LAS PROSAS DEL DESTINO





 

De este hoy a lo que fue en pocos años, narro acontecimientos inesperados si, esto suceda generacionalmente y, llegado el momento, en tu destino, vivencias crueles la vida te entregue que, llegado a tiempo para advertirte, de una enfermedad o complot mundial, poco cuenta el dinero, gana el miedo, la desconfianza, la soledad que se hace inmensa.

En estos hechos, registrados como ley, duro sea el saber con que formemos nuestra consciencia. Y tendrás libertad para decidir entre el bien o el mal, cuando la muerte asole, en el tiempo donde creas, todo llegue al fin.

Risas y burlas a tus espaldas, ojos pacientes para tu derrota o muerte, tragedia, locura humana, maldad en potencia, dioses ausentes, filosofías destruidas, comprensiones plenas de lo que somos, oraciones buscando hacia algún lugar, un universo en caos, ganancias para los que ordenan al mundo, mientras te contemplen de qué eres capaz, qué hay en tu interior, cuando todo es zozobra, si la humanidad se propusiera a la vez, sacar todo su lado oscuro, sin remordimiento alguno, sabiendo que todo se olvida, que no hay condena, cuando se da permiso para lo más execrable, sin condena ni pruebas en contra de nadie.

He tenido que mirar hasta donde alcanzaron mis ojos y, acepto, también perdí mi fe, dirán que es otra forma de ser sabio, contestaré, las personas desde entonces no son las mismas, hay ausencias notorias que nadie llena, pensamientos sórdidos que en paz no dejan, verdades eternas reiteradas que, cuando sea tu momento, sabrás qué es la vida y la muerte, claro está, si sobrevivieses a lo espantoso donde no hay esperanza ni protección que, cuando el aire te falte y hasta el oxígeno esté envenenado, anda mira a los que se regocijan con el dolor ajeno, entre fiestas bien dicho: paganas, con mujeres bailando sobre  ataúdes, con torturas sin restricciones, con mercaderes haciendo inmensas fortunas con tu vida, mientras descubrimos, no hay lugar dónde protegerse que, a la puerta de tu casa la pueden vulnerar, sintiendo el anatema de la vida para no querer tener hijos, aprendizajes forzados que arrebatan la inocencia, pecados que aplacan la ira de Dios, hasta entender su indiferencia, si no tuviera sentido tanto cosmos que nos asombra con sus maravillas, si mereciera ser reconocido como perfecto, tiempo, tiempo, horas, horas, segundos, segundos, lamentos que se quedan como ecos marcados en nuestros recuerdos, lágrimas por errores de quien propone el crimen, balanzas de justicia donde los probos contemplan sus deudas con Dios y el mundo, negras noches donde los santos encontraron la paz, feria de tontos para tener riquezas, propiedades a perder en generaciones cercanas, ponzoña en la bebida de quien te ama, alguien se lleva todo tu esfuerzo para su beneficio y, no es de tu sangre, no es quien estuvo a tu lado hasta el aliento final, tú no sabes, tú entenderás, te preguntarás: ¿cómo defino así a la condición humana?, porque nos hacemos llamar, homo sapiens y, los propósitos alguien te los debe enseñar. Danzas a medianoche para demonios que afloran en tus instintos abyectos, desorden donde todo exceso está permitido, sangre en la memoria de quienes tienen sed de más crueldad, tribulaciones que antes escuchaste en canciones de anteriores generaciones, voces repetidas, arengas que vienen de siglos pasados, detenimiento en la atención de la historia, bendición para los que no perdieron el alma, condena y juicio para quienes cargan penas.

¿Hay alguien que merezca el testimonio para escribirlo?

El poeta yace rendido entre las consignas generacionales que le sujetan, le restan libertad.

¿Hay algo espontáneo en alguno de nosotros? No he escrito nada que no pudiese ser escrito en cualquier momento de la historia, cualquier cultura. Me remito a lo que pensamos, lo que nos hacen pensar, para tener una explicación, una verdad escrita también hace tiempo, célebre o ignorada en el polvo del olvido.

Palpita el pecho lleno de dolor sin tener un punto de apoyo en medio de la angustia, cuando no hay quien defienda a los indefensos, ¿es merecimiento hacerse fuerte de esta manera?, o es la revelación de la esencia que Dios ha de contemplar para saber a quiénes debe amar.

No te han preguntado nunca si experiencias tan aciagas debas vivir alguna vez, ¿sabes por qué?, porque aún no tienes consciencia, apenas eres voz de algo llamado amor, rara y extraña, cuando los más fuertes caen, en medio de tontas banderas, tontas pero necesarias, como es tonto el orden de este mundo, aunque más aproximado a lo que somos será jamás, no tenemos otra forma de convivencia, entre guerras y pestes, mercaderes de saber centenario, cuyo único oficio es hacer fortunas, de la forma en que conocerás, cuando toque quien lleva la guadaña a tu puerta y, entiendas, esos días en que te sientas eterno o inmortal, apenas es un vago atisbo del todo que somos, pináculo de la demencia que arrastramos, hasta en la misma santidad, si el corazón conservases, si fueses cruel, si no conocieras tus palabras o tu mundo interior, si ante lo divino, algunas veces, pocas, contadas, en medio de tus incesantes y vergonzosos errores, quisiste algo mejor para los demás, fuerza vital donde nadie cree, pérdida de tiempo y esfuerzo para los amos, ternura desde sus ojos ante ti, extrañeza en tiempos de muerte: ¡el bien, el bien, la virtud, la virtud!, ¡coraje de los empeñosos!, ¡perdón en los buenos!, gracia de años para dejar memoria de estos acontecimientos pasados, no victoria ni alborozo, humildad y tristeza, como los ojos compasivos, decir: esto es lo que somos, cuando en el silencio recuerdes los sueños, los sueños que no fueron tuyos, sino del mundo entero, esos sueños que en ti hallaron razón para su ser, porque en el resto de personas, apenas fue burla y mofa, ¡qué los imbéciles salven a la humanidad!, ¡dejen a los buenos lo más difícil!, ¡hagamos lo que queramos!, ¡el honor es nuestro, así seamos miserables o viles!, si en medio de los temores que alcanzan a los infames, cuando sienten perdida la soberbia, altivez de maligna inteligencia, dones muertos que reclamaron obediencias, descubras si fueras tú, tu libertad en sano nacimiento, estrella con padre y madre, entre la desolación de lo inconmensurable, amor, amor y decisión, nacimiento a sabiendas de las voluntades con limitaciones, de los días donde se repite: ¡ya no puedo más!, de las derrotas y fracasos, las lágrimas en plena ciudad donde todos rieron, el miedo y la deshonra pública, la voz callada que acepta sin culpa, todo esto que hemos aprendido, mientras envejecemos, arrebatándole el vigor a las más jóvenes, para sentirse vivo y libre, por unos cuantos billetes que les destruye la consciencia, si la vida fuera para pocos, si la vida fuera un privilegio para ti, si entendieras a los genios, en las lecciones que cada quien les dé, no por un libro sagrado, ni por laureles que son como cruces, ¡no hay plan divino!, gritan los piadosos, que de esos años a los de ahora, lo que fue más fuerte que dios, ahora es ignorado, como si nada hubiera ocurrido, si los genios escriban apartando de sí, toda influencia que se adueñen de sus palabras, no en vanidad sino en venganza por la verdad, el callado diálogo que no cesa, los rostros de los que ya no están, de los que retumban en nuestros pensamientos con sus voces de reclamos, el cariño que faltó antes de decir el último te amo, el te amo que quizá nunca se dijo, no el de los blandos de corazón, el de los guerreros que han retornado de estos campos de guerra sin cuartel y, en sus elucubraciones, hacen incisivas sus expresiones, marcadas por experiencias que nadie pide cuando las conoce, cualquier tiempo, cualquier centuria o milenio, ha de ser lo mismo, apenas de la edad de piedra a lo sofisticados que seamos ahora, sea con más verbo o conocimiento, si fuera necesario, ¡basta, grita Dios!, tanto les he dado sin que entiendan, no puedo darles algo mejor.

Ciegas las personas, cuando su discernimiento entienda a la vida, no sabrán si maldecirlo todo o temer lo que pueda ocurrir en cualquier año mal habido, apenas expectantes, vemos impotentes daños irreparables y el dominio del mal sobre los más débiles que, el mal existe, algún día lo conocerás con toda su ferocidad y, para esos años en duras pruebas, cuando estemos solos en el universo, cuando las oraciones no sean escuchadas, cuando veas el sufrimiento entre gentuzas y nobles, se acercarán a ti para preguntarte: ¿cuál es tu precio?, si los libres tengan derechos de facto ante tales propuestas impuestas a los que son esclavos, si sean pocos los de propia determinación, contados para la historia, no para los que creyeron, el honor y la gloria sería comprada por los malhechores que, dura poco el desquicio de los corruptos con poder, en el tiempo donde todos sean sometidos a sus hechos, si las venganzas sean de unos contra unos mismos, mentes perversas buscando el milagro para retroceder en el tiempo, para deshacer lo ya hecho, si el destino pudiera ser alterado, ¡oh, desgracia sobre desgracia!, ¡qué buen Dios se apiadará de los que sólo quieren paz para dormir en dulzura y contento!

No es pues agradable la sabiduría de los amos, traen mieles amargas sus hazañas dentro de lo oculto de sus leyendas, ignora pues la humanidad lo que hay dentro de cada proeza, sea gesta o derrota a lo imposible, el brazo fuerte está bañado en sangre de multitudes y, queda el vivo miedo a ser correspondido de la misma forma, si amamos lo célebre y, más el ocaso de los grandes, como si así se compensaran los días donde somos nadie, realizando labores que no nos gustan, llevando obligadas vidas que empezaron como un deleite, ¡engaños de natura!, ¡estafas del instinto!, amor, amor, amor que ya no está, hasta ser duros de corazón, creyendo será así por siempre, si antes de partir, retornamos a los misterios de Dios y, en el deslumbramiento, atisbamos nuestro final, el dejar de existir, si sabemos, perdemos nuestra esencia, para retornar a donde no existimos, para ser uno solo con el todo, sea uno amo, rey o mendigo, saber que a nadie es ajeno que, en el empeño, deseamos a pesar de todo, aquí quedarnos, por el derecho de querer hallarnos, de saber qué pudimos ser a pesar de los duros embates de los años, ¡ah, esperanza!, grita el alma, ¡un día más, un día más!, grita el pecho obstinado, queriendo encontrar las palabras propias, las visiones personales, sin importar si halla ética en ello, ¡ética!, ¿quién habló de ética en un mundo donde todo se compra al mejor postor?, ¡transgresión!, ¡voto por lo genuino, lo original, sea lo que fuera!, sólo vivir para saber quién es uno, sin importar si se es bueno o malo, sea porque la práctica del mal llene de placer los corazones retorcidos o, porque intuimos, lo que precede nos aterra, si fuera la extinción personal, los pensamientos que nunca fueron originales, el Dios que elegiste tenga un ego mayor o, seas sólo la energía que necesite, para seguir estando vivo, al precio de tu alma que ha de ser suya.

Ebrios para no recordar, reír es lo mejor, inclusive a las pasiones cuando se fue dichoso, no sabemos qué hacemos aquí, sólo sabemos que queremos quedarnos para siempre, ¡maldición sea la muerte!, lugar común para mediocres como genios, es poco o nada lo hecho, sea infame o santo, los propósitos son otros a los que te has propuesto, si voluntad tuvieras, anda a pelearte con ellas contra el mundo que, te harás sabio en lo profundo de lo humano, si tu memoria fuera respetada, como tus escritos, o fueras reescrito una y mil veces, como tantos hechos se te omitan y otros se te añadan, no pienses que tu gloria sea menos impúdica a lo que realmente fue, las personas se regocijan en pasados degenerados de los grandes, que empeñados o sin afán alguno, hemos contemplado alguna vez el firmamento para saber de los singular, sin comprendernos, sin entendernos, cortos pensamientos de alcances sin definición, tristezas de saber, así será siempre, así fue antes, así o peor podría ser después, si narre lo que me ha tocado vivir, dentro de mis contemplaciones de eventos disruptivos, cíclicos, sin aviso, de cualquier momento, algunas veces globales, otras personales, que en solitario, cada quien sabe qué hizo, sin saber que en los años del hallazgo, sabrá, el verdugo está dentro de uno mismo, donde mora el juez que no perdona.

 

 ©Julio Mauricio Pacheco Polanco

Todos los Derechos Reservados

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

19 de octubre de 2024

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