, también sé por confesión de las mismas
mujeres, ellas tienen la capacidad de oler la testosterona que emanamos sin que
nosotros los hombres, nos demos cuenta.
Bueno, pasé el rato pensando en esos africanos a los que los blancos,
cada vez que los sorprenden con sus aventajados miembros, la exclamación sea:
¡esto es cosa de Mandingo!, si ellos se llevaron la fama de tener miembros
viriles enormes, sólo, hasta ahora, que cuando termine de leer este escrito mis
lectores, estemos por fin todos parejos que, ya no es por fin una exclusividad
de los africanos tener tan grandes miembros viriles sino, esto, era sabiduría
de pocas personas y, cuando el escritor comparte sus experiencias, es porque
aporta lo que anteriormente no se ha escrito, sepan que el señor ochentón de
quien hablé, empezó a apurar la única cerveza sobre la mesa, lo cual me hizo
pensar que estaba apurado, porque se levantó de la mesa con su morral para ir
al baño, para luego regresar sin que le diera importancia, porque más
concentrado estaba en elegir una muchacha para durar por lo menos un par de
horas, si sé que, cuando una mujer está excitada, no está apurada para terminar
la sesión de sexo pagada y, puedo hacer el amor todo el tiempo que desee,
cuando de pronto, las muchachas menores de edad que, habían elegido el camino
más fácil para ganarse la vida, con buenos pagadores, empezaron a cantar una
canción de un programa de niños, para ser exacto, de Las Dalinas: “ya es la
hora, ya es la hora, ya es la hora de jugar, brinca, brinca, brinca, salta…”,
ante mi atención, siendo mi asombro mayor cuando este señor ochentón de ojos
claros y cabello rubio, dejara al muchacho bebiendo sólo, con una suma de billetes
impresionante, siendo mayor mi impresión que al verlo erguido, la proporción de
su miembro viril debajo de su pantalón de tela era inmensa, propia como se
diría, de Mandingo.
Se fue de las manos con las dos muchachas, festejando el día del hombre,
si es que tuviera en ese instante el deseo de volver a ver el mensaje en el
celular, del WhatsApp, donde la Bomba de Vacío prometía lo que había visto, un
miembro viril enorme debajo del pantalón del ochentón que les daría duro a esas
vaginas que, serían maltratadas por alguien que por algo era viejo y sabio.
Vi el video, era un tutorial de YouTube, repasé una y otra vez las
indicaciones y vi el número de quien me había enviado ese mensaje, llamé de
inmediato, “¿aló, soy Afrodita?, ¿deseas ser el más macho de todos en el día
del hombre, señor escritor?, tengo la Bomba de Vacío, te enseñaré a usarla y te
daré todo el placer que desees, quiero terminar bien el día, sé que eres el
único que dura muchas horas en la cama, quiero que me dejes bien abierta,
¿vienes bebé?”.
Vi la dirección, estaba a dos cuadras del café en donde tomaba mi Coca
Cola. Me sonreí como todo un campeón. Jugaba Perú contra Brasil, era un partido
por las eliminatorias; Brasil era famoso por sus macumbas o brujerías hechas
antes de empezar un partido de su seleccionado, me olvidé del partido, pagué la
cuenta, apuré el paso, llegué a la dirección indicada, la puerta sola se abrió luego
de haber apretado el intercomunicador, una voz desde allí me dijo: “ciérrala
papito”.
Es que era impresionante, si bien, de por sí, mi miembro viril en grados
de excitación, llegaba a los 19cm, lo que Afrodita hizo, fue algo que nunca
creí, podía ser posible, había pericia y conocimiento en la manera en cómo
bombeaba mi miembro viril dentro de la Bomba de Vacío, hasta que llegué a
llenar todo el artefacto, para colocarme un anillo que retendría la cantidad de
sangre en mi pene enorme y, luego, ponerme un preservativo amazing, esos que
sólo usan los africanos.
Está demás decir que, desde entonces, el sexo es otra experiencia para
mí.
Mayor es mi fama como escritor, mayor como cachero, a mis 53 años, si
vuelva a afirmar, algunos hombres a mi edad, están pensando que ya están por
retirarse de la carrera de las mujeres o, otros como el desaparecido, Andrés
García, se hizo colocar unas bombitas para tener erecciones, extrayéndose las paredes
cavernosas que se llenan con sangre y oxígeno en el falo, con tal de seguir
disfrutando de sus mujeres o, recordase las memorias de Julio Iglesias cuando
declarara: “ya viví demasiado, a las justas puedo mover este brazo derecho, con
lo que he vivido basta y me siento agradecido”, si aquí, en mi entorno, con las
personas que me relaciono, desde una ciudad revolucionaria, donde hay muchos
poetas y escribidores que fungen de querer ser escritores, me di una encerrona
con la diosa Afrodita, hasta dejarla patuleca, es decir, escaldada o con las
piernas arqueadas.
Tuvo razón: me hizo sentir el más macho de todos, en el día del hombre.
©Julio Mauricio Pacheco Polanco
Escritor y Pensador Libre
Arequipa, Perú
15 de octubre de 2024
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