EL UNGIDO



 

 

Qué pequeña creatura me consuela a esta hora enceguecida.

-he tomado de su mano el néctar de sus besos de labios puros y temblorosos.

.¿sabe qué es el amor?, porque tiene la mirada valiente de las primerizas, las que no saben qué precede en el amor.

Si hemos de ser hombres fuertes que retornamos cuando la Luna se cansa de estar sobre mares profundos, ¿nuestros pies hallarán descanso sobre arenas firmes donde otras promesas nos sonrían?

-ella me observa como si fuera un objeto curioso, me pregunto si antes vio a un hombre, si hombre signifique sangre, combate, duelos, la parca caminando sin permiso, diablos, demonios y, dádivas de nuestro generoso Dios.

-agradables de oler, sus perfumes rociados sobre mis manos parecieran propios para profetas, ¿creerá que soy un ser ultramarino que trae verdades necesarias desde donde provengo?

-su mirada parece estar hechizada, dormidos sus ojos, apenas pueden ver la claridad de los míos, entre dedos sedosos que parecen nunca antes haber tocado las manos de alguien que lleva más de medio siglo, dentro de un mundo, donde cada día está marcado por tragedias y afrentas libradas, para seguir en pie, hasta donde el destino demande.

He llegado de muy lejos para hallar a dulce ser que pareciera, fuera protegida por tierras extrañas y, cierto respeto he sentido al verla, en trajes extraños pero elegantes, con su cabello albino y de ojos cristalinos como el mar de verano, con el brillo solar en su niña, anunciando el declive de quien nunca se detiene.

-¿serás mi tentación que a todo he derrotado?, ¿mujeres del pasado, podrán ser legado ante quien con modales exquisitos, atrae con magnetismo inédito, lo que mis placeres demandan ante quien huelo, es virgen y de fantasías extraordinarias que sólo son para el goce del primer hombre?

-mis manos rosan sus dedos ante la inocencia, el retrato de la primera vez, la ignorancia del amor, los mandatos de la vida, las lecciones de las que aprendemos todo y, en el ancla de los corazones, creemos tener un lugar adónde retornar.

-¡oh, pequeña mía sin edad ni conocimiento!, ¿pretendes darme calor  cuando mi pecho revienta como un volcán, ante tan agraciada damisela que, desprotegida ante mis mañas, tal vez tenga una sabiduría distinta a la mía, si he sido el esperado, dentro de todos los anuncios hasta esta noche?

-¿quién sabe reconocer el aliento que no ha rozado labio alguno, si sepa qué es un beso, si dentro de sus señoríos, habite alguien con encantamientos misteriosos y tal vez, haya estado así por milenios, en el hechizo de la eterna juventud, preparándose para el largo discurso de las noches donde todo fue propuesto para lo perfecto?

Diré que luego de una tormenta donde pensé, muerto habría visto la noche sin saber, a qué venimos a este mundo, tropiece ahora con verdades que son comunes, en medio de rituales donde la pasión nos venza otra vez, si en el perpetuarse, largos años sean para quienes, en la embriaguez de lo más preciado, sea honrado con ser tan extraordinario quien, en silencio de palabras aún no mencionadas, deba ser maestro y quizá, el que reine en esta morada donde veo, creaturas fantásticas dominan más allá de esto conocido como vida, si he sido embrujado por aromas propios del saber milenario de las mujeres, si ante mí, damisela de atributos tan divinos, se conmueva ante mis delirios, si pida eso que deba experimentar antes de ser mujer, dentro de todas las oraciones hechas a los astros, para no estar en vano aquí, dentro de todo lo no entendido, si hablé del cosmos y de nuestras ignorancias.

-¿quién eres pequeña muchacha?, ¿cómo es posible que vivas sola en estas moradas donde sólo huele tu piel libre de pecado y mundo?, eres de edad indefinible como lo es el tiempo aquí, ¿son estas creaturas, las que protegen tus dominios y permiten, entre demonios y otros genios, pueda a tu lado darme un nuevo aliento, si dentro de combates ante quimeras y bestias abominables, seas tú quien me reciba con algo extraño para mí: paz y curiosidad llena de bondad?

-¿hay propósito en todo esto?, ¿crees poder señalarme la verdadera forma de amar que, viejo y cansado de mujeres de vida alegre, destellas lo desconocido para mí, hombre de muchas muertes y corazón desolado, sin credo a Dios alguno, ni fe en lo humano?

-¿no temes a aquello que pueda romper el alma hasta el conocimiento del odio y las apostasías donde se increpa al todo, sin tener nunca más paz, cuando el cuento de hadas llega a su final y, nada pueda consolar lo que fueron agradables momentos, antes de la entrega que roba la vida, encendiendo pasiones que sólo saben entregar cabello cano y, tristezas en los ojos claros que nunca antes, lágrima alguna, por desamor derramaron?

-¿será que en tu vientre el santuario se impone en el llamado y, todas las fuerzas conjuren para este momento que es supremo, si en tus atenciones, algo doloroso arda en mi pecho, por costumbres propias de quien trata con mujeres sin corazón y, viles mercaderes y guerreros que, por dinero u odio, atrocidades sólo acometen, si así sea tu decisión, herirme con dulces atenciones que me hacen temer por los otros años, cuando deje de florecer estas primaveras que he vuelto a sentir, si en tus enseñanzas, supieras retener al amor para siempre?

Sedas de delicadas ondas por la brisa de un mar de furioso estertor y olas que, advierten, no saldré más de aquí, quedo quieto ante vivos movimientos gráciles de pies descalzos y además deliciosos para este viejo de más de medio siglo, si acaso en el placer, nada me fue ajeno, si en el contornear de sus caderas, en la transparencia de sus encajes, la feminidad perfecta desde su impoluta virginidad, me reconozcan con pasos inquietos, como a un regalo otorgado en noches de esperas insufribles, si haya sido un pedido a descubrir, el otro, la diferencia, lo contrario, hallazgo de saber que no estaba sola en el universo, que a sus orillas, alguien que viene desde confines amargos, lleno de hieles y horrendas experiencias, asome sus ojos hacia mí, para dar fe del reconocimiento, si en el rubor de mejillas nacaradas, con expresiones transparentes, desde donde veo su alma y el latir de su pecho, su hablar suene a voces no pronunciables por mi alfabeto, dentro de las cientos de lenguas que conozca, para mi asombro de saber, he llegado a un reino donde más allá de lo imposible, hombre alguno pudo haber llegado, para finalmente, alzar su dedo delicado, sin callo o herida alguna, santo y excitante, para lo que son mis vivencias, en esos momentos, donde se profanen no sólo sus delicadas manos, sino lo que reconozco, palpita en su vientre, en el asombro de lo que siente, por querer saber qué más provoque mi presencia, si sienta, algo inacabable ante mis ojos, perturbe mi recio carácter, si al tomarme de la mano, me lleve a recorrer por parajes donde veo, aromas de ansias de ella, contemple un palacio impecable, donde sólo existe ella, donde en sus amplios salones, con diseños propios del Imperio Austro-Húngaro, comprenda, ella ignore cómo marchó el mundo, entre retratos de hombres del pasado, antes de las grandes guerras, donde nada ha quedado de lo que ella pueda visualizar o creer.

-las cartografías son curiosas como la vida, los yerros mayores, entre mares ingobernables, rutas que no aparecen en la lectura de los astros ni se hallan en las cartas para navegar, ¿deberé quemar mi nave de donde partí hace años, con cientos de hombres, para ser el último sobreviviente, cuando partí para conocer el destino?

-demonios a manera de personajes que no murieron en su tiempo, me hablan sin que les entienda nada, sonrientes, aparecen con señales para conducirme a mesas amplias con platos de carnes ignotas, de sabores que sacian paladares de reyes, ante exigencias de las mejores comidas, entre vinos embriagantes, donde la vista concluye en claraboyas que alcanzan otros cielos, con otros universos, para estrellar mis ojos en espejos desde donde contemplo todo el universo, si esta tecnología fuera perdida desde los escritos de Julio Verne y, viera, lo que conozco, fue el reinicio de un mundo que fue hecho pedazos en las grandes guerras mundiales y, ella, sea lo último que quedó, de una era, donde todo era de fantasía, hasta ver el tiempo y sus fenómenos, donde se mezclen el presente, el pasado y el temible futuro, entre numeraciones horarias inimaginables para mí, con soles en puestas de sol dentro de este mundo, como dar en la serendipia de reaccionar al enterarme que, la Luna es el reflejo del lugar donde vivimos.

Y en veneración, un enano muy viejo, tan viejo como lo que somos y fuimos en nuestra totalidad, descendiendo de unos escalones de un mineral que veo, es más valioso que el oro, sea tal vez piedras preciosas o la misma piedra filosofal, al darme la mano en señal de paz, me hablase en mi lengua para decirme: “debes ser el más fuerte de todos, no temas, ella sabe todas las lenguas de este mundo, excepto de la del que debe amar y, aquí, sólo puede estar el que dé origen a nuestra familia perdida, que del tiempo lo supimos todo siempre y, eres pasado como futuro, sino hecho real, momento esperado, amor a consumar, sueño que se ha de realizar o fue consumado, en medio de todo lo que te pueda enloquecer, si estás en los territorios donde todo es posible, desde la vida eterna, largo estudio para tus horas de ocio, cuando quieras verte en los milenios a venir o, escrutar en los orígenes donde apenas fuimos errantes, nómades y cazadores, antes del final de la Atlantis, cuando existieron los titanes y, otros dioses, gobernaran para los hombres, que ni duende somos, ni demonios en cautiverio, estás en el confín del universo, el que queda dentro de este mundo y, nadie antes ha podido hallar, después de las grandes guerras mundiales y, aquí te quedarás, para complacer a la muchacha que te esperó por más de cien años en las orillas del mar que te arrojó aquí, ¡mira, observa nuestros libros, observa nuestras riquezas y aprende de la sabiduría perdida!, aquí reina la paz que es propicia para el amor, las mejores melodías no antes escuchadas por trashumantes, llenan nuestros palacios incesantemente, aquí se puede amar, si en el consejo de nuestras centurias, comprendas, ella nunca vio a un hombre y, en la ignorancia de la existencia de tu género, seres endemoniados quisieron llegar a estos dominios, sin éxito alguno, si las fuerzas superiores del cosmos, han concedido en el desespero de nuestra amada y protegida, tu presencia aquí, que nada hay que apresurar, aquí el tiempo no existe y, de tus aprendizajes en medio de rapaces, miserables y hombres de ímprobo proceder, taimados pillos que buscan tesoros y andan tras los bienes más preciados sin saber de sus valías como virtudes, reconozca el hado tu corazón y valor, si en nada estás corrompido, al hecho de haber tenido experiencias rudas y bravías ante la muerte y la humanidad que, sabemos de todo lo ocurrido y somos, los supervivientes de un Imperio que ya no existe y en estado apartado,  supimos reservarnos el derecho de nuestro más preciado saber, si encuentres aquí el conocimiento perdido, lo que antes fue el homo sapiens, entre todas las mentiras que se inventaron, para explicarnos como seres en un mundo, donde todos los libros fueron reescritos y, el mundo, fuera explicado de manera falsa y diferente”.

Ella te amará y esa será la fuerza vital que los una, porque el amor tú ya lo has vivido hasta llorar sangre, si para el amor, se requiere un corazón no dañado ni envilecido en la malicia como la perversión. Tómate la eternidad para aprender de su lengua, de su habla, mientras te contemples en el espejo de los años y corrobores los secretos de la vida, detenido en este ahora por la determinación de quienes hacen dar vida a todo lo que nos rodea, aquí hay más que sabiduría, aquí hay vida y la felicidad que tanto buscaste hasta cuando la fe perdieras. Consejeros del bien, te cedemos el asiento del anunciado, el tiempo se ha cumplido, quiéraselo o no, éste es el mundo ideal para amar y ella, la damisela que todo rey puede desear.

-¿y cómo me comunicaré con ella, si su lengua es de una pronunciación con alfabetos desconocidos para mí?

¿Te hablé de la eternidad, hombre de montaña, desierto, selva y mar?, porque cuando la eternidad llegue a su final, que es el tiempo en que te tomes en comunicarte con ella, entonces sabrás de tu propósito, del por qué estás aquí, con toda la sabiduría que te será otorgada.

-¡exijo saber tamaña empresa cuya investidura se me otorga!

Tranquilo, te tomará la eternidad en comprender nuestra labor, sabes que el amor es algo que nadie en este mundo llegó a conocer, porque cuando se acabe lo que empezó siendo eterno, la vida triunfará sobre una humanidad que no es feliz, ¿has escuchado sobre los iniciados o Mesías? Otro es tu tiempo, cuando vuelvas a ser mortal, hasta que seas uno solo con el Dios de todos, si de tu simiente, nazca un nuevo Dios, que, en sus enseñanzas, el ser humano aprenda, qué es el verdadero amor.

Al volver mis ojos sobre la damisela más bella que conocí en mi vida, al volver mis ojos sobre la experiencia de la eternidad y las promesas de la salvación del mundo, tuve una seria duda: ¡no, qué va, eso es imposible!

-estás en el mundo donde lo imposible es real, no te resistas a amar, la gloria ha de ser mayor, porque a tu lado, el ser humano será liberado, sin ningún sacrificio, si debas tener el verbo claro, si deba confesarte: el Iniciado eres tú, el Mesías que siendo padre y esposo de la virgen que sólo a ti te amará, otras enseñanzas dará, para preparar a los hombres que van sin rumbo definido, para ser inmortales, como los somos aquí.

 

©Julio Mauricio Pacheco Polanco

Todos los derechos reservados

Escritor y Pensador Libre

Arequipa, Perú

14 de noviembre de 2024

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