MÁS BIBLIAS QUE HUMANOS



 

Mira, si quieres nos ponemos de acuerdo, yo seré el bien y tú el mal, a ambos no nos agrada el desgaste que ocasionan estas reglas, pero no hay más

-supongamos que declaras guerras y yo hago rabietas escribiendo en nombre de la paz mundial

-claro que llegará la paz mundial, pero siempre es después de todo lo que ocasione y ambos sabemos, los que pierden siempre son el resto

-¿resistir escribiendo para sensibilizar conciencias?

-te diré que eso no resulta, la indiferencia es un hábito humano, diré, muy humano

Veo la hora, o siempre es muy temprano, o siempre es muy tarde

-el momento preciso nos cae de sorpresa a todos y nunca estamos preparados para ser felices

Vuelvo a ver la hora y me doy cuenta que soy el único que lo hace, el resto apenas va en automático: la inercia está en todas partes

-tocó con fuerza un corazón, ¿late?, o sólo finge latir

-sí, sé que es una pregunta incontestable, sucede que estoy buscando un corazón, ¿eso sí es contestable? ¿no?, bueno, estamos en el mundo de lo imposible, ¿siempre fue así?, ¿hay manera de cambiar de universo?, ¿no la hubo nunca?, veré la hora otra vez, abrigo esperanzas, aunque ha pasado tanto tiempo que he olvidado qué espero

(Si decido caminar al revés, lo más seguro es que hagan un serio documental sobre ello, naturalmente nadie lo recordará 1 minuto después, ¡todos están volando!, eso está bien, lo malo es que no saben hacia dónde vuelan).

Sonrío, alguien me dice que no hay razón para ello, respondo: qué significa la palabra “razón”. Un libro extenso escribo desde entonces porque el diálogo continúa y no nos ponemos de acuerdo en definir la palabra “razón”

-por razones como ésta no se inician guerras

-las guerras son porque alguien quiere lo que tú tienes y esto siempre ha sido así

No, lo siento, no acepto cambiar el sentido del juego, no quiero ahora ser el mal yo y tú el bien, no tengo talento.

Entonces es aburrido, me dices.

Sin embargo, hace milenios nadie ha muerto de aburrimiento, ¡maldiciones vociferantes se escuchan desde todas partes!, la Ley de la vida dijo otras realidades

Desde entonces, la eternidad que no cesa, buscó la sabiduría como remedio: ¡el mundo se llenó de profetas!, el problema fue que nadie escuchó, todos pretendieron enseñar a vivir, pero reitero la palabra todos. Era un mundo lleno de profetas sin seguidores. ¿Tienes una mejor idea?, porque yo no la tengo.

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